Alguna vez símbolo del poderío industrial estadounidense, Detroit se convirtió el jueves en la mayor ciudad del país en declararse en bancarrota, con sus finanzas arruinadas y sus barrios vaciados por un largo declive en el número de habitantes y la manufactura de automóviles.
La solicitud de protección por quiebra, la cual ya se veía venir desde hace meses, colocó a la ciudad en un camino incierto que podría significar el despido de empleados municipales, venta de activos, aumento de tarifas y la reducción de servicios básicos como la recolección de basura y el retiro de nieve, los cuales ya habían sido recortados.
«Sólo un camino factible ofrece una salida», dijo el gobernador Rick Snyder en una carta en la que aprobó la medida.
Kevin Orr, un experto en bancarrotas contratado por el estado en marzo para detener el desplome fiscal de Detroit, presentó la solicitud de protección por quiebra en una corte federal sobre la materia.
Michael Sweet, un abogado especializado en bancarrotas en la oficina en San Francisco del despacho legal Fox-Rothschild, dijo que la ciudad le pagará a sus empleados actuales, pero «más allá de eso, todo es posible».
«Ellos (las autoridades municipales) no tienen que pagarle a nadie que no quieran», aclaró Sweet, «y nadie los puede demandar (por ello)».
Detroit perdió un cuarto de millón de residentes entre el 2000 y 2010. Una población que en la década de 1950 alcanzó la cifra de 1.8 millones batalla ahora para mantenerse arriba de 700,000. Gran parte de la clase media y montones de negocios también han huido de Detroit, llevándose con ellos sus cuotas fiscales.
A fines de la década de 1960, las compañías automotoras comenzaron a abrir plantas en otras ciudades. Entonces se produjo un descenso en el valor de las propiedades y los ingresos fiscales, y la policía no pudo controlar la delincuencia. Posteriormente, el aumento en las ventas de los automóviles importados de Japón comenzó a reducir el tamaño de la industria automotora estadounidense.
En meses recientes, la ciudad ha dependido de dinero de bonos respaldados por el estado para pagar la nómina de sus 10,000 empleados.
Orr no fue capaz de persuadir a una gran cantidad de acreedores, juntas de sindicatos y pensionados para que aceptaran una disminución en sus pagos con el fin de ayudar a facilitar la reestructuración financiera de la ciudad. Si la solicitud de protección por bancarrota es aprobada, se podría poner a la venta activos de la urbe para satisfacer las exigencias de pago.
Snyder determinó a principios de este año que Detroit estaba en una emergencia financiera y sin plan para mejorar.
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