Hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Mujer, el cual se instituyó a nivel mundial para conmemorar la tragedia ocurrida el 25 de marzo de 1911, cuando unas 149 personas, la mayoría mujeres, murieron en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. El suceso reveló las penosas condiciones en las que trabajaban las mujeres, muchas de ellas inmigrantes y muy pobres.
El 8 de marzo, declarado oficialmente por la ONU en 1975, se reivindica a todas las mujeres y la igualdad completa de derechos. Actualmente, en pleno 2016, todavía hay poco que celebrar, pero mucho que reclamar: el fin de la discriminación, que se erradiquen las violencias machistas, que se alcance la igualdad salarial, la universalización de los cuidados, la libre elección…
En Chihuahua, los desafíos son aún muchos más que los avances. Desde 2012 se han contabilizado cerca de 700 feminicidios, los cuáles en vez de ser atendidos y esclarecidos por las autoridades son sistemáticamente negados, las víctimas son ignoradas y revictimizadas, y esto está asentado en la condena de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la omisión de las autoridades para esclarecer los hechos y por no proteger a las mujeres de hechos de violencia en su contra. El caso específico que mereció una sanción contra el país fue el del asesinato de ocho mujeres en el Campo Algodonero, en Juárez.
Además se tienen registrados 108 casos de desaparición, aunque se cree que son muchos más, pues en ocasiones las familias prefieren no denunciar ante las autoridades, ya que son recibidas con burlas, largas o hasta amenazas, pues en ocasiones los delincuentes tienen estrecha colusión con los cuerpos de seguridad, que antes dan protección a los verdugos que a las víctimas. Se sabe que las desapariciones aumentan en verano, los días miércoles y jueves, que las víctimas tienen en promedio 20 años de edad y que las autoridades se niegan a establecer alertas de género por razones mediáticas y políticas.
Otro punto son las violaciones, pues tan sólo en diciembre de 2015 se denunciaron 51 en el estado, a las cuáles han de sumarse quizá cientos que tampoco se denuncian. Aparte las mujeres chihuahuenses deben enfrentar una marcada violencia económica, reflejada en los salarios miserables que ofrecen maquiladoras y otros ramos económicos.
También se padece gramevente la violencia obstétrica se manifiesta como negación de tratamiento, indiferencia ante solicitudes o reclamos, regaños, burlas, ironías, decisiones médicas sobre el parto que se toman sin su consentimiento, hasta esterilizaciones forzadas. A esto puede sumarse la violencia mediática, y hablemos de una que desde hace semanas está generando mucho ruido en Chihuahua: la violencia institucional.
Quien denunció un caso grave de este tipo de violencia apenas hace unas semanas, fue la directora del Instituto Chihuahuense de la Mujer, Emma Saldaña, quien durante su informe denunció a su jefe, José Luis García, secretario de Desarrollo Social, por haberle gritado y hasta jaloneado en varias ocasiones, con funcionarios como testigos.
Pero lo peor vino después, pues en vez de aclaraciones, el encumbrado funcionario estatal desató una jauría mediática no sólo contra Saldaña, sino contra quien publicó la nota a nivel nacional, en la revista Proceso, la reconocida periodista Patricia Mayorga.
Esa andanada mediática emprendida desde un portal digital tuvo un efecto más que contraproducente, pues en el duelo de credibilidades Mayorga salió airosa de las calumnias burdas y absurdas contra su persona, y se llevó entre las patas al secretario y a los periodistas que lo apoyan, quienes han tomado cucharadas copeteadas de su propia medicina, y se han visto exhibidos como misóginos, abusones y mentirosos. “Funcionarios van y vienen, pero los periodistas nos quedamos”, se escuchó decir a alguien al respecto.
Sin embargo, lo mediático como que no se le da ni tantito al actual gobierno estatal. A pesar de la flagrancia del abuso contra la mujer, de la coyuntura por este día, de lo insólito del reclamo, del eco nacional que cada día crece y de muchos otros factores de presión, se ha optado por guardar silencio y dejar que la contingencia pase solita, lo peor que se puede hacer.
En ningún lugar se ha visto que una funcionaria con el reconocimiento y trayectoria de Saldaña ponga en la cruz en público a su jefe, un secretario, y que la única respuesta haya sido más violencia por parte de éste. Fuera de ahí, silencio, silencio y silecio… la especialidad de la casa.
Mientras, las autoridades chihuahuenses en vez de poner manos al asunto, investigar y ejercer justicia, prefieren salir con ridiculeces como las que protagonizaron ayer los miembros de la Fiscalía durante la presentación del proceso de acreditación y certificación internacional de laboratorios forenses, en el que el personal, que por cierto no da una y da por muertos a los vivos y por vivos a los muertos, se mandaron grabar las iniciales CSI, para sentirse los célebres investigadores gabachos. Lástima que la imitación se limite a la playera y no al profesionalismo, compromiso, equipo, personal y recursos que debería ostentar esta dirección.
Siguiendo con temas escabrosos, al tema que sí le entró ayer el gobernador César Duarte fue al de los narcocandidatos, pero no para denunciar, investigar y cerrar el paso a los mafiosos que quieren contender bajo las siglas priístas en los municipios de la Sierra, sino para tratar de repetir su cantaleta, la única que tiene, contra el candidato panista Javier Corral, cuyos hermanos estuvieron en la cárcel por delitos contra la salud ¡hace 17 años! Y sigue con la espinita de tirarle lodo, pero no tiene más de dónde agarrarse.
En fin, más de lo mismo, la politización y mediatización de un tema que debe ser abordado desde lo judicial e institucional. En fin, cuando resulten (si es que resultan) los alcaldes serranos involucrados en matanzas o transotas, que no digan que no se les advirtió o que no sabían, pero ellos andan más preocupados por linchar y linchar a los hermanos del candidato, pero claro, son los hermanos del candidato opositor.