El argentino Juan Martín del Potro, octavo cabeza de serie en Wimbledon, cayó hoy ante el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, en una semifinal ejemplar de 4 horas y 43 minutos, la más larga en la historia del torneo por marcador de 7-5, 4-6, 7-6(2), 6-7(6) y 6-3.
Djokovic enfrentará el domingo en la pista central del All England Club, su décimo primera final de un Grand Slam, en la que aspira a conquistar su segundo Wimbledon ante el ganador del partido entre el británico Andy Murray y el polaco Jerzy Janowicz.
El encuentro entre el argentino y el serbio, cargado de épica, superó hoy a la semifinal más larga hasta ahora en Londres, el encuentro de 1989 en el que el alemán Boris Becker invirtió 4 horas y 1 minuto en imponerse al checo Ivan Lendl.
Del Potro, con un vendaje en su rodilla izquierda, que estuvo cerca de obligarle a retirarse esta semana, salvó dos bolas de partido en el cuarto set y levantó al público de la pista central en diversas ocasiones durante uno de los duelos más intensos de los últimos tiempos en Wimbledon.
Djokovic, que cerró el partido con 22 saques directos, se ajustó en los primeros juegos una visera para protegerse del sol y ancló con firmeza las zapatillas al césped, ya desgastado a estas alturas de torneo, para tratar de contrarrestar los obuses a casi 210 kilómetros por hora que le llegaban del otro lado de la red.
El argentino había dedicado la mañana a practicar su saque en las pistas exteriores del club y le atormentaba con la potencia que es capaz de imprimir a los tiros gracias a sus casi dos metros de altura.
En un encuentro tenso y estético, Del Potro gritaba de rabia cuando la bola no llegaba a desgastar la línea y el serbio felicitaba con un gesto a su rival cuando le sorprendía con un tiro cruzado.
Hacía un siglo que dos semifinalistas no llegaban a este punto del campeonato sin ceder un solo set y, como no podía ser de otro modo, la lucha por llevarse el primer parcial esta tarde se alargó hasta el 7-5, cuando Djokovic, con astucia, se impuso al resto gracias a bolas suaves que contrarrestaron la potencia del número ocho.
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