Si para Malaysia Airlines ya fue un golpe muy duro la misteriosa desaparición de uno de sus aviones con cientos de pasajeros a bordo, el derribo de otro de sus aparatos en Ucrania por el disparo de un misil ha puesto la compañía al borde de la quiebra.
Según los expertos, la compañía necesita una inyección urgente de capital de su principal accionista, un fondo de inversión controlado por el Estado malasio, para sobrevivir.
Malaysia Airlines (MAS) llevaba años perdiendo clientes y con graves problemas financieros cuando el 8 de marzo de este año su vuelo MH370 despareció misteriosamente con 239 personas a bordo.
Cuatro meses después, el derribo por un misil de su vuelo MH17 el pasado 17 de julio en el este de Ucrania, en el que fallecieron 298 personas, ha acabado de hundir la compañía.
«La dura realidad para Malaysia Airlines después del MH17 es que si el gobierno no pone en marcha inmediatamente un plan, cada día que pasa contribuye un poco más a la autodestrucción de la compañía y a su desaparición», asegura a la AFP Shukor Yusof, un analista de la consultoría Endau Analytics, con sede en Malasia. La aerolínea está perdiendo «entre uno y dos millones de dólares al día» y sólo le queda capital para sobrevivir otros seis meses, según este experto.
– La imagen, clave para las compañías aéreas –
Las previsiones apuntan a que, igual que pasó tras la desaparición del MH370, las reservas de billetes caerán en picado tras el derribo del MH17.
Aunque en este último caso la compañía no puede considerarse totalmente responsable, «en la industria aeronáutica, la imagen es clave», recuerda Jonathan Galaviz, de la consultoría especializada en viajes y turismo Global Market Advisors. «Desgraciadamente para Malaysia Airlines, sus potenciales clientes en el mundo van a relacionar a partir de ahora a la compañía con las catástrofes», afirma.
La compañía ya ha anunciado que reembolsará todos las reservas que fueron anuladas tras el accidente en Ucrania, lo que supone millones de dólares.
En las últimas semanas, se ha especulado con una posible privatización de la compañía por parte de Khazanah Nasional, el fondo de inversión que tiene el 69% de las acciones.
Los analistas llevan años apuntando a la mala gestión, la interferencia del gobierno, el exceso de personal y la resistencia de los sindicatos a las reformas como causas del declive.
En el periodo 2011-13, Malaysia Airlines perdió 4.100 millones de ringgit (unos 1.300 millones de dólares) y otros 443 millones de ringgit en el primer trimestre del año, tras la desaparición del MH370.
Sin embargo, otras compañías han tenido problemas similares y han sobrevivido. Es el caso de Garuda, la compañía pública de Indonesia, que a finales de los años 1990 y a principios de la década de los 2000 tuvo graves dificultades, con una deuda inmensa y un accidente en 1997 en la isla de Sumatra en el que fallecieron 234 pasajeros. Pero en 2005, el exbanquero Emirsyah Satar tomó las riendas de la compañía y, en 2010, fue declarada una de las mejores del mundo por la consultoría Skytrax.
Otro caso de resurrección fue el de la aerolínea Korean Air, que en los años 1980 y 1990 tuvo varios accidentes que dejaron más de 700 muertos. A partir del año 2000, bajo la dirección de David Greenberg, exvicepresidente de la compañía estadounidense Delta Air Lines, Korean cambió totalmente sus sistemas operativos y de seguridad y hoy es una aerolínea respetada en todo el mundo.
A pesar de que hoy por hoy «su nombre es sinónimo de desastre, mala gestión, falta de disciplina y otros muchos elementos negativos», Malaysia Airlines se enfrenta, según Shukor Yusof, a una «tarea gigantesca», en la que puede aprender mucho de casos similares al suyo.
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