Durante el fin de semana circuló por redes sociales el oficio en el que el aún gobernador César Duarte ofrece al secretario general de Gobierno, Mario Trevizo, como enlace para la entrega-recepción de la administración estatal. Este funcionario habrá de coordinarse por el equipo nombrado por el gobernador electo, Javier Corral.
Este oficio no tiene nada de espectacular, es normal en cualquier proceso de entrega recepción. Aquí la lectura es que mientras el PRI continúa impulsando las impugnaciones y hasta tachando a Corral de “ilegítimo”, en Palacio saben muy bien que dicha impugnación no tiene cómo prosperar y sólo están tratando de ganar tiempo.
Desde la banca corralista llamó la atención que se integrara al equipo de entrega-recepción el líder social Víctor Quintana Silveyra, quien de esta manera queda más que arropado contra las intentonas del Gobierno del Estado de emprender proceso penal en su contra por los disturbios ocurridos en Palacio el pasado 22 de junio.
La atención de la administración saliente está concentrada en las condiciones en que dejará al estado: lo peor posible. Eso da a pensar el paro camionero que ha mantenido a la ciudad de Chihuahua, donde el PRI se llevó su peor tunda y perdió tres a uno, paralizada por la falta de transporte urbano.
Las autoridades han mostrado poco interés en resolver la bronca. La única cuestión de transporte en la que parecen interesados es bloquear la entrada de Uber pues es “ilegal”, pero con las huelgas de choferes por falta de pago (un reclamo que parece justo) no tiene inconveniente.
No sólo eso. A pesar de que el Vivebús es indefendible de todo a todo, con severos huecos financieros, malos manejos, ineptitud y todo lo malo que puede hacerse en un proyecto público, nadie, absolutamente nadie ha sido sancionado, mucho menos cesado. Ahí siguen todos los que saquearon el proyecto de movilidad urbana más costoso e importante del estado en las últimas décadas. Duarte podrá no ser el mejor gobernador que haya tenido Chihuahua, pero como jefe es a todo dar. Lo perdona absolutamente todo excepto la deslealtad, fuera de ahí cualquier servidor público puede hacer lo que le venga en gana.
Sin embargo, las acciones de la actual administración están en el ojo nacional. El gobernador César Duarte, al igual que sus homólogos Javier Duarte, de Veracruz, y Roberto Borge, de Quintana Roo, están siendo señalados como los tres exgobernadores que están oponiendo resistencia al cambio democrático exigido contundentemente en las urnas el pasado 5 de junio. No sólo se trata de la impugnación, sino de una descomposición institucional premeditada con la intención de dejar un estado desmantelado y en llamas.
El PAN nacional ya puso el dedo en la llaga y con el capital político recién obtenido con las victorias en los estados, está presionando al gobierno federal a dejar de solapar a estos tres personajes señalados y garantizar la gobernabilidad en sus respectivas entidades. Osorio Chong ya le puso un alto al Duarte de Veracruz y se espera que esta semana haga lo propio con el de Chihuahua y Borge en Quintana Roo. A ver si es cierto.
Los que también ya se apersonaron para meter presión fueron los jefes del grupo Baeza, Fernando y José Reyes, ambos ex gobernadores de Chihuahua quienes recientemente anduvieron por el terruño, el primero recién desempacado de Costa Rica, donde es empresario y embajador, y el segundo desde la Ciudad de México, donde encabeza al ISSSTE, dependencia que se ha vuelto un refugio para su grupo.
Este grupo merece un análisis a fondo, pues mientras personalidades y gobiernos pasan, ellos son los únicos que parecen permanecer, con altibajos y todo, en las altas esferas del poder, pues algo que han demostrado es paciencia y mesura, una cualidad cada vez menos vista en su rubro.
Ahí estuvieron varias de las cartas fuertes de este grupo: Lucía Chavira (sin Marco Adán Quezada), Mario Tarango, Arturo Proal, Teporaca Romero, Heliodoro Araiza, Emma Saldaña y su esposo, Sergio Granados, recién nombrado delegado del ISSSTE en la entidad. A pesar de los resultados adversos en la última elección, su ambiente fue de fiesta. Perdieron, pero sus rivales perdieron mucho más y ahora sólo falta esperar y recuperar poco a poco el peso que nunca han perdido.
Pero mientras estos grupos del PRI celebran aún en la derrota, en el PAN hay quienes lloran la victoria, y no podría haber mejor ejemplo que Mario Vázquez, aún dirigente estatal, quien durante su carrera ganó más con las derrotas que con las victorias de sus partidos y les sacó provecho, pero ahora que por fin ganó y hasta con aplanadora, resulta que queda fuera su plurinominal y con ella el sueño de coordinar a la bancada panista. Mario ganó y lo perdió todo, así de irónica es la política.
Donde también están llevando a cabo el recuento de los daños es en Morena. Durante la sesión del Consejo Estatal de Morena estuvieron analizando la estrepitosa derrota a la que los llevó su candidato, Javier Félix, quien puede presumir ser honesto, comprometido y con demostrado amor por su tierra, pero no puede ni podrá nunca ser un buen candidato. Es una camina que no le queda bien.
No obstante, a toro pasado es fácil ver que un aspecto que golpeó al partido fue el infundado maltrato a Víctor Quintana Silveyra, a quien le reclaman su falta de lealtad al partido, pero parece que en Morena nadie reconoce su lealtad a Chihuahua y se quedan llorando por la traición a Andrés Manuel, el amado líder, ese que nunca peca ni se equivoca, y cuyo nuevo enlace con Chihuahua será Juan Carlos Loera, ya no más Bertha Luján.
Pero aunque les duela, en lo que sí se equivocaron fue en salir primero con su charra de rifar las candidaturas y ahora echarse para atrás y pretender quitárselas a quienes se sacaron la curul en rifa. Desde luego que un hueso caído así del cielo no lo soltarán tan fácil y ahora el pleito irá a los tribunales. Curioso ejemplo de lo que en Morena se entiende por democracia…
Para finalizar, este fin de semana se llevaron a cabo una serie de reuniones y mesas de trabajo con motivo del Pacto Paquimé, que busca reunir a actores sociales de Chihuahua para crear una propuesta de trabajo que habrá de ser planteada a la nueva administración.
Hubo propuestas muy interesantes de actores de la sociedad civil que han sido relegados por las mafias de la cultura, revueltos con personajes que más que trabajar por la cultura han pretendido servirse de ella y acapararla. Como en botica hubo de todo, y es normal dentro de un grupo abierto y plural como fue este, que se reunió en un evento abierto en el que todos pudieron participar, a pesar de la escasa concurrencia.
Sin embargo quedan muchas dudas: ¿quién o quiénes manejan este pacto? ¿por qué se realizó la reunión en la Biblioteca de Medicina, quién la facilitó? ¿al ser un evento ajeno a la Facultad por qué se difundió desde las cuentas oficiales? ¿qué pretende el pacto? ¿es gente que trabaja para la cultura o vividores de la misma? Pero, sobre todo, la más importante ¿a quién se entregarán las propuestas emanadas de esos grupos y qué harán con ellas? Quizá algunos de los organizadores como Marcela Ochoa, Daniel Miranda y Cinthia Aguirre, entre otros, puedan aclarar estos puntos que generan controversia entre los interesados.