Víctor Valencia se quedó en el camino. Después de abrirse paso poco a poco a machetazos en la densa jungla legal que le tejieron sus adversarios, al final el priísta juarense que pintaba para dirigir la microbancada del PRI en el Congreso será dejado fuera, pues el tricolor regalará los votos de sus militantes a los partidos basura que lleva como aliados, cuyos representantes no tienen otra virtud que la obediencia ciega siempre y cuando no les falten sus dietas ni prerrogativas.
El PT, Panal y Pvem salieron ganones. Sin tener que mover un dedo ni ofrecer nada a la sociedad que los mantiene, tendrán dos diputados cada uno “representando” a los chihuahuenses que los repudian. Así, la cúpula priísta prefiere obsequiar los espacios antes que cederlos a los adversarios internos, en lo que muchos califican como una traición más al partido ¿o a poco también van a culpar a la ciudadanía o la militancia por los tratos chuecos que ellos hicieron? Legales, pero chuecos.
Agravios inoperantes. Así calificó la Sala Superior los alegatos de Valencia, y considera el tema como cosa ya juzgada y resuelta pues el PRI dijo clarito que le regalaba el 100% de sus votos a sus aliados en los 12 distritos en los que hubo alianza. Así, las autoridades electorales prefieren ni meterse en broncas ni abrir una Caja de Pandora, a pesar de que a la brava salta la fraudulenta ilegalidad de este esquema de votaciones, que por varios sexenios robusteció políticamente a la cúpula priísta, más no a la militancia y menos a la ciudadanía.
Campos y Cabada se enfiestaron con Merodio en Puebla. La alcurnia chihuahuita se reunió en la capital poblana para celebrar la boda de Pepe Merodio, hermano de la senadora priísta, y lo que más llamó la atención no fueron las celebridades tricolores, sino la presencia de los alcaldes electos de Chihuahua y Juárez, así como de Lázaro Gaytán, quién fiel a su nombre ha regresado de la tumba y busca colocarse en algunas de las plazas recobradas por el ala yunquista del partido, muy alebrestada y hambrienta últimamente.
De ahí Cabada se fue con Mancera y Chong. El alcalde electo de la revalorada ciudad fronteriza ya trae tratos con el jefe de gobierno de la Ciudad de México y el jefe de la política interna del país para importar experiencias exitosas y modelos funcionales para juaritos y así reducir el marcado rezago que vive la ciudad más poblada e importante de la entidad. Ambos lo reciben muy bien. Juárez es una de las ciudades más famosas de México, referente obligado en películas, series y noticias, así que puede servir mucho para proyección política.
Javier Corral también hizo ya nuevos amigos. El fin de semana le cayó a la pachanga patria que le organizó el empresario Héctor ‘Caramelo’ Chávez en su casa del Campestre. La invitación no fue tan reservada como podría pensarse, y los invitados más llamativos fueron José Luis ‘Chacho’ Barraza y Javier Félix Muñoz, sus ex rivales, aunque en verdad el pique sólo era con el independiente, pues el morenista siempre se dijo amigo de Corral y no se atacaron nadita entre ellos, caso contrario al de Barraza, pues se dieron duro y macizo.
Corral trae ánimos de sumar. Así lo dejó claro con esta política de apertura, con la cual deja atrás el sectarismo típico de las elecciones. Ni el proyecto de Corral ha sido el del PAN, ni al revés. El albiazul es sólo la fuerza más importante de un amplio abanico que conjunto izquierdas, centros, derechas, arribas, abajos y en medios, y tampoco caerá en el reparto de puestos, privilegios y presupuestos como el conquistador tras la batalla ganada. Es obvio que la carrera política de Corral no acabará en 2021, y quiere quedar bien con la gente.
A los panistas no les gusta tanta pluralidad. Dicen que el gabinete de Corral será tan abierto que hasta panistas van a entrar. Así bromean algunos pitufones, pero a quienes no les hace gracia el manejo del ya casi góber es a Mario Vázquez, todavía dirigente estatal, y a César Jáuregui, aliado de este, quienes se reunieron en un restaurante del Periférico con el empresario Jorge Issa, uno de los cercanos al nuevo mandatario. Desde luego el tema fue la sucesión de la dirigencia.
Vázquez quiere cobrar espacios nomás por su charola. Como el mismo Corral lo ha dicho hasta el cansancio, la victoria sobre el PRI fue una victoria ciudadana, construida a partir de una trayectoria limpia y una capacidad demostrada (muy difíciles de hallar en la política mexicana), de la alianza de fuerzas disímbolas, del desplome del PRI y, en todo caso, de la estrategia de Corral y sus cercanos. El PAN como estructura influyó relativamente poco, pero Vázquez siente que le deben la victoria a él y a los suyos, cuando en su historia no hizo más que ganar perdiendo, y ahora que realmente ganó, su fórmula de oro lo condena a perder.
¿Dirigente de unidad o a votación? Muy pronto podrían los panistas empezar a ser vencidos por su victoria. Sabido es que son buenos para perder y malos para ganar. De volada se desbordan los apetitos, las grillas internas, el cochinero. Si no llegan a un trato, el panismo tendrá que irse a elecciones, lo cual sería bueno si se tratara de un organismo de convicción democrática… pero no es así.
La UACH se puso caliente. El nuevo rector Luis Fierro deberá demostrar muy pronto sus dotes de negociador, esos que lo hicieron elevarse desde el foso de las humanidades hasta la cumbre del poder rectatorial. Tanto en Derecho como en Contabilidad están tirándose recio y no se ve manera de conciliar a grupos encarnizadamente hambrientos de alcanzar las direcciones de las facultades más populosas e importantes de la Universidad.
Conta es la plaza más caliente. Ahí los priístas enquistados quieren encumbrar a personajes más enlodados que una suela de ganadero, tales como Juan Pablo Zaldívar, cercano al impresentable Christpher James Barousse, uno de los rostros más oscuros y corruptos del PRI, hundido hasta el cuello en transas, pero con un cinismo épico que le permite mantener influencia.