Por Nadia Sosa Vázquez.
“… Cassidy era un hombre impulsado por los demonios. El trabajo de la oficina se había duplicado. Estaba fuera de su casa cuatro noches por semana, cenando con dirigentes sindicales o persuadiendo a los jefes del partido, o discutiendo en los comités acerca de las tácticas y los discursos de su propia campaña. Se esforzaba mucho, y jugaba al golf los miércoles, presenciaba los espectáculos deportivos del Escuadrón los sábados, presidía las parrilladas de los domingos o asistía como invitado, siempre con un grupo de bonitas mujeres”. Sobre los políticos, “Dios salve su alma” de Morris West.
Ya van más de dos semanas que comenzó la etapa fuerte del proceso electoral, las campañas; cada elección el desánimo de los posibles votantes es tan evidente como los mensajes proselitistas con que somos bombardeados por radio, televisión, calcamonías, mantas o mítines a los que son invitados los que tienen la suerte de trabajar para alguna dependencia gubernamental, pero en esta ocasión la molestia – por decir lo menos – ha desbancado a buena parte del desánimo de cada año, las teorías de una sociedad más participativa en este proceso o mínimo más demandante, se convierten pues en realidad, las estrategias y campañas de los partidos lo evidencian también, y una cosa en particular es a la que apelan los políticos esta vez para ganar el voto, a la fe y la esperanza por la fe. Dios no se les cae de la boca.
Desde el año 2007 con la declarada guerra al crimen organizado, parece que los mexicanos hemos pasado de vivir en aquella tensa calma producto del “vivir y dejar vivir” de más de tres décadas a una violencia que se ha llevado a nuestros más cercanos, familia, amigos, y a muchos de nuestros semejantes – más de 50 mil hombres – la mayoría varones que estaban en lo que debía ser la plenitud de su vida, en sus 20’s y 30’s, gente que pasó de las ilusiones a una tumba de plomo, revestidos los cómos y los por qués de respuestas que a nadie conforman y siempre de una aplastante impunidad.
Muchas gentes que todavía andamos por aquí coincidimos en que pasamos por las etapas del miedo, de buscar respuestas, de flagelarnos por nuestra responsabilidad, de la tristeza y del luto, y de preguntar ¿qué hacemos?, a entender que pues uno tiene que dejar de decir y mejor hacer ¿no?, pero también en la búsqueda de respuestas más profundas la fe en algo superior ha sido la más frecuente, por supuesto esto no ha pasado desapercibido para los gurús de los políticos de nuestra época y habrán notado que el Papa vino y el Presidente comulgó, habrán visto las constantes referencias a lo religioso y a la fe, las cruces y los golpes de pecho de nuestros políticos, y los mensajes de obispos y pastores, y los discursos de diputados que dicen cosas como “sólo Diosito se acuerda de nosotros porque al gobierno federal no le importamos”, o “… los mexicanos están muy deprimidos” para llevar votos a sus partidos, a muchos nos parece una burla, el colmo.
Un día antes de que comenzaran las campañas el mejor ejemplo lo ponía el actual presidente, Felipe Calderón, en una especie de mini informe – su periodo concluye formalmente el 30 de noviembre pero para muchos “el rey ha muerto” – reunió a trabajadores de organismos descentralizados sobre todo provenientes de la secretaría de Desarrollo Social, hizo invitación a gobernadores, se acompañó de la Marina y la Fuerza Aérea, todos llegaron en caravanas de camiones a escuchar el discurso en el que Calderón hablaba de la esperanza, de un país en paz, donde afirmaba que de no haber comenzado la estrategia anti-crimen habría sido muy tarde para México. El presidente aseveraba que heredaba un país de mexicanos que viven en libertad y con justicia, y que “la próxima presidenta o presidente” recibirían un país de instituciones.
Los más de 50 mil muertos no fueron mencionados, son números con nombres que avergüenzan al gobierno. No es la primera vez que un gobernante en México es cuestionado – no hace mucho de Carlos Salinas de Gortari y Porfirio Díaz siempre es referencia – pero es a quien se atribuye la autoría de esta guerra o estrategia – él mismo dice que la historia lo señalará y recalca ser el autor –, es el presidente de la alternancia, acusado de llegar fraudulentamente a la presidencia y de haber inventado esta guerra para legitimarse como tal, y por supuesto nada se dijo de ello ni de los 50 mil muertos, en cambio nos mostró de lo que están hechos los políticos de nuestro tiempo y que no escapan a partidos distintos al de Calderón: el presidente habló de esperanza y usó el informe condensado para enviar un mensaje político-partidista, las tomas de video del primer mandatario aprovechaban los perfiles en logos y luces de color azul junto al escudo nacional como el mejor video de campaña de los gurús estadounidenses… hacía pocos días el Papa había dejado México después de una televisada visita.
Las mismas referencias a lo religioso y a la fe se observaban el mismo día en que el poeta Javier Sicilia y familiares de desaparecidos o asesinados recordaban a las siete personas asesinadas el 8 de mayo del 2010 en Morelos, entre ellos su hijo y lo que dio pie a el movimiento por la paz y la justicia con la que han recorrido el país, y por lo que también ha sido acusado de hacer política a su favor. En contraste, en vez de las caravanas de miles de empleados federales participaron alrededor de 100 gentes, la cobertura mediática tuvo incluso más resonancia internacional que el evento en contraste.
Ahí sí hablaron de los 50 mil muertos, por primera vez la madre de Francisco Sicilia, Socorro Ortega, fue vista públicamente, se ofició una misa y hablaron los familiares de los desaparecidos y los muertos, también hubo un mensaje político, peligroso, llamaba el poeta a no votar porque estas serían las elecciones de la ignominia, porque sería aceptar lo intolerable. Y no pasa desapercibido para muchos que sí, la gran mayoría de los que ahora quieren ser presidente, diputados o senadores, jamás se preocuparon por hablar de las muchachas desaparecidas o asesinadas, es más, se enojaban cuando se les preguntaba o incluso se les acusa de encubrirlo o negarlo; que muchos en vez de defender al ciudadano defendían al gobernante en turno y a su partido, y que llegaron las elecciones y todo cambió, y todo se promete, pero no votar no es la solución, los votos nulos solo favorecen a los partidos, también cuenta, y esos mantienen a los chiqui-partidos en la nómina del IFE y los grandes en el poder.
Pero Sicilia también resumía la búsqueda de los familiares de las víctimas y de muchos mexicanos, justicia, esa justicia que buscamos en una fuerza superior cuando nos damos cuenta de que los políticos y gobernantes nos fallaron y que fallamos mas al no votar por ellos, que al votar por ellos; esa justicia de la que hacemos responsables a los que fallaron y a nosotros por permitirlo, y ahí entonces las ganas de hacer y no nada más de decir – aunque la palabra también es acción y un primer paso -; decía Sicilia que buscaban justicia que no venganza, que la venganza busca la sangre y ellos han elegido el camino de la Ley, pero la Ley ha fallado y la justicia también, por la gran mayoría de los que otra vez en este 2012, quieren ser.
Pero por mínimo o ridículo o sin caso que parezca, votar es el primer paso, por años la estrategia de los partidos ha sido la de provocar el desaliento y a desconfianza para que voten los de siempre, “la estructura” “el voto duro”, “el voto nulo”, por eso no les importa que no confiemos en ellos, pero fíjense bien, esta vez parece que realmente apelan al voto ciudadano, no el de “la estructura”, tiene lógica porque los ojos del dinero internacional están sobre los políticos mexicanos, las denuncias por un sistema exageradamente corrupto y nada más salpica sangre pesan, el dinero no entra a un país convulso, pero también por primera vez hay un sector auténtico de la sociedad que se ha puesto como la piedra con que han de tropezar los candidatos – todos estos movimientos y protestas tienen beneficio general -, el voto en realidad define el rumbo de un país.
En nuestra búsqueda de una respuesta superior a nuestra realidad, la que hoy estamos viviendo, nos damos cuenta de que hay cosas más importantes que el hoy material, y recobramos la fe o la encontramos o la conocemos, de distintas maneras, y también apreciamos la tranquilidad de vivir sin mirar por encima del hombro todo el tiempo, de nuestra responsabilidad de lo que hoy ocurre y de lo que pueda ocurrir mañana, y en el inmediato mundo en el que vivimos, este convulso, tenemos pues la responsabilidad de transformarlo, de acuerdo con nuestra propia fe. Si bien nuestros políticos, gobernantes y autoridades nos han fallado, debemos procurar cambiarlas, y sí, suena ridículo, pero votar es la solución, son cuatro que no nos convencen mucho los que ahora buscan la presidencia – administrar los recursos del pueblo y representarnos debe ser la vocación original del que quiera llegar ahí – pero tenemos que elegir a uno de los cuatro, somos responsables en mucho del lugar en qué vivimos así como los que nos representan son también responsables, la respuesta violenta se antoja para muchos de nosotros la debida respuesta a su falta, y a la nuestra, pero este círculo nunca terminaría.
La idea es votar hasta cansarlos, cambiarles la jugada de desalentarnos para que votemos o no votemos a su capricho – el capricho del dinero en el poder en vez de la vocación en la representación popular – y señalarlos y exigirles con esas manifestaciones civiles que no les gustan, hasta que quienes nos dirijan o representen sean los que pedimos, la Constitución Mexicana se basa en que la soberanía reside en el pueblo y es este el modo de hacerlo. Al principio de este texto se lee un extracto del libro de Morris West “Dios salve su alma”, esta es otra parte en la que el escritor retrata a un político que se parece mucho a los nuestros y que se han repetido en la historia, pero que no tiene porque ser así, esta parte reflejaba en mucho la filosofía de Charles Parnell Cassidy, el político retratado:
“Heredaremos la policía, y también a los villanos, y a los excelentes ciudadanos que sólo desean una prostituta, o una copa después del horario autorizado, o una mano de póquer, o una partida de dados, o una dosis de heroína. No nos atrevemos a destruir el sistema planeando una Noche de los Cuchillos Largos. Eso podría provocar el saqueo, la violencia y las escenas sangrientas en las calles. Tampoco podemos permitirnos el derrumbe de la confianza publica que resultaría si acusamos al actual Primer Ministro, a algunos de sus ministros y a varios altos jefes de la policía. Además, si comenzamos a romper el barro, nuestro propio bando no saldrá del todo limpio… es imposible promover la virtud mediante la tortura. Si uno no puede imponer el respeto a la ley, se convierte en el hazmerreir de todos. Si no la aplica es un criminal. Esta es una ciudad comercial, con tres millones de habitantes y un torrente de población flotante que oscurece. De modo que en realidad no se trata de imponer la virtud, sino de una incidencia aceptable del vicio, incluidos el suyo, el mío y el de las delegaciones de bomberos que nos visitan”. Se los recomiendo, pregúntense ¿a quién o a quienes les recuerda el personaje? ¿cuántos que son políticos y cuántos que son gente común?, creo que puede ayudarlos a decidir.
Aprovecho para presentarme y me tomo una pequeña licencia, mi nombre es Nadia Sosa Vázquez, nacida en Delicias, Chihuahua hija de padres bajacaliforniano y coahuilense, criada por comunistas, derechistas, ateos, católicos y evangelistas y cristiana por elección, ávida lectora de todo pero especialmente de historia, con mucho gusto por escribir estos garabatos que hoy me hacen el favor de leer – de verdad agradezco mucho a mi escaso pero fiel público -, y reportera por destino, decisión y vocación, que a partir de hoy me permiten entrar por este medio a través de esta columna, en la que mi intención es hablar con mis palabras y retratar con mis ojos, lo que otros me cuentan y lo que otros quieren decir, y que normalmente no pueden, gracias, los espero los lunes, miércoles y viernes.
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