Podría ser que la trama sobre el café guarde un cierto parecido con la del aceite de oliva. Abreviando mucho, la trayectoria iría del veto a la panacea. Esto es lo que sugiere el último capítulo de esta telenovela que los cafeinómanos siguen con gran atención: un nuevo estudio muestra que tienen menos riesgos de morir de varias enfermedades crónicas que las personas que consumen poco o nada de café.
De la investigación, publicada en la versión online del The New England Journal of Medicine, se desprende que el café no es malo para la salud.
El estudio, un proyecto conjunto entre el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos y la asociación estadounidense que agrupa a los jubilados, es la mayor investigación sobre este asunto elaborada hasta la fecha. Analizó los hábitos de consumo de más de 400 mil hombres y mujeres de entre 50 y 71 años a lo largo de 13 años (desde 1995 hasta 2008). Al final de esa etapa, 52 mil personas (un 13 por ciento) habían fallecido.
En total, el riesgo de morir durante ese periodo fue un 10 por ciento más bajo para los hombres y un 15 por ciento más bajo para las mujeres que bebían de dos a seis tazas de café al día.
¿Significa esto que hay que inflarse a café cada día? Neal D. Freedman, el director del estudio, advierte de que los resultados deben interpretarse con cautela, ya que sólo muestran una asociación, y no causalidad.
“Es un efecto modesto. Pero una de las principales preocupaciones, durante largo tiempo, ha sido que beber café es arriesgado. Nuestros resultados muestran que este no es el caso”, dijo Freedman al The New York Times. “La gente que toma café tiene similares riesgos de muerte que los no bebedores, y podría darse un modesto beneficio”.
Lucía Íscar, especialista en medicina familiar en Valencia y nutrióloga, también cree que, a pesar de la magnitud de este estudio, es necesaria la cautela hasta que nuevas investigaciones determinen con exactitud los posibles efectos preventivos frente a determinadas enfermedades.
“La complejidad radica en la combinación de distintos y muy variados componentes en el café y sus consiguientes efectos en la salud”, señala.
De entre ellos, Íscar destaca los fitoesteroles, los mayores responsables de la actividad antioxidante del café (esto es, la capacidad para neutralizar radicales libres haciendo frente al estrés oxidativo), aunque se han descrito unos 30 compuestos que podrían poseer está actividad y relacionarse con efectos beneficiosos para la salud.
El próximo paso es, por tanto, saber más sobre estos compuestos y su relación con la salud. “Se estima que hay mil o más compuestos en el café”, señala Freedman.
Al igual que investigaciones anteriores sobre el café, este estudio se basa en un cuestionario. Aunque el sondeo incluye un amplio número de factores (desde el índice de masa corporal al estado civil, alimentación, consumo de alcohol, tabaco o ejercicio) podría tener lagunas. Es posible, por ejemplo, que los bebedores de café sean diferentes del resto de la población en alguna medida no contemplada en ese cuestionario.
Dicho de otra forma, la explicación podría no estar específicamente en el café, sino en alguna característica del consumidor, señala Susan Fisher, profesora de medicina preventiva en la Universidad de Rochester, en Nueva York.
Por lo pronto, y hasta que no se despejen las dudas con nuevas investigaciones, el café deja de ser el malo de la película.
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