Muchos de los pilotos reunidos en el Dubai Airshow pueden alardear de haber roto la barrera del sonido, pero sólo un hombre en el mundo puede decir que él lo ha hecho en el cielo y en la tierra.
Este privilegio pertenece al antiguo piloto de avión de combate de la Royal Air Force (RAF, Real Fuerza Aérea), Teniente Coronel Andy Green.
Como conductor del Thrust SSC —el coche más rápido del planeta—, rompió la barrera del sonido en 1997 con un récord mundial de velocidad de en tierra de 763 millas (1.228 kilómetros) por hora.
A pesar del ruido de la exhibición de los aviones pasando sobre su cabeza, él sigue concentrado en cuestiones más terrestres: va en busca de conducir un coche por encima de las 1.000 millas (1.609 kilómetros) por hora con el Proyecto Bloodhound.
«Como todo lo que hago en la vida, ser capaz de hacer cosas difíciles y de hacerlas bien es enormemente satisfactorio», dice desde el techo del chalet del Eurofighter en el evento.
Con un nombre que podría ser un código para una operación encubierta de la Segunda Guerra Mundial (es actualmente el nombre de un misil), el Proyecto Bloodhound tiene un montón de retos por delante.
«Básicamente estamos intentando hacer lo que nadie ha hecho antes», dice. «Tengo cinco carreras supersónicas, que es cinco veces más que cualquiera. Eso me da una perspectiva única de los retos que el nuevo coche enfrenta y de cómo vamos a llevarlo mucho más lejos».
Llevó años para perfeccionar el diseño del coche, y mientras que todavía en general se parece a un cohete con ruedas, hay muchas cosas que lo hacen mucho más que un caza sin alas; uno de los mayores retos es encargarse de las ondas de choque causadas por las ruedas viajando a velocidades tan altas.
Algo que el coche tiene directamente en común con un caza es el motor. Emplea un motor EJ200, que se encuentra normalmente en un avión Eurofighter Typhoon. Fue uno de los motores probados y desarrollados donados por Eurofighter.
Esto es lo más cercano que ha estado Green a un motor de avión en estos días; este hombre de 51 años voló en misiones aéreas sobre Bosnia e Iraq y se encargó de ejecutar misiones de la campaña aérea de la RAF sobre Libia en 2011. Durante esa campaña dijo que la tasa de éxito del motor fue del 97%, lo que significa que no tiene preocupaciones para sentarse delante de uno y lanzarse por la tierra a velocidades inimaginables.
Aunque puede ser emocionante para Green, la mayor aspiración del Proyecto Bloodhound es inspirar a una nueva generación de ingenieros y científicos. El proyecto es claramente atractivo para la comunidad científica británica, de modo que está respaldado por las agencias del gobierno británico de ciencias e ingeniería, universidades, las fuerzas armadas y otras organizaciones.
Con el fin de ganar el mayor interés posible en ciencia e ingeniería, el proyecto está en su mayoría publicado (algunos puntos técnicos sobre el rendimiento del motor están ocultos). También tiene la intención de transmitir en directo las carreras de prueba y los intentos para obtener un récord.
«Eso es casi un reto tan grande como conseguir poner el coche a más de 1.000 millas (1.609 kilómetros) por hora», dice Green.
Con el chasis construido, la idea es desplegar el vehículo para su primera prueba en el aeródromo de Newquay, al suroeste de Inglaterra. Si todo va bien, el coche será transportado al desierto de Hakskeen en Sudáfrica, en donde Green y el equipo probarán el vehículo y lo pondrán en marcha pasando la velocidad del sonido.
«La idea es ir de nuevo en 2016 y ponerlo por encima de las 1.000 mph (1.609 kph)».
Tomó tres años limpiar un tramo de 12 millas (19,3 kilómetros) de desierto para hacer una pista de pruebas -una enorme empresa que quizás refleja la ambición misma del proyecto. A Green finalmente se le dio la luz verde este mes.
Irónicamente, el hombre más rápido de la tierra no tiene realmente mucho tiempo para sentarse y apreciar la experiencia.
«(Cuando conduzco), la tierra está terriblemente cerca, pasa terriblemente rápido, y es una de esas cosas que tienes que decir en el fondo, ‘sí, eso debe ser una sensación alucinante’. Pero no puedo permitirme el lujo que sea, tengo que concentrarme en hacer mi trabajo».
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