Si pensabas que no había problema en fumar un porro de vez en cuando, un nuevo estudio dado a conocer el martes sugiere que tal vez lo quieras pensar dos veces.
El estudio, publicado en la revista Journal of Neuroscience, es el primero en vincular el consumo ocasional de marihuana con cambios importantes en el cerebro. Y de acuerdo con los investigadores, el grado de anomalías se basa en el número de cigarrillos que fumas en una semana.
Al usar diferentes tipos de neuroimágenes, los investigadores examinaron los cerebros de 40 adultos jóvenes comprendidos en las edades entre 18 y 25 años que estaban inscritos en universidades del área de Boston. Veinte de ellos fumaban marihuana por lo menos una vez a la semana. Los otros 20 no consumían la hierba en absoluto.
A los fumadores de marihuana les pidieron que registraran su consumo de cannabis durante 90 días. Todos fueron sometidos a IRM de alta resolución, y se compararon los resultados de los consumidores y de quienes no lo eran.
Los investigadores examinaron las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento emocional, la motivación y la recompensa, llamadas el núcleo accumbens y la amígdala. Ellos analizaron el volumen, la forma y densidad de la materia gris (donde se encuentra la mayoría de las células en el tejido cerebral).
«Creo que los hallazgos de que existen diferencias observables en la estructura cerebral con la marihuana, incluso en estos adultos jóvenes y consumidores recreacionales indican que hay efectos significativos de la marihuana en el cerebro», dice la Dra. Jodi Gilman, autora principal e investigadora en el Centro General de Medicina para las Adicciones de Massachusetts. «Esas diferencias dependían de la exposición, es decir, quienes más marihuana consumían, tenían mayores alteraciones».
Más de un tercio del grupo (siete de 20 personas) solo consumía marihuana con fines recreativos una o dos veces a la semana. El consumo promedio era de seis cigarrillos a la semana, pero hubo cuatro personas que dijeron que fumaban más de 20 cigarrillos a la semana. Ninguno de los consumidores informó de problemas con la escuela, el trabajo, cuestiones legales, padres o relaciones, según el Dr. Hans Breiter, uno de los autores principales del estudio y profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Facultad Feinberg de Medicina de la Universidad de Northwestern.
«Hay una idea general ahí afuera de que el consumo ocasional de marihuana no conduce a efectos negativos, de modo que empezamos a investigar eso de manera directa», dijo Breiter. «Esta investigación con los otros estudios que hemos hecho me ha llevado a sentirme sumamente preocupado por los efectos de la marihuana en adolescentes y adultos jóvenes y a pensar que necesitamos ser muy cuidadosos sobre las políticas de la legalización y posiblemente considerar cómo evitar que cualquier persona menor de 25 a 30 años consuma marihuana en absoluto».
Desde hace mucho tiempo, los investigadores han estado preocupados por los efectos de la marihuana en el cerebro que está en desarrollo; hablamos de adolescentes y jóvenes menores de 25 años. La investigación preliminar ha demostrado que quienes empezaron a fumar a una edad temprana son más lentos para realizar ciertas tareas, tienen niveles de CI más bajos más adelante en la vida e incluso están en mayor riesgo de sufrir un derrame.
La Dra. Staci Gruber, directora de Cognitive and Clinical Neuroimaging Core en el Hospital McLean en Boston y profesora de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard, ha llevado a cabo numerosos estudios sobre el consumo de la marihuana y la función cerebral.
«Esta información sin duda confirma lo que otros han informado con respecto a cambios en la estructura cerebral», dijo. «Cuando consideramos los hallazgos del estudio de Gilman con nuestro estudio y con otras investigaciones sobre el consumo de marihuana, es evidente que se requiere mayor investigación, especialmente en el caso de las personas que están entrando a la edad adulta, ya que la exposición durante un período de vulnerabilidad en el desarrollo podría llevar a cambios neurofisiológicos que podrían tener implicaciones a largo plazo».
Gruber dice que necesitamos darle una mirada más de cerca a todos los consumidores de marihuana, sin importar si fuman una o dos veces a la semana, o si lo hacen cuatro veces a la semana.
Y ella le dio este consejo a los adolescentes: «No lo hagan a una edad temprana, antes de los 16 años. Eso es lo que nuestra información sugiere, que el consumo regular de marihuana antes de los 16 años está asociado a una mayor dificultad en las tareas que requieren juicio, planeación y la función inhibitoria, al igual que cambios en la función cerebral y la microestructura de la materia blanca, en comparación con quienes empiezan a fumar a una edad más avanzada».
Según la Encuesta nacional sobre el consumo de drogas y la salud, en 2012, casi 19 millones de estadounidenses consumieron marihuana. Se trata de la droga ilegal más consumida en el país, y su consumo está aumentando entre adolescentes y adultos jóvenes.
Los resultados del nuevo estudio concuerdan con los estudios en animales, dicen los autores, demostrando que cuando a las ratas se les administra tetrahidrocannabinol, o THC (el ingrediente activo en la marihuana que te da el efecto estimulante), hay un cambio en sus cerebros y se forman nuevas conexiones.
Gilman piensa que cuando las personas empiezan a volverse adictos a substancias, sus cerebros también forman estas nuevas conexiones.
«El próximo aspecto importante a investigar es la manera en la que estas anormalidades estructurales se relacionan con resultados funcionales», dijo. «Actualmente no sabemos cuánta cantidad de marihuana es segura y pienso que este estudio muestra que deberíamos ser cautelosos sobre el uso de la marihuana en adolescentes y jóvenes adultos cuyo desarrollo cerebral puede ser más susceptible a cambios inducidos por el cannabis».
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