Quisiera uno tratar los temas apasionantes del acontecer mundial: la revelación certera de Snowden sobre el ciberespionaje sistemático y masivo de la ASN de los Estados Unidos sobre las comunicaciones en redes sociales, internet y teléfono de millones de personas en el planeta. O la gran primavera turca donde los jóvenes más parecidos al 68 francés reclaman el fin del autoritarismo islámico del primer ministro Erdogan y todo tipo de libertades, pero no. Es tal la gravedad, es tal el nivel de deterioro de las instituciones democráticas en el estado de Chihuahua que el tema local vuelve a prevalecer sobre el nacional o el internacional.
El apagón democrático de nuestro estado es evidente no sólo para la tenaz crítica desde la izquierda. Ahora es la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) quien pone el dedo –así sea de la mano derecha- sobre la llaga purulenta del desarrollo de la democracia en nuestro estado. Esta organización acaba de dar a conocer la tercera edición del Indice de Desarrollo Democrático de Mexico, correspondiente al año 2012. Es una investigación auspiciada por la Fundación Konrad Adenauer, de Alemania y llevada a cabo por Polilat y el Colegio de México. A ninguna de estas instituciones se le puede tachar de no seria o de izquierdista.
En dicho estudio, Chihuahua figura en antepenúltimo lugar nacional –trigésimo- en lo que se refiere a desarrollo democrático, sólo por encima de los estados de Guerrero y de Chiapas. El estudio analiza tres dimensiones: el respeto a los derechos poíticos y libertades civiles (democracia de los ciudadanos); calidad institucional y eficiencia política (democracia de las instituciones) y ejercicio del poder efectivo para gobernar en lo social y en lo económico. Se refiere al ejercicio práctico de la democracia en las entidades federativas, no al discurso de políticos y gobernantes.
Tres estados encabezan el índice: Baja California Sur, con un desempeño récord de 10 mil puntos; Colima y Nayarit. En el otro extremo figuran apenas sobrapasando los dos mil puntos, Guerrero en último lugar, con 2 mil 12 puntos; Chiapas con, 2 mil 298, Chihuahua, con 2 mil291 puntos y Sinaloa con dos mil 670. Las 32 entidades federativas se agrupan en cuatro niveles en cuanto a su desarrollo democrático: alto, medio, bajo y mínimo. Por supuesto que nuestro estado figura entre las últimas, es decir de mínimo desarrollo democrático.
Eso es en lo estático, pero también en lo dinámico, pues Chihuahua muestra la tercera mayor caída porcentual en este índice con respecto al 2011, debajo solamente de Sinaloa y Chiapas.
En la primera dimensión derechos civiles y libertades políticas Chihuahua figura en el penúltimo lugar nacional, con un descenso de más de 54%. Es uno de los tres con menor porcentaje de voto como signo de adhesión política, pues el abstencionismo en las elecciones locales –en este caso de 2010- fue el más alto del país, apenas con un 40.3% de participación. En el subíndice “libertades civiles” Chihuahua también ocupa el último lugar nacional pues ahí se consideran tres indicadores: libertades , exclusión de la población indígena y violencia de género. Nuestros pueblos indígenas son de los más pobres, con menos acceso a servicios y más rezago social del país. Por otro lado, seguimos con el vergonzoso estigma de ser el estado donde más mujeres se asesinan: 12.7 por cada 100 mil habitantes. También somos el estado donde más se condicionan las libertades y se limitan los derechos con pretexto de la inseguridad. Se criminaliza la protesta social, como en el caso de la denuncia por 550 millones de pesos de la minera Mag Silver contra doce barzonistas, denuncia procesada con singular diligencia por el Gobierno del estado.
En lo que se refiere a “calidad institucional y eficiencia política”, es decir, la democracia de las instituciones, nuestro estado queda en penúltimo lugar y lo más significativo es que figura en el lugar 14 en cuanto a percepción de la corrupción, es del grupo de los que menos cumplen con abrirse a la participación ciudadana en políticas públicas, En elsub índice de “accountability” es decir, la dimensión legal que hace referencia a aquellos mecanismos institucionales diseñados para asegurar que las acciones de los funcionarios públicos estén enmarcadas legal y constitucionalmente, Chihuahua figura en antepenúltimo lugar. Y, muy importante, en lo que se refiere a los subíndices de libertad de prensa y al acceso a la información pública, Chihuahua ocupa de nuevo el antepenúltimo lugar y es de los que más descendió entre 2011 y 2012. Mal y de malas.
Finalmente, en la tercera dimensión, “ejercicio de poder efectivo para gobernar”, en el indicador “desempleo urbano”, Chihuahua se ubica en el trigésimo lugar; en duodécimo lugar en cuanto a porcentaje de la población por debajo de la línea de pobreza; tiene un buen desempeño en cuanto a tasa de mortalidad infantil gasto en salud y porcentaje de analfabetismo. Sin embargo, está en la posición 26 en cuanto a eficiencia terminal en la educación secundaria. Es en el subíndice económico donde mejor se desempeña Chihuahua, segundo lugar nacional en cuanto a la capacidad del gobierno para promover el desarrollo económico.
El análisis concluye que : “Chihuahua es un estado de contrastes, se coloca en el 30º lugar del ranking y continúa entre los estados de peor desempeño democrático del país como consecuencia del clima de violencia que afecta derechos, libertades y calidad institucional. Se ubica en el último puesto del ranking nacional de derechos y libertades y penúltimo en el de desempeño institucional. Se califica por debajo del promedio nacional en desarrollo social (21º), pero es muy bueno su desempeño económico (2º).
Aquí diferimos en la apreciación. No es a consecuencia del clima de la violencia que se afectan los derechos, libertades y la calidad institucional, pues hay estados donde la violencia también se ha enseñoreado, como son Coahuila y Nuevo León, incluso Tamaulipas, que sin embargo ocupan mucho mejores lugares que el nuestro en el índice de desarrollo democrático. Es más bien lo contrario, aquí en Chihuahua, la violencia tiene mucho más impactos y es más generalizada y virulenta por la baja calidad de instituciones democráticas, por el rechazo a la crítica, por la criminalización de la protesta social, por la no rendición de cuentas.
Un botón de muestra para terminar: en Coahuila se realizó un gran foro sobre las desapariciones forzadas, con la presencia de comisiones oficiales y no gubernamentales de derechos humanos, organismos internacionales, representantes de víctimas. El foro fue presidido por el propio gobernador del estado y estuvo presente el congreso en pleno. En tanto, aquí, en Chihuahua, el gobierno del estado simplemente rechaza que exista el problema de las desapariciones forzadas.
No es que a mayor violencia, menor democracia: sino todo lo contrario, a mayor antidemocracia, mayor violencia. Es el desastre de Chihuahua.
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