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Opinión

El detrimento del simbolismo. Por Itali Heide

No solemos pensar en lo mucho que vivimos a través de los símbolos que nos rodean. Reconocemos nuestro signo del zodiaco, usamos palomas blancas en las bodas, nos deleitamos en la libertad del vuelo de las mariposas monarca, demostramos nuestro amor con rosas rojas y enviamos emojis para reflejar nuestras emociones.

Los símbolos sirven de guía para mostrarnos cómo y en qué concentrar nuestras emociones y, lo más importante, pueden cambiar nuestro comportamiento. Un octágono rojo nos indica que debemos parar el carro. Una cruz transmite creencias religiosas. Una señal de peligro nos impide ingerir veneno. Queramos o no, hemos creado una red de entendimiento que supera la lingüística y se sumerge en la profundidad visual de nuestra humanidad.

La historia de los símbolos se puede enmarcar como un largo camino hacia la simplificación. Los símbolos más reconocidos son claros y concisos, excluyendo lo que no es esencial. Pareciera que los seres humanos siempre han buscado simplificar su existencia, pero en la era de consumo se ha vuelto un detrimento a la sociedad. Me declaro culpable de responder mensajes con stickers o GIFs en lugar de encontrar las palabras para contestar con atención e interés. En lugar de platicar mis preocupaciones generales de la vida y crisis existenciales con amigos, comparto memes aludiendo a la pérdida de salud mental. Me encuentro relacionadándome más con los TikToks que con las personas. Un exceso de simbolismo me han simplificado la vida, pero a cambio de mi conexión con la vida real.

Parece que hay tantas cosas a nuestro alrededor, que tomamos el camino fácil cuando se trata de relacionarnos con los demás. Si añadimos una pandemia mundial a la ansiedad ya existente que viene como un combo con la existencia como humano, la comunicación se vuelve aún más agotadora. ¿Hay algo que podemos hacer para cambiar el rumbo que tomamos? Está claro que cambiar la forma en que nos hemos acostumbrado a vivir es más difícil de lo que parece. Sin embargo, las cosas que son difíciles suelen merecer la pena.

Debemos superar nuestra necesidad de gratificación instantánea, respuestas rápidas y clics sin sentido. Si tenemos que vivir en la era de Internet, asegurémonos de utilizarla correctamente. Cada día es una nueva oportunidad para establecer conexiones, iniciar conversaciones, abrir mentes y estimular nuestros pensamientos. Nos hemos convertido en los robots que tememos que nos gobiernen algún día, y la única manera de evitar la zombificación de nosotros mismos es despertar del sueño del simbolismo vacuo.

Opinión

El discurso de la frialdad. Por Caleb Ordóñez T.

¿En qué país vive Claudia Sheinbaum? ¿Quién escribe sus discursos?

Caleb Ordóñez T.

La candidata de Morena recorre el país con una extraña bandera:

“México está mejor que nunca”, lo ha repetido una y otra vez, mientras los asistentes a sus mítines se extrañan verdaderamente de su positivismo irreal.

Y no, no se trata de criticar por criticar a la doctora. Tampoco de hacer una diatriba por su intención de calmar el hartazgo social a causa de la violencia permanente. Sino, de enfrentar con números y mostrar la cruel realidad. Estamos en un país incendiado, que no tiene una respuesta clara para acabar con los ríos de sangre y la guerra siempre perdida contra los cárteles y todo tipo de grupos delincuenciales.

Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador en México, las cifras de muertes por asesinato han sido objeto de atención mundial y preocupación constante. Aunque hay fluctuaciones anuales, el país ha enfrentado un desafío persistente en términos de seguridad y violencia.

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