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Revista

El extraño fenómeno de la exitosa serie “Los elegidos” de Netflix

  • La serie se ha convertido en las más vista a nivel mundial.
  • Ha sido aclamada y alabada por la crítica, incluso yendo contracorriente a la actual sociedad.

Las series, principal fuente de entretenimiento en la sociedad actual, se encuentran a la vanguardia del mainstream, de lo políticamente correcto. Ofrecen una proporción milimétrica de reparto de diversidad racial, de género, de sensibilidades LGTBI e incluso religiosas. Como productos destinados al consumo masivo, se cuida con exquisita delicadeza ofender lo menos posible a las millonarias audiencias. Se advierte de aquello que pueda resultar ofensivo: la violencia, la desnudez, el consumo de tabaco, de alcohol y de todo tipo de drogas y hasta se previene a los espectadores fotosensibles.

De repente, un fenómeno a contracorriente ha venido a perturbar el pensamiento socialmente aceptado. Se trata de The Chosen (Los elegidos). Lo cierto es que choca. ¿Qué pinta una serie sobre la vida de Jesucristo entre las más vistas y las más alabadas por la crítica? Una serie que viene a hacernos preguntas incómodas, a remover conciencias, a resucitarnos la espiritualidad en una sociedad laica, donde la espiritualidad ha sido arrinconada a los lugares más discretos de la vida privada.

La primera y segunda temporadas fueron estrenadas por Movistar -supongo que no por casualidad- la pasada Semana Santa. No se trata de una serie nueva. En realidad, el primer capítulo fue realizado hace ya seis años y la serie ha estado disponible, la mayoría de las veces de forma gratuita, en las plataformas minoritarias Plex, acontra+ y YouTube.

 

Tráiler de la segunda temporada de la serie ‘Los elegidos’

Al comienzo del primer capítulo una leyenda advierte: «The Chosen está basada en las verdaderas historias de los Evangelios. Algunas localizaciones y fechas han sido combinadas o condensadas. Las historias personales y diálogos de algunos personajes han sido añadidos. En cualquier caso, todo el contexto bíblico e histórico ha sido adaptado y algún toque artístico añadido para sustentar la verdad y la intención de las Escrituras. A los espectadores se les anima a leer los Evangelios. The Chosen se basa en una historia real».

Lo novedoso de la serie, además de su temática, es que no está producida por ninguna de las grandes plataformas y productoras, sino mediante crowdfunding.Su creador y director, Dallas Jenkis, lanzó en 2017 el episodio piloto, que había rodado en una finca de su propiedad. Se difundió en redes sociales para medir su potencial de audiencia. Fue visto por quince millones de personas en todo el mundo.Entonces decidió preguntar a sus seguidores si estarían dispuestos a financiar la serie completa. La respuesta fue abrumadoramente positiva, hasta el punto de llevar recaudados en 2021 40 millones de dólares, dando lugar al mayor proyecto de financiación colectiva de este tipo.

No sólo ha sido posible gracias a la ayuda de los espectadores, la serie también ha recibido financiación de Netflix, Prime Videoy Peacock (plataforma de NBCUniversal), que la incluyeron en sus catálogos tras comprobar que se adaptaba a sus estándares. También fue estrenada en cines, lo que produjo ingresos por taquilla. La realidad es que, según sus productores, a finales de  2022, la serie estaba disponible en 600 idiomas y 108 millones de espectadores habían visto al menos un capítulo.

Los elegidos, dentro de su carácter modesto comparado con otras grandes producciones, tiene una factura correcta y cuenta con actores profesionales, muchos de los cuales hemos visto en otras series. Ofrece la particularidad sobre producciones anteriores en torno al mismo asunto de que está narrada no desde el punto de vista tradicional, con Jesús en el centro, sino a través de las personas que le conocieron, lo que opinan sobre Él y cómo ha influido en sus vidas.

Dallas Jenkins ha declarado que el fenómeno responde a que el público demanda «algo diferente». Sostiene que han pretendido mostrar a Jesús de una forma «personal, íntima y moderna». En esa modernidad debe de incluir una presencia de personajes no caucásicos y un papel protagonista de la mujer muy superiores a lo que estamos acostumbrados en anteriores relatos bíblicos.

Jenkins, que no da puntada sin hilo asegura que pretendía crear una serie que pudiera ser vista, como el resto de la series, «compulsivamente». Es decir, que enganchara y que, tras ver un capítulo, el espectador no resistiera la tentación de ver el siguiente.

Por su parte, Matthew Faraci, productor ejecutivo, ha denunciado que existe «una gran audiencia que demanda un entretenimiento de alta calidad basado en la fe que Hollywood pasa por alto y desatiende con demasiada frecuencia». Y ha añadido que «la mejor historia jamás contada debería ser vista con la misma pasión que Stranger Things».

Cartel de la serie. Temporada 2

Llevado sin duda por los prejuicios, uno espera de The Chosen una de las múltiples iniciativas evangélicas de las distintas religiones del «cinturón de la Biblia». Otra obra de los innumerables telepredicadores que pueblan las televisiones estadounidense.

Pero no. Los elegidos es un relato sencillo, donde las archiconocidas historias de los Evangelios se narran con aparente asepsia, sin más mensajes moralistas que los de las propias Escrituras, fácilmente compartibles. De hecho, la producción ha recurrido a numerosos expertos en las diversas religiones para asegurarse que en los guiones no se colara nada ofensivo para ninguna sensibilidad religiosa. Misión casi imposible. Estoy casi seguro de que pasada por el tamiz de teólogos católicos, imanes o rabinos, aparecerán aspectos inapreciables para el espectador común, pero que no se ajustan al cien por cien de la ortodoxia correspondiente.

En cualquier caso, la llegada de una serie como esta a las plataformas acercará a nuestros jóvenes al conocimiento de uno de los fundamentos de nuestra civilización, como son los valores cristianos.  Unos fundamentos a los que las últimas generaciones no han tenido acceso. Ya prácticamente  no se estudia religión, sino ética, y la historia de las religiones está ausente de los planes de estudio.

Tal vez sea precipitado hablar de un creciente interés por lo espiritual en esta sociedad laica, con valores cada vez más difusos. Pero, coincidiendo con la llegada de Los elegidos a Movistar, Onda Cero ha subido a su plataforma un muy interesante podcast sobre la figura de Caifás, dirigido por Carlos Alsina, y la prestigiosa, y nada confesional, revista New Yorker ha publicado en su web un especial bajo el título: «¿Qué hizo Jesús? Lo que se lee y no se lee en los Evangelios».

Revista

Revive la espectacular inauguración de los juegos olímpicos de Paris 2024

Con el Sena como escenario y el espectáculo aguado por la lluvia, París 2024 repasó los hitos de la historia de Francia siguiendo a un misterioso encapuchado que portaba la llama, con momentos de protagonismo para la Revolución, la literatura, el cine y un homenaje a mujeres como Simone Veil o Simone de Beauvoir.

El espectáculo concebido por Thomas Jolly se dividió en doce segmentos que se fueron sucediendo desde la salida de la delegación de Grecia, desde el puente de Austerlitz, a la cabeza de los 85 barcos que transportaron a las 205 delegaciones olímpicas.

La inspiración de ‘La vie en rose’ primero y Lady Gaga después, con un número de cabaret, fueron la primera gran actuación musical, antes de llegar entre acrobacias a la zona de la catedral de Notre-Dame (aún cerrada por la restauración del incendio que sufrió en 2019), con un guiño a la literatura de Victor Hugo y a su popular personaje Quasimodo.

‘Los miserables’, ‘La libertad guiando al pueblo’ y ‘La Gioconda’ -que a pesar de ser el cuadro mejor custodiado del Louvre, llegó a manos de los minions de la saga ‘Despicable Me’- fueron otras obras artísticas icónicas de la cultura francesa que tuvieron sus momentos de protagonismo a medida que el desfile cruzaba la ciudad.

Fue al paso del encapuchado (de aspecto similar al protagonista de la saga de videojuegos Assassin’s Creed) con la llama por la Conciergerie, un palacio donde estuvo prisionera María Antonieta, cuando sonaron las guitarras más potentes de la noche para recordar la Revolución francesa.

La voz de Marina Viotti y el grupo metalero Gojira se encargaron de recordar la ira del pueblo con la canción revolucionaria ‘Ah, ça ira’, en uno de los momentos más vibrantes del espectáculo.

La lírica la puso después la ópera ‘Carmen’, del francés Georges Bizet, y también la mezzosoprano Axelle Saint-Cirel al cantar el himno de Francia, ‘La marsellesa’, desde el tejado del imponente Grand Palais, que ha sido restaurado para poder acoger varias de las pruebas olímpicas de París 2024.

Ese momento solemne se aprovechó para homenajear a grandes mujeres de la historia, como la escritora e icono feminista Simone de Beauvoir, la política Simone Veil (que impulsó la legalización del aborto en Francia), la cineasta Alice Guy o la pionera del deporte femenino Alice Milliat.

La moda, el cine y la francofonía

La lengua de Molière también tuvo su espacio con la actuación de la franco-maliense Aya Nakamura (la artista más escuchada actualmente en francés en todo el mundo), que interpretó dos de sus grandes éxitos acompañada por la Guardia Republicana ante el Instituto de Francia.

La moda, con un desfile de talentos emergentes -para no olvidar que París es la gran pasarela mundial y capital de la alta costura- , y un recordatorio de la invención del cine por parte de los hermanos Lumière fueron otros pasajes destacados de la noche.

Más internacional fue el capítulo dedicado a Europa al ritmo de ‘The Final Countdown’ (del grupo sueco Europe) y el mensaje de paz que lanzó desde una isleta artificial la cantante Juliette Armanet con una versión de ‘Imagine’.

Un caballero plateado que hizo todo el recorrido a galope sobre el agua -cuando los últimos atletas habían llegado ya a la parada final, el puente de Jena entre la torre Eiffel y los jardines del Trocadero- sirvió en la recta final para hacer repaso de la historia del olimpismo moderno, que también tiene raíces francesas gracias al barón Pierre de Coubertin.

Ese jinete llevó la bandera de los cinco anillos para ser izada frente a la torre Eiffel antes de que se escuchara el himno olímpico, los discursos oficiales y la declaración de apertura, que correspondió como es tradicional al jefe de Estado del país anfitrión, en este caso Emmanuel Macron.

El encapuchado con la llama llegó justo después, para entregársela al futbolista Zinedine Zidane, quien a su vez se la entregó al tenista español Rafael Nadal -desatando un pequeño momento de locura en el Trocadero- para llevarla de vuelta hacia el museo del Louvre junto a otras tres leyendas del deporte: Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.

Fueron finalmente los franceses Marie Jose Perec y Teddy Riner los encargados de prender el pebetero, un globo aerostático que se elevó al cielo en Tullerías, mientras en lo alto de la torre Eiffel hacía su aparición triunfal la canadiense Céline Dion, cantando el ‘Hymne à l’amour’ de Edith Piaf, con un portentoso chorro de voz pese a la grave enfermedad neurológica que padece.

https://www.youtube.com/live/S7_0QuGodtE?si=4UG224KKUr8y0R5b

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