En México existen más de 4 mil 500 egresados del Instituto Politécnico Nacional en distintas especialidades, con estudios de licenciatura, maestría y doctorado –incluidos 850 “de clase mundial”– que están a disposición del sector agropecuario, forestal e hidráulico, capaces de emprender y participar en miles de proyectos productivos para convertir a estas actividades en factor de desarrollo económico y social del país.
Así lo señalaron los ingenieros Carlos López Ortiz y José Iber Rojas Martínez, egresados del IPN, durante un encuentro con integrantes de la Confederación Nacional Campesina, que encabeza el senador Gerardo Sánchez García, en la que se trató el tema de la importancia del agua para el futuro en la producción de alimentos.
López Ortiz informó que en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas y en las distintas disciplinas de la ingeniería, hay técnicos preparados y dispuestos a incorporarse a proyectos productivos en las fases de producción y procesamiento industrial de alimentos provenientes del campo. “Lo que hace falta a los productores del campo, dijeron, es agregar valor a todo lo que se produce”.
Pusieron como ejemplo que producir un huevo cuesta un peso o uno cincuenta; se comercializa al consumidor en dos pesos y, cuando se pide en un restaurante o una fonda un par de “huevos a la mexicana”, se tenga que pagar un precio de 40 o 50 pesos. Y así sucede con el café, los frijoles, las tortillas y diversas salsas. Con la carne, ni se diga. Un simple bistec guisado, tiene un valor hasta de 100 pesos, con un peso de 100 gramos.
La diferencia de estas enormes ganancias, dijeron los técnicos del Poli, nada tienen que ver con los productores originales de estos alimentos. Simplemente los campesinos y productores del campo, no participan y no tienen ni idea de que hay grandes posibilidades de agregar valor a sus productos para tener acceso a mejores precios y a hacer negocios de pequeña, mediana y gran escala.
Por su parte, el ingeniero Rojas Martínez se refirió al tema del agua a nivel nacional. Por una parte, dijo, en el centro y norte de la República, se presenta la escasez; llueve poco y se desperdicia mucho; en cambio, en el sur y sureste, llueve en abundancia y hay excedentes extraordinarios.
En términos gruesos, dijo, en las regiones del sur y en la vertiente del Golfo de México, se desperdician más de 5 mil metros cúbicos por segundo que desembocan en el mar, mientras que en el Distrito Federal y el resto del Valle de México, hay escasez del vital líquido. Nada menos que en el D,F tiene que implantarse el racionamiento o el corte, cuando en Chiapas y Tabasco el agua se tira al mar.
Al explicar cómo se puede enfrentar a la sequía que azota a la región central del país, Rojas Martínez aseguró que “no hay problema: igual que se transporta el petróleo de Chiapas a Laredo, Tamaulipas, en un recorrido de 3 mil kilómetros”. Esto, con una ventaja para el agua, que es un líquido muy fluido, mientras que el petróleo es de alta densidad. De Chiapas o Tabasco al D,F el agua sólo tendría que recorrer entre 900 y mil kilómetros, dijo con vehemencia el ingeniero José Iber Rojas Martínez.
Sobre el mismo tema, expresó que la ciudad de México y su área metropolitana requieren de unos 60 o 70 metros cúbicos por segundo, lo que sólo significa menos del diez por ciento del potencial de agua que se desperdicia. Con este mismo proyecto, en el supuesto de que se condujeran 150 metros cúbicos por segundo, alcanzaría para surtir de agua a todas las ciudades por donde atravesara ese acueducto.
Otro proyecto que sugirió el profesionista politécnico, es el de la “Cuenca de Chicontepec”, en el norte de Veracruz, cuyo potencial hidráulico es conducido por el río Tecolutla hasta el Golfo de México, el cual hasta ahora está abandonado. Se podría surtir a los estados de San Luis Potosí, Zacatecas y parte de Tamaulipas.
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