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Opinión

El mito. Por Raúl Saucedo

Por si las dudas

Se preguntará usted apreciable lector la ausencia de mis letras dentro de la semana pasada, pensé que nadie me había hachado de menos y si alguien noto la huida momentánea me lo hizo saber, le comparto que no fue por distraído ni mucho menos por abandonar la entrega semanal de mis ideas, simplemente quizá hice Ghosting de opinión.

Raúl Saucedo

Raúl Saucedo

Sin lugar a duda las recientes semanas nos han regalados noticias y anécdotas propias de un mundo surrealista, de esos mundos donde Salvador Dali se siente incómodo. Las noticias nacionales, regionales e internacionales abundan los muros de redes sociales, los grupos de mensajería instantánea y podcast escuchados en trayectos a la jornada laboral.

En esta ocasión y a consecuencia de los sucesos recientes de los conflictos dentro de medio oriente creo pertinente comentar sobre el conflicto entre Palestina e Israel. Esta esuna cuestión histórica que ha perdurado por décadas, sigue siendo una de las disputas más complejas y duraderas en el mundo. Desde la creación del Estado de Israel, el enfrentamiento ha sido una fuente constante de tensiones y derramamiento de sangre.

El conflicto palestino-israelí se remonta al siglo XIX y está enraizado en reivindicaciones territoriales, históricas, religiosas y culturales que han llevado a la lucha constante por la tierra en la que ambas naciones buscan establecer sus estados. En 1947, la ONU aprobó el Plan de Partición, que buscaba dividir Palestina en dos estados: uno judío y otro árabe. Si bien los líderes judíos aceptaron el plan, los líderes árabes lo rechazaron, iniciando la primera guerra árabe-israelí.

Desde entonces, el conflicto ha evolucionado y ha involucrado numerosos enfrentamientos militares, incluyendo la Guerra de los Seis Días en 1967 y la Guerra de Yom Kipur en 1973. Diferentes escaladas de violencia y tensiones en la década de los 90`s hasta el pasado fin de semana.

Jerusalén es un punto central de conflicto. Tanto israelíes como palestinos reclaman Jerusalén como su capital, y esta ciudad sagrada ha sido escenario de tensiones y conflictos a lo largo de la historia. El reconocimiento por parte de Estados Unidos de Jerusalén como la capital de Israel en 2017 generó una gran controversia y desencadenó protestas en toda la región.

La cuestión de los refugiados palestinos es un tema especialmente sensible. Millones de palestinos y sus descendientes viven en campos de refugiados en Cisjordania, Gaza, Líbano, Jordania y otros países vecinos. La cuestión de su derecho al retorno a sus tierras ancestrales sigue siendo uno de los mayores obstáculos para una solución de paz.

El conflicto entre Palestina e Israel es un recordatorio constante de la necesidad de un diálogo, la empatía y la búsqueda de soluciones pacíficas en lugar de la violencia. La pérdida de vidas y la devastación que ha causado este conflicto son inaceptables, y es crucial que la comunidad internacional siga buscando vías para avanzar hacia una solución justa y duradera.

Dentro de atrocidad de los hechos recientes y el sadismo de los videos que quizá han llegado a sus pantallas me he preguntado como es posible que el sistema de inteligencia israelí, ese que goza de reputación internacional por mas de medio siglo en inteligencia militar y política no se haya percatado del asalto a su país.

El ataque sorpresa lanzado por Hamás ha sacudido la percepción de seguridad de los servicios de inteligencia de Israel. Con cerca de un millar de muertes en suelo israelí, este evento desafía a uno de los pilares del Estado de Israel. Expertos sugieren que pudo haber ocurrido un fallo de coordinación entre los diferentes servicios de inteligencia israelíes, recordando paralelismos con el 11-S en Estados Unidos. Sin embargo, algunos sostienen que es improbable que Israel, con sus avanzados sistemas de inteligencia y defensa, haya pasado por alto un ataque tan masivo. El evento también podría tener implicaciones políticas, ya que el gobierno de Benjamin Netanyahu podría aprovecharlo para reforzar sus políticas más ultranacionalistas, presentándose como víctima ante la comunidad internacional.

Todo esto sucede mientras al escribir esta columna de opinión veo con recelo mi teléfono celular pensando que Pegausus lo habita y así alimentar el mito de que la inteligencia israelí nos vigila, pero por si las dudas espere mi llamada por whatsapp

Opinión

Panorama. Por Raúl Saucedo

LA NATURALEZA DE LAS COSAS

La famosa frase de Lenin, «Hay décadas donde no pasa nada; y hay semanas donde pasan décadas», resuena al observar el panorama político actual de cualquier país.

En épocas de aparente calma, la maquinaria de los sistemas dentro de los países “avanza” con lentitud, casi imperceptible. Las instituciones se afianzan en rutinas, los liderazgos se enquistan en el sistema y la ciudadanía se adormece en una falsa sensación de estabilidad. Sin embargo, la historia nos demuestra una y otra vez que esta tranquilidad puede ser súbitamente interrumpida por períodos de intensa convulsión, donde el cambio se acelera de forma vertiginosa y las estructuras de poder se reconstruyen.

En estas «semanas donde pasan décadas», la sociedad se ve sacudida por una sucesión de acontecimientos que transforman radicalmente el panorama político, económico y social en esta aceleración del tiempo histórico.

Durante estos períodos, las viejas certezas se desmoronan y emergen nuevos actores y discursos. La ciudadanía, antes pasiva, se politiza y exige cambios profundos. Las instituciones, sometidas a una presión inédita, se ven obligadas a adaptarse o a colapsar. Los liderazgos tradicionales son desafiados por nuevas figuras que capitalizan el descontento popular. En definitiva, se abre un proceso de reconfiguración del poder, cuyas consecuencias son difíciles de predecir.

Un ejemplo paradigmático de este fenómeno lo encontramos en las revoluciones. La Revolución Francesa, la Revolución Rusa, la Primavera Árabe, entre otras, condensaron en pocos años transformaciones que marcaron el destino de naciones y regiones enteras. En estos casos, la acumulación de tensiones sociales y políticas durante décadas encontró una vía de escape repentina y a veces violenta, dando lugar a un cambio de época.

Pero no solo las revoluciones pueden ejemplificar la frase de Lenin. También en democracias consolidadas se observan períodos de aceleración histórica, donde la irrupción de nuevos desafíos o la crisis de los modelos tradicionales obligan a una profunda redefinición del sistema político. La crisis económica de 2008-09, el auge irruptivo demagógico, la pandemia de COVID-19, son algunos ejemplos de eventos que han generado en el mundo contemporáneo.

En momentos de incertidumbre, la capacidad de adaptación se vuelve crucial. Los líderes políticos deben ser capaces de leer los nuevos tiempos y ofrecer respuestas a las demandas ciudadanas. Las instituciones deben reformarse para garantizar su legitimidad y eficiencia. Y la ciudadanía debe ejercer su rol protagónico con responsabilidad y compromiso.

La frase rectora de Lenin nos invita a reflexionar sobre la naturaleza dinámica de la política actual en México y la importancia de estar preparados para los momentos de cambio acelerado. En un mundo amalgamado, la estabilidad es un espejismo. La historia nos enseña que la clave reside en comprender esta dinámica y actuar con lucidez y determinación para construir un futuro mejor para todos.

Antes de concluir, le ofrezco una disculpa apreciable lector por mi ausencia en letras de la semana pasada, pero es que pareciera que en la última semana la frase rectora de esta columna fue presente  y prueba de ello el “manifiesto menguante” que algún día será leído.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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