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El movimiento de Black Lives Matters regresa con protesta en forma de danza «Never Twenty One»

Haciendo eco del hashtag #Never21 acuñado por el movimiento Black Lives Matter, el espectáculo de danza “Never Twenty One” rinde homenaje a las víctimas de la violencia armada en Nueva York, Río de Janeiro o Johannesburgo, quienes nunca cumplirán 21 años.

George Floyd fue asesinado en Minneapolis el 20 de mayo de 2020 en manos de la fuerza policial, acto que provocó indignación nacional y por el cual se inició la protesta “Black Lives Matters” para exigir el fin de la violencia policial contra los estadounidenses negros; el eco de este hecho llegó hasta el Festival Internacional Cervantino con la pieza “Never Twenty One”, de la compañía francesa Compagnie Vivons!

El escenario del Teatro Cervantes recibió al público en total oscuridad, por momentos, unas luces blancas parpadeaban de manera intermitente, mientras otras alumbraban al público, haciendo alusión a la búsqueda de las familias de los cientos de cuerpos desaparecidos en todo el mundo.

Desde la penumbra emergen tres bailarines, quienes en su piel llevan pintadas palabras en distintos idiomas como francés, italiano, español y portugués, las armas y los actos atroces sufridos por las víctimas y sus familias. Pero también aquellas que se anhelan como paz y vida.

Una danza o invocación que por momentos se vuelve suave, taciturna, otras violenta y extenuante, mismas que permitían escuchar la respiración agitada de los bailarines hasta llegar al silencio.Como espíritus errantes, hablan de estas vidas robadas y rotas, pasando del krump al electro y del pop al dance contemporáneo y rap, todas haciendo alusión a las víctimas de la violencia armada en Nueva York, Río de Janeiro o Johannesburgo.

Incluso, parte de este hecho que se vuelve performático se puede escuchar de manera irónica “Hands On” de Kanye West, quien recientemente presentó la nueva colección de su firma durante un desfile en Francia. Algunos modelos del desfile vistieron una camiseta en cuya espalda podía leerse “White lives matter”, lema vinculado al supremacismo blanco y utilizado en respuesta al movimiento antirracista Black Lives Matter.

La lucha, el dolor y los últimos minutos de vida de las víctimas de violencia racial se representan a través de los movimientos corpóreos; en ciertos instantes también se pueden escuchar los testimonios de las familias, amigas, amigos y parejas de a quienes les fue arrebatada la vida.

En los audios se puede escuchar sobre cómo fue su vida después de el asesinato de su pariente, de cómo algunos no lograron vivir más allá de los 21 años o, incluso, quienes aún no pueden creer que la persona haya fallecido por un acto racista y lleno de odio.

La danza se vuelve un acto de denuncia, un reclamo y un grito para que se haga justicia ante este hecho por el cual cada vez son arrebatadas más vidas. Un acto crudo, directo que no necesitó de utilería, más que los tres bailarines y un juego de luces que representaba los tiroteos y los actos de violencia.

El coreógrafo y bailarín Smaïl Kanouté mezcla la danza con las artes visuales para convertir su trabajo en una especie de pintura sobre el escenario, con la cual quiere llevar a las piezas dancísticas hacia nuevos horizontes.

Para Kanouté la expresión artística necesita de nuevos bailes, tipos de danza y expresiones artísticas con las cuales las poblaciones jóvenes logren crear, a pesar de vivir en ambientes de violencia.

En septiembre de 2018, Smaïl Kanouté viajó por primera vez a Nueva York para presentar su espectáculo Les Actes du Désert. Al mismo tiempo, con Collectif Racine filmó un video-danza en homenaje a las víctimas de las armas de fuego.

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Basándose en testimonios de los residentes del Bronx,el artista tradujo las historias de estos jóvenes que mueren antes de los 21 años al lenguaje de la danza. Si bien, este hecho parte de lo vivido en Nueva York, un estado donde la violencia de la vida cotidiana es fantaseada o incluso estetizada por la industria de Hollywood, estas tragedias son parte de una mitología moderna.

El deseo de salir adelante, de triunfar, lleva a estos jóvenes a asumir riesgos increíbles. Este afán de vida imbuido de urgencia y necesidad recuerda al del coreógrafo en su acto de creación. Una ambiciosa búsqueda empuja a cada uno de ellos a poner su cuerpo más que en juego, en peligro. ¿Qué tal una coreografía donde el coreógrafo pone en juego su vida?

“Never Twenty One (Nunca veintiuno)” es la primera pieza de un tríptico que investiga la condición de la comunidad negra en diferentes épocas y lugares, así como el impacto del colonialismo y la persistencia de los ritos ancestrales como una manera de afirmar su identidad.

 

Fuente: reporteindigo.com

 

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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