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El origen de las sospechas sobre el laboratorio de Wuhan: la muerte de tres trabajadores en una mina llena de murciélagos en 2012

Hace casi una década, un grupo de científicos halló un virus 96% idéntico al coronavirus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad COVID-19. El descubrimiento fue hecho en China, luego de que tres empleados de una mina murieran tratando de limpiar el excremento de murciélagos. Las miles de muestras extraídas del lugar fueron almacenadas a 1.600 kilómetros, en los laboratorios del Instituto de Virología de Wuhan, que hoy vuelve a estar señalado como posible origen de la pandemia.

Seis trabajadores que limpiaban en la mina de cobre abandonada en Mojiang, en la provincia de Yunnan, sufrieron síntomas respiratorios, incluyendo fiebre alta, dolores corporales, tos y neumonía. Tres de ellos murieron. Con los tests que existían en ese entonces, dos de ellos dieron positivo por un tipo de coronavirus similar al SARS, lo que desató las investigaciones de los expertos del Instituto de Wuhan que han durado varios años y siguen dando resultados sobre los distintos virus relacionados y sus variantes.

Ante el misterio sobre el origen de la pandemia, Wuhan, primer epicentro de contagios, recibe las sospechas.

Ningún virus murciélago encontrado hasta ahora es lo suficientemente similar al SARS-CoV-2 como para ser un ancestro directo, pese al 96% de similitud detectado con el identificado como RaBtCoV/4991 de las muestras extraídas en esa mina.

(AFP)(AFP)

Entonces, si bien el nuevo virus podría haberse propagado a las personas directamente de los murciélagos, los investigadores creen que es más probable que haya pasado a través de un animal intermedio. Por ahora, buena parte de las teorías se centran sobre el pangolín, un animal muy vendido en los mercados húmedos. Así, está prácticamente descartado que los trabajadores de la mina hayan sufrido una infección de lo que hoy conocemos como COVID-19.

Lo lógico sería, con todas las precauciones debidas, realizar nuevas investigaciones en la mina de Yunnan. Pero es una misión prácticamente imposible.

En la zona, poco habitada, hay cámaras de vigilancia. Las autoridades locales obstaculizan los esfuerzos por hallar más pistas sobre el tema. Un puesto de control en las cercanías evita el ingreso de varios periodistas extranjeros que se acercaron en las últimas semanas. El argumento esgrimido, según el Wall Street Journal, es que hay elefantes salvajes en la zona.

Un reportero del periódico llegó recientemente a la mina en una bicicleta de montaña, pero fue detenido e interrogado por cinco horas por la policía, que borró las fotos que había tomado en la zona. Además, los vecinos de los pueblos cercanos le contaron que los funcionaros les advirtieron que no hablen sobre la mina con los extranjeros.

A su vez, un número cada vez mayor de virólogos, biólogos y otros científicos de renombre están pidiendo un examen más detallado de la hipótesis de una fuga accidental del laboratorio que investigó esta mina abandonada.

El Instituto de Virología de Wuhan alberga un laboratorio de máxima seguridad que es uno de las pocos a nivel mundial con bioseguridad de nivel 4 (es decir, que alberga muestras de microorganismos de alta peligrosidad, como ébola o viruela). Aunque no hay evidencia que respalde la sugerencia de que el nuevo coronavirus escapó de allí, los científicos dicen que descartarlo por completo será complicado y llevará mucho tiempo.

Investigadores del laboratorio de máxima seguridad en Wuhan (AFP)Investigadores del laboratorio de máxima seguridad en Wuhan (AFP)

El laboratorio contiene coronavirus relacionados con el SARS-CoV-2, por lo que es posible que uno haya escapado, tal vez si un trabajador de laboratorio se infecta por accidente de una muestra de virus o animal en la instalación y luego se lo pasa a alguien fuera de la instalación. También es teóricamente posible que los científicos en el laboratorio modificaron el genoma del virus para fines de investigación antes de que escapara, pero, nuevamente, no hay evidencia de que lo hayan hecho.

El domingo, el Wall Street Journal señaló que tres investigadores del laboratorio chino fueron afectados desde noviembre de 2019 por “síntomas compatibles a la vez con los del Covid-19 y una infección estacional”. El régimen de Xi Jinping desmintió la versión y resaltó que las fuentes del periódico provienen de los servicios de inteligencia estadounidense.

Interrogado a ese respecto, un portavoz de la diplomacia china, Zhao Lijian, calificó el lunes las afirmaciones del diario estadounidense como totalmente falsas. “El 23 de marzo, el Instituto de virología de Wuhan publicó un comunicado donde indica que antes del 30 de diciembre de 2019 no había estado en contacto con el coronavirus. En esa fecha [de publicación del comunicado], nadie del personal o estudiante-investigador fue contaminado” por el virus, afirmó el vocero.

China reveló en la Organización Mundial de Salud (OMS) el 31 de diciembre de 2019 la existencia de un foco de casos de neumonía en Wuhan. Y el gobierno chino siempre combatió la teoría según la cual el COVID-19 habría podido escapar de uno de sus laboratorios.

Luego de una estadía de cuatro semanas en Wuhan a comienzos de año, un estudio conjunto de expertos de la OMS y chinos consideró en marzo “muy improbable” un incidente de laboratorio, pero luego la organización ordenó una investigación más profunda.

Resto del mundo

Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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