La gente que camina por el Puente Paso del Norte que une a esta ciudad fronteriza de Texas con México puede ver en tiempo real cómo va creciendo el muro promovido por el presidente Donald Trump.
Trabajadores en guardapolvos fluorescentes cavan zanjas, echan cemento líquido y levantan bloques de metal de casi 6 metros de altura para reemplazar capas de cercos con alambrado de púas en la parte alta a lo largo del río Bravo, que generalmente apenas es más fuerte que un chorrito.
La mayoría de las más de 70 mil personas que a diario cruza legalmente cuatro puentes de ciudades -para hacer compras, ir a la escuela y trabajar- no hace caso a la construcción en el mero centro de la ciudad.
Pero hace unos días, un hombre se detuvo, señaló al lugar y simplemente dijo: «Trump».
En su discurso del Estado de la Unión, el presidente dijo que una «poderosa barrera» había reducido el índice crimen y transformado a El Paso de una de las ciudades más peligrosas del país a una de las más seguras.
Demócratas y algunos republicanos en el Congreso se oponen al pedido del presidente.
Pero muchas personas en esta ciudad de desiertos con ventiscas y salsa picante resienten la idea de convertir a su vecindario en el símbolo del muro fronterizo.
La ciudad ha tenido barreras fronterizas durante décadas, pero no es segura por eso, dicen.
Con una población de unos 800 mil, El Paso ya tenía uno de los más bajos índices de crímenes violentos en Estados Unidos.
Eso pese a estar ubicada al otro lado de la frontera de Ciudad Juárez, México, plagada de violencia derivada de las drogas.
Ellos dicen que El Paso es la encarnación del espíritu transfronterizo y trasciende fronteras en vez de probar que necesita más barreras.
Los más ricos de los ricos, los más pobres de los pobres, todos tenemos diferentes necesidades para cruzar, y la gente cruza todos los días», dijo el concejal de El Paso Peter Svarzbein.
El Paso deja notar los sentimientos encontrados que la frontera inspira.
Incluso Beto O’Rourke, natural de El Paso y excongresista demócrata que ahora está sopesando si es que se postula a la presidencia, dice que las barreras son inevitables pero que el pedido de Trump para extender el muro es una «retórica cínica de guerra, de invasiones, para atemorizar».