El gobernador César Duarte mantuvo una nutrida actividad en Juárez durante el miércoles, primero en la inauguración del XXX Congreso Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional, donde estuvieron Federico Terrazas, presidente del Consejo de Grupo Cementos de Chihuahua; Osmín Rendón, presidente de la Cámara Nacional del Cemento; Juan Romero Torres, presidente de Cemex; Eduardo Ketschmer Castañeda, director de Apasco; Guillermo Álvarez Cuevas, director del grupo Cruz Azul, entre otros líderes del ramo cementero.
Fue en ese evento donde Roberto Delgado, presidente de la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez, intentó acercarse al mandatario para entregarle un documento; sin embargo, una pared de escoltas se interpuso con ferocidad.
Delgado difundió más tarde un comunicado en el que denuncia el estancamiento de los protocolos de protección para periodistas, los cuales, evidentemente, no han servido para nada, pues los comunicadores están y han estado siempre a merced de los criminales.
En respuesta a los reclamos de justicia, el gobernador, el fiscal general, el fiscal de la Zona Norte y el delegado de la PGR, se reunieron con los directivos de El Diario de Juárez y el Canal 44, cuyas instalaciones fueron atacadas a balazos horas antes.
No estuvo ahí el director de la policía de Ciudad Juárez, Julián Leyzaola, quien en un discurso alucinante aseguró que los medios de información son “los puntos negros” en una democracia y que con sus acciones están “construyendo su propia tumba”.
Pero son precisamente las actitudes sicópatas de los mandos policiales las que constituyen los puntos negros de una sociedad, y si hablamos de democracias, ningún régimen de gobierno que se precie de ser democrático toleraría esta clase de expresiones. Leyzaola, en una democracia te hubieran cesado de inmediato no solo por tu “ocurrencia”, también por los montones de denuncias en tu contra por violaciones a los derechos humanos.
Como parte de un guion ya bien aprendido por tanto ensayo, las autoridades prometieron dar con los responsables, mientras las asociaciones de periodistas “condenaron” los hechos y exigieron “acciones” para contener la violencia, sin precisar nunca qué acciones ni adoptar una postura más allá del mero pronunciamiento escueto y hueco.
Hay incluso quienes van más allá y se erigen como defensores del gremio en público, escribiendo sobre lo preocupante de la situación, pero guardando siempre el lineazo para no ir a incomodar a nadie.
En atentados pasados, muchos periodistas honestos de Chihuahua y Juárez se organizaron para exigir justicia y acciones concretas como la creación e implementación del protocolo de protección, que incluía casas de seguridad para periodistas bajo amenaza, capacitación constante y líneas directas de comunicación con altos mandos.
Sin embargo, de inmediato las mafias periodísticas comenzaron a adueñarse del que en principio fue un movimiento honesto y legítimo, como suele pasar, y de exigir acciones al entonces gobernador José Reyes Baeza, pasaron de inmediato a la alabanza y la pleitesía. Pero pese a intentar sacarle todo el provecho posible a la situación, los periodistas de a pie siguen siendo presas fáciles.
Los que también fueron presas fáciles fueron los dirigentes del SNTE, a quienes se les acabaron sus bríos tras la detención de Elba Esther Gordillo y ahora están más que dispuestos a cooperar en la implementación de la reforma. Jorge Quintana Silveyra también puso mucho de su parte y ha sido un buen negociador. Así por las buenas sí, ¿verdad?
Pero Gordillo no es la única perseguida por desfalcos. Carlos Chavira, expresidente de Coparmex y director de Juárez Competitiva, ya tiene una orden de aprehensión en su contra, pues se le acusa de desviar cerca de 25 millones de pesos que aportó el Gobierno del Estado para realizar espectáculos que pretendían maquillar la violencia en la frontera.
Aquí acabó revolcado el grupo Maná que cobró 600 mil dólares, cuando Chavira y su equipo dijeron que habían cobrado dos millones de dólares. Se vale ser puerco pero no tan trompudo, dicen en los ranchos.
Chavira también reportó seminarios y talleres que nunca se llevaron a cabo, entre otros eventos que se cobraron y se cancelaron. Tras un plazo de 10 meses para demostrar que no había irregularidades, la Secretaría de Hacienda presentó una demanda contra el empresario y ahora todo el mundo está a la espera de que lo detengan. ¿Quién lo defenderá?
Quienes no necesitan que los defiendan son los aspirantes a la alcaldía de Chihuahua. Los golpes bajos suben de nivel y algunos medios de comunicación han entrado a la batalla buscando inducir las especulaciones, a petición de sus “gallos”.
Unos dicen que Maurilio y Domínguez van a la cabeza, algunas estaciones de radio y columnas políticas todavía insisten en que Boone es el bueno, pero lo cierto es que entre el enmarañadero de teorías los que parecen más fuertes siguen siendo Garfio y Tachiquín, aunque aún no hay nada para nadie y el gobernador es amante de las fintas y los pases en falso. A todos los trae ilusionados, pero cuatro llorarán.
Y hablando de la alcaldía de Chihuahua y la mano dura, tan de moda, Marco Adán Quezada no se quedó con las ganas de echarse a alguien al sartén y luego de muchísimas advertencias por fin tomó acciones contra los propietarios del inmueble donde se encontraba el Hotel del Real.
Esta belleza arquitectónica en ruinas, no sólo afea el primer cuadro de la capital, al que le han invertido tanto en los últimos años, sino que constituye un peligro para los ciudadanos y a la vez una tentación para la presidencia, pues adeuda más de tres millones de pesos en predial y con una buena manita de gato podría albergar oficinas municipales y dejar de pagar renta en otros inmuebles.
Quezada se ha pasado de bueno, pues les ha ofrecido facilidades de pago, comprarles el edificio y otras alternativas para que todos salgan ganando, pero ante la cerrazón de los dueños, ya se decidió a embargarlo. Quezada le está apostando todo a embellecer y remodelar el centro, del cual quiere hacer su obra emblemática.
Con esto, el futuro político de Quezada podría ser muy prometedor, pues como buen aficionado al box, ha sabido ir round por round evitando los golpes, dando derechazos limpios y casi al final del combate trae apenas uno que otro raspón. ¿Aspirará al cinturón estatal? Claro, sería antinatural no hacerlo.
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