CIUDAD DEL VATICANO, 1 de mayo.- Las diócesis de México contarían con sacerdotes, consagrados y laicos especialistas en la atención a los menores víctimas de abusos sexuales por parte de clérigos, según un documento que deberá aprobar El Vaticano.
Se trata de las líneas-guía aprobadas por el pleno de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) el 18 de abril, en su más reciente asamblea general, y que serán enviadas a la Congregación para la Doctrina de la Fe para su autorización final antes de su entrada en vigor.
Fruto del trabajo de una comisión formada por especialistas en derecho canónico, derecho civil, psicología y pedagogía, la redacción del escrito (que tomó al menos seis meses) fue coordinado por el pastor de la diócesis de Tula, Juan Pedro Juárez Meléndez.
Con ese documento, la CEM responderá a una solicitud expresa del prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal estadunidense William Joseph Levada, quien pidió a todos los obispos del mundo desarrollar normas con “procedimientos claros y coordinados en el manejo de los casos de abuso”.
La petición fue girada mediante una carta circular fechada el 3 de mayo de 2011 y que puso un límite de entrega: antes que finalice mayo de 2012 cada una de las conferencias episcopales del planeta deberán entregar su escrito.
En entrevista con Notimex, el obispo coadjutor de Papantla, Jorge Carlos Patrón Wong, aseguró que las nuevas políticas aprobadas por el Episcopado son un “paso claro y firme” en la renovación de la Iglesia porque permitirán la atención cercana y amorosa a las víctimas, sus familias y a la comunidad ofendida.
“El documento se caracteriza por el énfasis que pone en la prevención de posibles abusos y la selección de los candidatos al sacerdocio. Y tiene en cuenta todos los aspectos de la legislación civil mexicana”, dijo.
“Une los elementos humanos psicológicos, espirituales y vocacionales que la experiencia en los seminarios mexicanos han demostrado como eficaces para formar personalidades sanas, coherentes y alegres de los futuros sacerdotes”, agregó.
Según pudo saber Notimex, desde 2001 a la fecha El Vaticano atendió más de 120 casos de abusos sexuales contra menores por parte de clérigos católicos en México.
Con las nuevas líneas-guía la Iglesia mexicana busca a dejar atrás los errores cometidos y la discrecionalidad en el manejo de los abusos contra menores.
Lo hará imponiendo una “cultura de la transparencia” que sustituya la “cultura del silencio” muy difundida en el pasado y cuyo exponente más emblemático fue el sacerdote Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo quien, entre otras cosas, por años se comportó como un pedófilo.
En la redacción de las nuevas políticas, Patrón Wong aportó sus conocimientos como psicólogo, pero también sus experiencias como ex presidente de las organizaciones de los Seminarios Mexicanos (Osmex) y de los Seminarios Latinoamericanos (Oslam).
Contribuyó además con las recomendaciones del mismo Vaticano, transmitidas a todas las conferencias episcopales del planeta hace casi un año durante el simposio “Hacia la sanación y la renovación” que organizó en Roma la Pontificia Universidad Gregoriana.
Según previó el coadjutor de Papantla, en las próximas semanas el Episcopado Mexicano enviará a Roma el documento para una aprobación final, condición necesaria antes de darlas a conocer públicamente en su totalidad.
Aunque por ahora su contenido específico permanece reservado, anticipó que las respuestas a este flagelo integradas en el texto “están basadas en la verdad y en el amor”, lo cual permitirá el establecimiento de una cultura de la prevención que garantice ambientes sanos y seguros para las nuevas generaciones.
Reveló que cada obispo contará en su diócesis tanto con sacerdotes como con laicos especialistas responsables de la atención y la curación de las personas involucradas.
Además, se dictarán cursos de formación permanente a nivel nacional y regional para todos los agentes católicos dedicados a la evangelización y la educación.
“Son líneas guías con todo el rigor científico y legislativo que nos permitirán una respuesta global, transparente y justa. Se asegura así, el bien de los niños, la confianza de las familias y la santidad del sacerdote”, sostuvo.
“Se trata de una nueva cultura de prevención y educación permanente para asegurar que los ambientes donde viven y conviven los niños y adolescentes sean adecuados para su desarrollo integral en lo humano y espiritual”, precisó.
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