Están viendo y no ven. Apenas dos años después del trágico accidente del Aerosow, ocurrido en la ciudad de Chihuahua, Juárez no se queda atrás y en un evento más o menos similar una mujer perdió la vida en las dunas de Samalayuca, luego de ser prensada contra un jeep que se encontraba en el lugar, y varias personas resultaron heridas.
Como de costumbre, unas cintas amarillas eran la única “protección” que tenían los asistentes, quienes sólo pueden confiar su seguridad a la Providencia, pues ni los organizadores ni las autoridades parecen aprender de las tragedias.
Desde el gobierno del Estado se había hecho hincapié en que cualquier evento masivo posterior al aeroshow tendría que contar con permisos, y ajustarse estrictamente a las disposiciones de Protección Civil, que no cuenta con la preparación ni el interés para manejar estos eventos, pues como todo el aparato estatal, sus nombramientos y puestos son producto de amiguismos y grilla, y no de trabajo duro.
De inmediato el alcalde Enrique Serrano puso manos a la obra, no para poner orden a estos eventos ni para esclarecerlos, sino para quitarse la responsabilidad pues al ser el ‘delfín’ de Palacio sus adversarios seguro le querrán devolver algo de la amarga dosis que le están recetando a Marco Quezada.
El problema es que ya todos se deslindaron: Los organizadores ponían atrás de su boletito que no se responsabilizaban por accidentes, así nomás, tan fácil; hicieron lo mismo Protección Civil Estatal, Municipal, Gobernación, el representante del gobernador, y hasta el piloto, Rafael de la Rosa, mejor se escapó a El Paso antes de que le hicieran lo que a Francisco Velázquez Samaniego, el piloto del Aeroshow que se aventará cinco años en la cárcel por el gravísimo delito de ser pobre.
¿Cómo afectará este hecho la causa contra Marco Adán Quezada? De ninguna forma, por supuesto. Las autoridades en turno deslindarán por completo a Serrano y cesarán a un par de pájaros flacos, o ni eso. Lo que es un hecho es que el ex alcalde chihuahuense buscará sacar raja del hecho y destacar que lo que hay en su contra no tiene nada qué ver con lo judicial, sino con lo político. A las víctimas las dejan que se las lleve el Diablo. A nadie le importa la justicia, lo único que importa es la lucha por el poder.
Otro espectáculo fue el que protagonizó la esposa del presidente, Angélica Rivera, quien movilizó aviones, militares, funcionarios, vehículos oficiales, policías, acarreados, etcétera, etcétera, todo para pasearse dos horas en un comedor comunitario y en el Centro de Rehabilitación y Educación Especial, acompañados por el gobernador César Duarte y su esposa, Bertha Gómez, ambos convalecientes por el reciente accidente en Helicóptero, así como por el secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade.
Demasiado circo para los paseos de la esposa del presidente, millones gastados para que la señora venga a ‘elogiar’ las obras en Chihuahua durante unos minutos, en vez de invertir el dinero de esas giras faraónicas precisamente en los programas que viene a supervisar, y que en ocasiones reciben menos recursos que sus giras. En lo administrativo tampoco se justifica, pues los delegados federales y funcionarios no pudieron ni acercarse a la señora, y la prensa menos, todos fueron atendidos por los fotógrafos oficiales y nada más.
El que dijo ‘hasta luego’ fue Octavio Acosta, un baecista de hueso deliciense quien había pasado nadando de muertito en la administración del gobernador Duarte, donde se había mantenido en la secretaría particular y luego los desconfiados lo movieron a Educación, de donde ayer fue ‘renunciado’ como parte de las hostilidades abiertas entre mandatario y exmandatario, pero cayó en blandito pues va como delegado del Issste. Las piezas se acomodan para el pleito.
Extraña no sólo en Chihuahua, sino a nivel nacional, la postura del gobernador César Duarte, quien ha sabido negociar terso incluso con los actores más difíciles, y ha convencido sin demasiados problemas a prácticamente toda la oposición, mientras que ante la gente de su partido se muestra implacable, cerrado y hostil, muy hostil.
No son formas entre gobernadores y ex gobernadores del mismo partido, dicen los que conocen las tradiciones políticas de Chihuahua, esas de acusar al antecesor de haber desviado 3 mil millones de pesos, no a sus cuentas personales, sino a otros rubros de la misma administración.
También embarró al ex alcalde Carlos Borruel, de quien dijo que sí se buscaría llevar ante la Fiscalía General del Estado. Últimamente tanto a esta dependencia como a la Auditoría les está llegando mucha chamba de Palacio y del PRI estatal, que son lo mismo. Lo curioso es que del Banco Unión Progreso no se habla nada, ahí lo sigue encabezando Jaime Herrera.