Andrés “N”, el feminicida serial de Atizapán de Zaragoza elegía a sus víctimas con un perfil muy parecido, la mayoría tenía entre 30 y 40 años y habían sido madres, aunque a la mayoría las elegía en bares, también las conocía desde tiempo atrás, a Reyna, a la última que mató, la conoció desde tres años atrás, incluso comía en fiestas familiares con sus hijas y su esposo, ya que lo consideraban como un amigo.
El anciano de 72 años se había ganado poco a poco la confianza de la madre de familia, quien era muy reservada según sus vecinos, comenzó llevándole celulares para su reparación, ella confió en él cuando se ofreció a ayudarla a realizar trabajos de pintura y herrería en el local donde rentaba, sin imaginarse que ese hombre acabaría con su vida de la forma más cruel y despiadada.
Bruno Ángel, esposo de Reyna y padres de dos pequeñas hijas de cuatro y ocho años de edad, dijo en su declaración en la primera audiencia del detenido, que Andrés Filomeno “N”era un amigo de la familia, que le tenían lástima por ser de avanzada edad y estar solo, por lo que trataron de apoyarlo económicamente, por lo cual le tenían plena confianza.
“Mis hijas no pueden ver la televisión porque dicen que ella tenía una relación extra marital con él, lo cual no es cierto, no sé si él lo inventó pero nos ayudaba y lo consideramos amigo de la familia”, dijo el hombre por el cual Andrés “N” logró ser detenido, ya que ingresó a la fuerza a su casa tras que le negara la entrada y asegurara que no la había visto.
Andrés Filomeno «N», de 72 años, el feminicida serial de Atizapán (Foto: Twitter@FiscalEdomex)
¿Cómo y por qué eligen a sus víctimas? ¿Qué tan perversa es la persona que con inaudito cinismo come en la mesa de las familias? ¿por qué lo hacen? La criminóloga y psicóloga, Mónica Ramírez Cano, quien posee amplia experiencia en analizar a los delincuentes más peligrosos de México como Joaquín “El Chapo” Guzmán, o Juana Barraza “La mataviejitas”, dice que es algo más común de lo que se cree.
“No necesariamente tienen que ser desconocidas, puede matar a conocidas, hay muchos que terminan matando a sus novias, esposas, además de otras víctimas, todo eso era parte de su fantasía porque les da una sensación de poder, creen que es por superioridad”, explicó.
La especialista narró cómo un feminicida le relató con lujo de detalle cómo mató a su concubina y a la hija de ésta de cuatro años, se tenía que deshacer de los cuerpos y las colocó en maletas, a la mujer le cortó la cabeza y tuvo sexo con su cuerpo tras decapitarla porque según declaró “tenía tiempo que no le cumplía”.
“Me dijo, ‘Mónica tú no sabes lo que yo sentía cuando iba en el metro con las maletas y veía a toda esta bola de pendej** que ni se enteraban de lo que llevaba’, entonces les da una sensación de superioridad, decir `hasta me puedo sentar a comer con tu familia, convivir con tus padres o tus hijos pero para mí ya estás muerta’”, narró la psicóloga.
Raúl Osiel Marroquín, el llamado “Matagays” o “El sádico”, encarcelado en 2004 Foto: (EFE)
Otro de los asesinos, Raúl Osiel Marroquín, el llamado “Matagays” o “El sádico”, encarcelado en 2004, fue otro de los asesinos que tenía ese cínico orgullo.
“Cuando lo entrevisté (a Osiel Marroquín) era lo que me decía, ‘cuando yo entro a un bar para mí ya todos están muertos, son cadáveres ambulantes’, todo lo que hacen forma parte de esa fantasía de sentirse superiores de decir. En el caso de Andrés, estoy segura que era parte de las cosas que maquinaba en su cabeza y llevaba a cabo”, añadió Ramírez Cano.
Mónica explica que hay diferencias entre los feminicidas y los feminicidas seriales, operan de manera distinta, en el primer caso sí sirve el violentómetro para identificar una relación peligrosa antes de que pueda llegar al asesinato, sin embargo en el caso de los seriales es diferente.
De 44 años, la psicóloga criminal Mónica Ramírez Cano se dedica a analizar la mente de los grandes capos de la droga y asesinos seriales. Los más conocidos son Joaquín El Chapo Guzmán y Dámaso López, también identificado como El Licenciado. Foto: (Juan VIcente Manrique)
“Los feminicidas tienden a presentar este rasgo de necesidad de controlarlo todo, que si la mujer ya salió piensa que de seguro va a ver a algún otro hombre, que si se viste de alguna forma debe ser para un amante, ellos solos se hacen una película en la cabeza y terminan violentando a sus parejas y sí el violentómetro”.
Sus lados benévolos
La criminóloga sostiene que después de trabajar y explorar con tantas mentes perturbadas también encuentra en ellas sus lados “buenos” y que no son sólo unos monstruos como pareciera.
El feminicida de Ecatepec tenía tres perros y una gata, amaba a los animales, incluso les daba de comer a perros callejeros, pero no tuvo ni un poco de piedad con las mujeres a las que mató Foto: Fiscalía Edomex y Facebook)
Por ejemplo, al feminicida serial de Toluca le gustaban los animales, tenía tres perros y una gata, además alimentaba a otros de la calle pero no tenía piedad alguna para las mujeres que violó y mató.
“Tienen su parte humana que les puede quedar, cuando hice el perfil psicológico de ‘El Chapo’, la gente me decía que por qué decía que era un padre amoroso, si bien ausente, se preocupaba por que nada les pudiera faltar a sus hijos. Insisto, son dos facetas, dos polos opuestos que existen en una sola persona”, consideró.
También hay mujeres asesinas seriales
Pero los crímenes hacia mujeres no son únicamente cometidos por hombres, también hay mujeres que tienen una participación crucial como en el caso de Juan Carlos Hernández y Patricia Martínez, su esposa, apodados “Los mounstruos de Ecatepec”, quien era ella la que le conseguía las víctimas.
Juan Carlos y Patricia «N» han revelado detalles estremecedores de sus crímenes. (Foto: Especial)
“Cada uno tenía sus propias problemáticas, pero Patricia era vital en su modus operandi ya que ella era la que le seleccionaba, le aprobaba y le traía, ella no estaba dispuesta a perder a su hombre, era capaz de hacer cualquier cosa y eso era conseguirle a esas mujeres, la mentalidad más perversa de este dúo criminal es Patricia”.
Se hacen el tiempo para matar
Si bien, en algunos casos los asesinos seriales tienen mucho tiempo libre, hay quienes son trabajadores e incluso tienen horarios de oficina.
“Ellos se hacen el tiempo libre, Juan Carlos y Patricia por ejemplo vendían ropa, pero esa era también una manera de captar víctimas”, recordó.
Foto: (@MonRamirezCano)
La especialista en mentes criminales ubicó que los asesinos seriales presentan dos cosas importantes, la firma y el modus operandi. Este último es la manera de cómo cometen sus crímenes, pero se va modificando con el tiempo, va cambiando de acuerdo a las condiciones, este tipo de asesinos que fantasean con sus crímenes van incorporando nuevos métodos.
“Le van agarrando más el gusto, en mi perspectiva como criminóloga digo que son a partir de tres víctimas como se considera que son asesinos seriales y es debido al número de eventos o asesinatos, lo que digo es que un asesino serial es quien comete tres o más asesinatos incluso en un mismo momento, Ted Bundy mató a tres en un solo evento, pero es diferente al asesino de masas como los tiroteos”, señaló.
Foto: (@MonRamirezCano)
¿Por qué tres? El primero es para explorar sus límites y para ver cuánto le gusta lo que está haciendo. El segundo lo hace para perfeccionar el primer asesinato e incluye cuestiones que ha fantaseado, incluye cosas que pudo haber hecho mejor, entre otros detalles. Y el tercero ya lo hace porque le gustó lo que experimentó, lo que ese crimen le provocó en cuestión de satisfacción psicológica y sexual, dijo.
Su declive
“Hay una parte importante es que dentro de su fantasía criminal ésta termina por consumirlos, una parte de su vida está dedicada a hacer el esfuerzo de aparentar ser una persona normal, como Andrés, de apoyar a jóvenes con balones y ser proactivo. Así sucedió con Ted Bundy, el decía que llegó un momento en que en sus ensoñaciones diarias estaba tan consumido por esta problemática, él le llama “la entidad” y ya no tiempo para nada más, entonces no tienen tiempo para tener parejas, terminarían matándolas.