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Encuesta Poligrama: Claudia Sheinbaum se mantiene a la cabeza en preferencias

La precandidata de Morena agradó al 51.3 por ciento de un grupo de mil personas encuestadas alrededor del país.

Ciudad de México. – Si el día de hoy fueran las elecciones presidenciales en México, la ganadora sería la precandidata de Morena, Claudia Sheinbaum, según resultados de la más reciente encuesta hecha por Poligrama.

El estudio, que recopiló mil encuestas telefónicas a nivel nacional, a hombres y mujeres mayores de edad, muestra que la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México suma el 51.3 por ciento de las preferencias.

Detrás de ella aparece la abanderada del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, con el 31.2 por ciento.

En tercer lugar aparece el personaje que será designado por Movimiento Ciudadano, con un 7.1 por ciento, mientras que el 10.4 por ciento de los encuestados aún no sabe por quién votar.

El nombre de Claudia Sheinbaum no solo aparece en primer lugar respecto a votación, sino que también luce fuerte en el sentido de percepción.

Es decir, según Poligrama, el 59.2 por ciento de las personas encuestadas cree que la morenista se quedará con la presidencia de México independientemente del nombre que marquen en las boletas.

Otro punto a favor de Sheinbaum Pardo es que, según el análisis, es conocida por el 75.5 por ciento de los encuestados.

El 46.2 por ciento de quienes la conocen, señalaban tener una percepción “muy buena” de ella mientras que un 22.4 por ciento dijo que era “buena”.

Caso contrario a Xóchitl Gálvez, quien solo entra en el conocimiento del 60.4 por ciento de las personas, que en un 29.3 por ciento aseguraron que era una “muy buena” opción para la presidencia de México.

Claudia Sheinbaum continúa su gira por el país y ayer miércoles 27 de diciembre llegó a las comunidades de Bécal y Calkiní, donde sostuvo un encuentro con jóvenes, que, consideró, son la esencia de la Cuarta Transformación.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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