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Salud y Bienestar

Enojo al conducir pone en riesgo integridad de automovilistas

El control del enojo es una de las líneas de investigación que desarrolla el Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Se trata de una emoción que se ha incrementado en los conductores de vehículos, una de las poblaciones con mayores riesgos ante los estímulos del medio ambiente y social, señaló el investigador Raúl Alcázar Olán.

El académico del Departamento de Ciencias de la Salud de la Ibero Puebla dictó la víspera una ponencia a practicantes de la empresa automotriz Volkswagen de México, a quienes informó que el enojo en los automovilistas puede ir desde insultos hasta agresiones físicas, lo cual pone en peligro a quien maneja y a otras personas.

Durante su mensaje habló de cómo controlar esta emoción cuando se está al volante.

Como ejemplo, citó que se debe aceptar que las cosas no siempre son como uno quiere, relajarse o distraerse, escuchando su música favorita, salir más temprano o buscar otras rutas al trabajo, para evitar la presión del tiempo.

En un comunicado, recomendó que se debe aceptar que todos podemos tener problemas al manejar, como estar en medio del tránsito, sin embargo, uno debe decidir si la situación se toma con mal humor o con calma.

Durante la conferencia, organizada por el área de Marketing de Personal de VW de México, como parte de un evento de integración, también se aplicaron 250 cuestionarios para el proyecto “Evaluación del enojo en automovilistas”.

El objetivo es conocer las causas de ese estado emocional en los conductores de Puebla y definir los factores de riesgo a los que se exponen.

En ese sentido, Alcázar Olán, informó que actualmente la Universidad trabaja de manera conjunta con Jerry Deffenbacher, investigador y especialista de la Universidad del Estado de Colorado, en el desarrollo de un estudio sobre el tema.

Fuente: Zócalo

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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