Recep Tayyip Erdogan será el nuevo presidente de la República Turca sin que haga falta siquiera una segunda ronda. Con el 93,79% de los votos escrutados, la victoria del aún primer ministro está asegurada, al lograr el 53,1% de los votos.
A mucha distancia le sigue el principal candidato de la oposición,Ekmeleddin Ihsanoglu, con un 37,8%; mientras que Selahattin Demirtas, el líder político kurdo, conseguiría un 9,1% de los votos.
Tras una semana de nubarrones negros, lluvia y tormentas, el día había amanecido en calma en Estambul y en gran parte de Turquía mientras sus ciudadanos se dirigían a los 160.000 colegios electorales repartidos por todo el país. Unos 53 millones de personas estaban convocadas a las urnas, en la primera ocasión en que los ciudadanos eligen directamente al presidente de la República, que hasta ahora era escogido por el Parlamento.
Los colegios electorales han abierto desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde hora local (una menos en la España peninsular). La Comisión Electoral tiene previsto publicar el recuento definitivo y oficial el 15 de agosto. El todavía primer ministro Erdogan ha votado este mediodía junto a su familia en Uskudar, el barrio en el lado asiático de Estambul en el que reside. «Estas elecciones son importantes para conducirnos hasta 2023 [centenario de la República] y hasta 2071 [cuando se cumplen mil años de la conquista turca de Anatolia]. Esperemos que la participación sea alta», ha declarado Erdogan, que también ha insistido en el carácter histórico de que el presidente sea elegido por voto directo.
En Estambul, las calles, repletas de carteles con la cara y eslóganes de Erdogan, parecían menos concurridas de lo habitual para un domingo. Algunos establecimientos comerciales y bares no abrieron sus puertas, también porque estos días buena parte de la gente está de vacaciones. Además, la normativa electoral prohíbe la venta de alcohol el día de las elecciones.
Esta semana una encuesta daba el 57% de los votos a Erdogan, jefe de Gobierno desde 2003 y cuyo Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco, islamista y conservador) llegó al poder un año antes.
Demirtas ha votado esta mañana en Diyarbakir, la mayor ciudad de la región kurda en el sureste del país, donde ha declarado que “sea cual sea el resultado de hoy, no será el fin de la lucha por la democracia sino sólo el principio”.
Ihsanoglu, que ha depositado su voto en Estambul, ha dicho que “la encuesta electoral más precisa es la de hoy” y ha asegurado que su campaña denunciará cualquier intento de fraude en las urnas.
La década de Erdogan
Erdogan es el político más popular del país y su partido ha ganado todas las elecciones desde 2002, incluidas las de marzo a pesar de que tres meses antes un escándalo de corrupción había forzado la dimisión de cuatro ministros. Hasta hace pocos años alabado por asentar la democracia e impulsar el desarrollo económico en Turquía, actualmente Erdogan es una figura muy divisiva que polariza a la sociedad turca, y en los últimos 15 meses ha sufrido manifestaciones masivas en su contra. Mientras la mitad del país lo adora, otra gran parte lo acusa de ser crecientemente “autoritario” y de querer imponer su particular visión conservadora a toda la sociedad.
En las últimas semanas, Ihsanoglu y Demirtas se quejaron de que Erdogan estaba usando los recursos de su oficina como primer ministro para hacer campaña como presidente. La ley no obligaba a que Erdogan dejara el puesto para presentarse como candidato presidencial, y seguirá siendo el jefe de Gobierno si hoy no es elegido para la Presidencia.
“A pesar de que Turquía es un país en proceso de democratización y tiene algunos problemas en relación a las libertades y derechos, sí ha tenido mucho éxito en la realización de elecciones limpias y justas desde 1950”, comenta Ali Aslan, miembro de la Fundación para la Investigación Política, Económica y Social, un think tank en Ankara.
Por su parte, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) ha enviado un equipo de observadores electorales y su jefe dijo esta semana que el informe final incluirá recomendaciones para mejorar el sistema electoral turco.
Un jefe de Estado con más poder ejecutivo
El nuevo presidente será el 12º de la República Turca y su figura se entiende como neutral. El elegido, que el 28 de agosto sucederá a Abdulá Gul, tendrá que renunciar a su partido y podrá presentarse a una sola reelección, dentro de cinco años.
“Quizá éste es mi último mitin como primer ministro y como presidente del AKP. Pero esto no es una despedida, o si acaso es sólo una despedida para la vieja Turquía”, dijo ayer a sus seguidores Erdogan, quien ha dejado claro que él no continuaría la tradición y su Presidencia sería activa y partidista, también por haber sido elegido directamente por los ciudadanos.
“Un presidente elegido directamente por la gente tendrá más poder y legitimidad para implementar sus políticas. Y como líder incuestionable del AKP, Erdogan tendría una gran capacidad para influir en las política turca a través del partido y del Parlamento”, analiza en esta línea Ahmet Uysal, profesor en la Universidad Marmaray.
Además, Erdogan y su círculo más cercano en el AKP también han dicho que, tras las elecciones generales previstas para el verano de 2015, querrían modificar la Constitución para, entre otros cambios, otorgar más poderes ejecutivos a la figura del jefe de Estado, y virar así hacia un sistema presidencialista. De esta forma, Erdogan aspiraría a ser presidente ejecutivo y líder absoluto del país en 2023, cuando se cumplirán 100 años de la fundación de la actual República.
Pero hasta este posible cambio constitucional, si Erdogan es elegido presidente Turquía también tendrá este mes un nuevo jefe del Ejecutivo, el primer relevo en 11 años de Gobierno y que tendría que coexistir con las ambiciones del recién elegido jefe de Estado.
“Ésa es realmente la gran pregunta, y no tanto si Erdogan va a ser elegido. Quién va a ser el nuevo primer ministro y qué tipo de relación va a tener con Erdogan como presidente”, comenta Sinan Ulgen, exdiplomático y presidente del Centro para los Estudios en Economía y Política Exterior, un think tank con sede en Estambul. Muchos apuntan al actual ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, cercano a Erdogan, como el posible nuevo jefe de Gobierno.
Por otro lado, tanto Ihsanoglu como Demirtas han dicho que, de ser elegidos, mantendrían la figura del presidente como no partidista y símbolo de unidad nacional.
“Disfrutaremos de libertad en nuestra patria común, sin ninguna percepción de separación o división. Nadie debería tener miedo, porque todos juntos podemos progresar fácilmente”, declaró ayer en su último mitin Demirtas.
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