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Opinión

ESA GENTE CON EL PODER DE LA ESPERANZA por Raúl «Cari» Hernández

Acabo de leer una nota que por un lado me hizo sentir contento y esperanzado, y por otro, hizo que me sintiera un piojo.

A veces uno se dice a sí mismo que ayuda a los demás, que hace lo mejor por su ciudad, por su sociedad, en pocas palabras: que es una buena persona y un buen ciudadano. Y luego te topas algunas personas que te demuestran que tu actitud de ayudar, de poner el ejemplo, de marcar una diferencia, no son más que “llamaradas de petate”.

La nota que leí habla de un volante que anda circulando en Tamaulipas en donde algún grupo del crimen organizado (narcotraficantes o sicarios), están ofreciendo $600,000.00 pesos por información de la persona o algún familiar de quien administra una pagina en Facebook que se llama “Valor Por Tamaulipas”. Esta página se dedica a compartir información sobre gente que ha desaparecido, delitos que se han cometido o previenen a la gente sobre alguna situación de peligro que esté sucediendo en alguna comunidad de la región; tiene casi 150,000 seguidores y lo interesante es que la sociedad se ha involucrado compartiendo fotos, información y datos que están dificultando las acciones del crimen organizado.

Sin embargo, lo impactante de esta historia, es la respuesta del administrador de la página ante esta situación. Dice en una parte de la carta: “Por cierto no juego a Héroe… hago lo que me corresponde como ciudadano e integrante de la sociedad ante el reto que el crimen organizad0 representa para la estabilidad de nuestro estado y de nuestro país.”“
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Siento decirle a esta persona que estoy en total desacuerdo con algo que dijo, pues para mí este tipo sí es un héroe, y no de esos con calzones de fuera, una máscara y super-poderes: éste es de los reales, de los que sí existen, de los de carne y hueso. Es un papá, un hijo, un hermano, un amigo, un novio o un esposo, es un compañero de trabajo, o un simple vecino que entendió su momento su responsabilidad en el mundo, y no sólo la entendió, la asumió; y me refiero a una responsabilidad que no implicaba hacer una cooperación económica o donar algún objeto con el que sientes que haces un gran sacrificio… está sacrificando cosas más importantes: como su tiempo -que ese nadie no lo puede regresar jamás; su tranquilidad, que en estos tiempos es algo muy escaso, y su seguridad, no solo la de él sino la de su familia, está poniendo en peligro su vida.

Pero no solo es eso, al leer un fragmento de la carta dice “Me siguen llegando imágenes de los volantes por lo que repito… sé que al comenzar esto, decidí que mi fin en este mundo sería previo al de muchos otros o al que hubiera llegado naturalmente.”“ Lo que más me sorprendió es que nos está diciendo que no es una ocurrencia del momento, es una “DECISIÓN” y una bien meditada en la que se juega mucho y lo asume con tal valor que es digno de admirar ( yo ya me hubiera hecho en los pantalones hace mucho tiempo).

Recordaba con esto una frase muy bonita -que no le da uno el verdadero valor de lo que significa- de la Madre Teresa de Calcuta: «Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más.». Me doy cuenta que lo que le he dado a la vida ni me ha dolido y mucho menos ante ese dolor hube decidido dar más. Sin embargo este hombre está dando muchísimo y ahora no me refiero al sacrificio, hablo del ejemplo, yo no sé si sea el único loco al que le tocó leer esto, y no digo que voy a salir de mi casa a enredarme en la bandera y lanzarme contra los narcos, porque yo soy mucho más cobarde que esa persona; pero por lo menos A MI este tipo me acaba de dar un fuerte golpe en la cabeza y de pasada en el corazón, me hizo pensar en que tanto compromiso tengo con la vida que se me dio, qué tanto compromiso tengo con mi familia, con mi ciudad, con mi México.
Al hablar de compromiso recordaba una anécdota donde en un desayuno preguntaba un señor que si quién estaba involucrado y quién comprometido con su desayuno, y todos lo miraron como loco. El preguntó que si en los “huevos con tocino” que se estaba comiendo ¿qué elementos había? ¿quiénes habían participado? A lo que comentaron: la gallina para los huevos y el cerdo para el tocino. Ante esto, les vuelve a preguntar: ¿quién esta involucrado y quién comprometido?” Todos se miraron sin saber qué decir a lo que el hombre les dijo: La gallina participa al aportar los huevos, pero una vez hecho esto se retira y sigue cacaraqueando muy quitada de la pena, por lo tanto la gallina sólo se involucra; por el contrario, el cerdo para aportar el tocino, tiene que ser sacrificado siendo esto un acto de no marcha atrás; es decir, el cerdo está comprometido en un almuerzo de “huevos con tocino”.

Me doy cuenta que yo solamente me he involucrado en mi vida y que peor aún –y disculpen mis palabras- le he puesto muchos menos huevos que la gallina, no he dado ni poquito de lo que la vida me ha dado, no he aprovechado los dones que Dios me ha dado, sean mucho o poquitos, me la he pasado como dijeran alguien por ahí “Cachetonamente” y los que me conocen saben que tengo muchos cachetes para eso.

Si como les dije líneas arriba me siento “Piojo”, y más porque a algunos se nos pide mucho menos que eso que hizo esta persona, porque para abonar a este mundo a veces basta con cosas más sencillas que ni siquiera a esas nos atrevemos: como respetar las leyes pero me refiero a respetarlas en verdad, ayudar a tu familia y no ser un tipo mas de los que participa en la casa solo yendo a dormir como lo hacemos algunos; siendo un ejemplo ante la gente de tu comunidad y las personas que ven lo que haces y lo que eres, dejando un mejor mundo para los que vienen como alguien en su momento decidió hacerlo por nosotros hace algunos años.

Mi parte preferida de la carta fue la que decía “Yo no juego al héroe, le juego al creyente que se aferra con todo su ser a la esperanza de que en algún momento algo cambie en nosotros como seres humanos y habitantes de este país que digamos ya basta a los abusos cometidos por los criminales que nos gobiernan y deciden quienes vivimos o morimos de acuerdo a su gusto y placer.” Y utiliza una palabra que me gustó: “creyente”. Y me gusta mucho la palabra porque en estos tiempos se nos esta acabando esa gente, se nos acaban las personas que creen en que las cosas van a mejorar, en que existe gente buena, y que siempre habrá futuro; me refiero a personas que siguen teniendo FE, porque mientras la tengamos, encontraremos de donde agarrarnos, tendremos un motivo para seguir caminando, aunque no sepamos que viene para nosotros, aunque no sepamos qué es lo que puede pasar, pero seguiremos teniendo ESPERANZA.

Solo quiero terminar esto pidiéndoles -como lo estoy haciendo conmigo en este momento- que no bajemos los brazos, que no dejemos de luchar y dar lo que esté en nuestras manos, de hacer las acciones ordinarias con una entrega y un amor extraordinario, porque mientras sigamos haciendo las cosas así, siempre habrá alguien a quien le llegue una de esas acciones y le permita seguir teniendo fe y esperanza en que todo estará mejor el día de mañana.

Me encanta cuando Dios me sorprende, porque cuando alguien me pregunta ¿qué esta haciendo por nosotros?, ¿por qué no hace algo para arreglar lo que pasa?; cuando hay gente que duda por cosas como la renuncia del papa, los crímenes, la pobreza y muchas cosas mas que nos lastiman y nos bajan las pilas, nos pone personas que nos dan motivos para no dejar de creer y que nos demuestran que aquí está a nuestro lado y que cada uno de nosotros estamos aquí como prueba de que no se ha quedado con los brazos cruzados, que te puso a ti, en este lugar, en este momento, para hacer algo por el mundo

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Opinión

La caída del INAI, una historia de terror. Por Caleb Ordoñez T.

La transparencia es como el Wi-Fi en las oficinas de gobierno: todos dicen que lo tienen, pero cuando intentas usarlo, simplemente no funciona. La desaparición del INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales) aprobada por los diputados es el ejemplo más reciente de cómo los espejitos del poder pueden ser más opacos que los cristales de una casa abandonada.

Caleb Ordóñez T.

La transparencia no debería ser un tema controversial. Es la base para que los ciudadanos puedan confiar en sus gobernantes. Sin embargo, en México, pedir rendición de cuentas es como buscar oro en un río seco: esperanzador pero complicado. Sin un mecanismo que obligue a los gobiernos a rendir cuentas, el ciudadano promedio pierde la capacidad de preguntar, por ejemplo, ”¿En qué se gastaron los millones para aquel hospital que nunca se terminó?”.

Los gobiernos que priorizan la transparencia suelen tener menos problemas para justificar sus decisiones. Por eso, que un instituto como el INAI deje de operar plantea preguntas incómodas. No obstante, la desaparición también trae consigo una reflexión sobre los costos y la eficiencia de las instituciones, un punto que ha sido clave en el argumento de la Cuarta Transformación.

La 4T y el INAI: ¿Un gasto o una necesidad?

Desde que la Cuarta Transformación tomó las riendas del país, el INAI se convirtió en un tema polémico. Según el gobierno, el instituto es costoso y no ha cumplido con los objetivos para los que fue creado. Las acusaciones de ineficiencia y burocracia innecesaria han sido constantes.

Bajo este argumento, la 4T considera que el INAI representa un gasto excesivo en un momento en el que el país necesita optimizar recursos (costaba más de mil millones de pesos para operar anualmente). También argumenta que la transparencia puede garantizarse desde otras instancias del gobierno, como la Secretaría de la Función Pública, evitando duplicidad de funciones. Este enfoque responde a una visión de simplificación administrativa, que busca reducir la carga de estructuras gubernamentales que, según ellos, “no sirven al pueblo”.

Por otro lado, este planteamiento ignora un punto importante: el INAI actúa como un ente autónomo que, en teoría, no está supeditado al poder político. Su desaparición podría dejar la transparencia en manos del gobierno, lo que genera dudas sobre la imparcialidad en el manejo de la información pública.

Más allá de los argumentos de la 4T, la desaparición del INAI representa un desafío para la democracia. Este instituto garantizaba a los ciudadanos el derecho a acceder a información sobre contratos, presupuestos y decisiones gubernamentales. Sin él, las solicitudes de transparencia podrían caer en un limbo burocrático.

Además, la desaparición del INAI podría tener efectos adversos en el ejercicio de derechos fundamentales, como la protección de datos personales. Sin un organismo que vigile estos temas, los ciudadanos quedarían en una posición vulnerable frente al uso indebido de su información.

¿Qué sigue? ¿Un modelo más eficiente o más opaco?

Con la desaparición del INAI, las funciones de transparencia podrían ser absorbidas por la Secretaría de la Función Pública o por algún otro ente gubernamental. La pregunta es: ¿puede el gobierno ser juez y parte en temas de transparencia?

El gobierno asegura que la eliminación del INAI es un paso hacia una administración más eficiente y menos costosa. Sin embargo, críticos y expertos en derechos humanos advierten que esta decisión podría reducir la capacidad de los ciudadanos para exigir rendición de cuentas.

La desaparición del INAI pone en la balanza dos perspectivas: por un lado, la visión de la 4T, que busca un modelo gubernamental más austero y simplificado; por otro, la preocupación ciudadana por la pérdida de un ente autónomo que garantizaba transparencia y derechos.

Sea cual sea el desenlace, lo cierto es que la confianza en el gobierno no se puede decretar, se tiene que ganar. Y si las promesas de mayor eficiencia no se cumplen, los ciudadanos podrían enfrentar un escenario donde la transparencia sea más mito que realidad. Por ahora, queda esperar que las nuevas medidas no terminen siendo un “ahorita no joven” institucionalizado.

Dicen que desaparecieron al INAI porque su presupuesto era muy caro… pero, curiosamente, nadie sabe en qué se va a gastar ahora ese dinero. ¡Parece que el INAI habría sido útil para investigar eso!

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