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Esto es lo que debes ganar de acuerdo con el aumento al salario mínimo

El primero de diciembre del 2021 se acordó un aumento al salario mínimo del 22 % el cual se aplicaría a partir de enero del 2022, de acuerdo con la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasumi). Es decir que el salario mínimo pasará de 141.70 a 172.87 pesos diarios.

Se estima que este aumento podría beneficiar a más de 6 millones de personas trabajadoras en México; además según El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) asegura que este aumento puede mejorar la productividad del mercado de trabajo. Este aumento se realizó con el objetivo de que la población mexicana pudiera recuperar el poder adquisitivo.

El aumento del salario mínimo de acuerdo con el corte geográfico sobre el que fue estipulado divide a México en dos partes, donde la Zona Libre de la Frontera Norte pasará de 213.39 a 260.34 pesos por hora, y el resto de los municipios y demarcaciones del país tendrán el aumento mencionado anteriormente.

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De acuerdo con este aumento, el salario mínimo que deben recibir trabajos y oficios de la Zona Libre de la Frontera Norte deberá ser de entre 260.34 pesos, dependiendo el tipo de trabajo y la empresa, mientras que para el resto del país el salario iría de los 175.77 hasta los 387.09, dependiendo del trabajo o empresa en la que se encuentre el trabajador.

Es importante mencionar que no solo el salario mínimo obtuvo un aumento importante, sino que también lo tuvo la inflación, ya que ha sido una de las más altas en 20 años debido a la pandemia de Covid-19 y a los recientes brotes de sus variante.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la forma en la que México podría ver una recuperación importante en la economía, es aumentar la exportación, mejorar el mercado laboral y vacunando a toda la población contra el Covid-19.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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