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Opinión

Estrategias. Por Raúl Saucedo

La ventana de septiembre

La llegada de una nueva administración en el ejecutivo nacional siempre presenta escenarios de enormes retos para la gobernabilidad y el progreso del país. El ascenso el próximo primero de octubre de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta de México dentro de este contexto y la combinación de pensamiento estratégico y prudencia se vuelve crucial para enfrentar los desafíos tanto internos como externos del país. Estas dos virtudes son necesarias para liderar de manera efectiva en un entorno político y social cada vez más complejo.

El pensamiento estratégico, como herramienta indispensable para la toma de decisiones, implica una visión clara de los objetivos a largo plazo y una capacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes sin perder de vista esos objetivos. En el caso de la presidencia de Sheinbaum, la administración a mi juicio deberá centrar sus esfuerzos en tres aspectos clave: identificar prioridades, protegerse de amenazas y aprovechar las oportunidades.

Identificar prioridades

El primer desafío es identificar las verdaderas prioridades nacionales. México enfrenta múltiples frentes como:económicos, sociales, de seguridad, ambientales y algunas regiones de infraestructura.  La nueva administración deberá enfocar sus esfuerzos en aquellas áreas que generen mayor impacto para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Un enfoque estratégico demandará priorizar aquellas políticas públicas que promuevan un desarrollo económico inclusivo y sostenible.

En este sentido, el reto de Claudia Sheinbaum será mantener el equilibrio entre una agenda progresista que beneficie a las clases más desprotegidas y un desarrollo económico que estimule la inversión privada y la generación de empleos. Un manejo fiscal prudente será clave para mantener la estabilidad macroeconómica, pero esto debe ir acompañado de políticas sociales que aborden las profundas brechas de desigualdad que persisten en el país. (suena sencillo al redactar estas líneas, pero el crisol mexicano es la variante a discutir)

La protección frente a las amenazas

Otro aspecto fundamental del pensamiento estratégico es reconocer y anticipar las amenazas. En México, estas incluyen tanto factores internos, como la progresivapolitización de la sociedad, como externos, entre los que se encuentra un entorno internacional volátil y los desafíos derivados de la geopolítica. La futura administración no solo deberá actuar con rapidez ante crisis emergentes, sino también promover un entorno de estabilidad interna.

Aquí entra en juego la prudencia como virtud indispensable. La prudencia no es la falta de acción, sino la capacidad de tomar decisiones calculadas y meditadas, priorizando el bien común sobre los intereses de corto plazo.

Aprovechar las oportunidades

La última clave del pensamiento estratégico es saber aprovechar las oportunidades cuando se presentan. México se encuentra en un punto crucial donde puede seguirconsolidando su posición en la región, tanto económica como política. Sheinbaum deberá actuar con visión para consolidar a México en un actor relevante en el escenario continental y global, fomentando alianzas estratégicas y aprovechando su posición geográfica como puente entre Norteamérica y América Latina.

El liderazgo visionario implica también reconocer el momento histórico que vive el país y aprovechar la disposición de la ciudadanía para generar los cambios. Las recientes elecciones muestran que hay una voluntad por parte de la población para apoyar un proyecto de continuidad política que promueva justicia social, igualdad y desarrollo sostenible. La presidencia de Sheinbaum tendrá la oportunidad de consolidar ese apoyo si logra traducir sus promesas en políticas efectivas que beneficien a la mayoría.

La ventana presidencial del mes de septiembre está a 11 días de concluir y esto genera expectativas de una nueva era en México con su primera presidenta al frente del ejecutivo, y así como estas líneas estratégicas en la toma de decisiones yo he realizado lo propio apurándome a dormir con los tenis puestos no vaya a ser que por ser mes patrio y 19 de septiembre “retiemble en sus centros la tierra”.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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