Mujeres embarazadas, la mayoría latinas, acudieron a finales de los años 60 y principios de los 70 a dar a luz al hospital estadounidense Los Angeles County-USC y, tras complicaciones en el parto, volvieron esterilizadas a sus casas, en muchos casos sin saberlo.
Esta es la historia que relata el documental No más bebés, que se estrena en la cadena pública estadounidense PBS el próximo lunes.
El filme es fruto de seis años de trabajo de la directora Renee Tajima-Peña y la productora Virginia Espino para localizar a las protagonistas de unos hechos enterrados en el olvido durante décadas.
El documental se centra en la denuncia que diez mujeres latinas interpusieron ante los juzgados de Los Ángeles por haber sido esterilizadas cuando fueron a dar a luz en el hospital Los Angeles County-USC.
Se trataba de mujeres que tuvieron complicaciones en el parto y a las que, según las demandantes, se les entregaron formularios en inglés, cuando muchas sólo hablaban español, dieron su consentimiento cuando estaban medicadas, desconocían el contenido de los escritos o incluso fueron animadas o forzadas por el personal médico del hospital, que les cogía la mano para que firmaran.
“El común denominador de estas historias es que todas estas mujeres nos contaron que no querían ser esterilizadas”, explicó en una entrevista con Efe la realizadora, Renee Tajima-Peña, quien añadió que el momento preciso del parto, “cuando tu bebé y su nacimiento están en peligro”, no parece “el mejor momento” para decidir sobre una ligadura de trompas de falopio.
La falta de información apropiada hizo que muchas de estas mujeres volvieran a sus casas sin tener ni idea de la operación.
“Algunas no lo supieron hasta que los abogados llamaron a la puerta de su casa años después”, afirmó Tajima-Peña.
El caso salió a la luz gracias a Bernard Rosenfeld, un joven doctor del hospital que en los años 70 percibió malas prácticas en el área de maternidad del hospital.
Cuando recabó pruebas, contactó con dos jóvenes abogados de derechos civiles, los letrados chicanos Antonia Hernández y Charles Nabarrette, quienes trataron de localizar y convencer a algunas de esas mujeres para armar una demanda colectiva.
La tarea no fue sencilla porque muchas de esas mujeres pertenecían a familias tradicionales para las cuales no ser una mujer fértil podía ser un estigma, por lo que sentían vergüenza y en algunos casos ni lo contaron a sus allegados.
Finalmente, diez mujeres de origen latino se atrevieron a dar el paso y denunciaron su caso, un hecho que según Tajima-Peña habla mucho de su valentía, puesto que acudieron a los tribunales en una época en la que en Los Ángeles “todas las instituciones estaban dirigidas por hombres blancos”.
EFE/ Sin Embargo