Ashley Walters, exasistente de Brian Warner, conocido como Marilyn Manson, ha presentado este martes en el Tribunal Superior de Los Ángeles una denuncia contra el cantante estadounidense a quien acusó de discriminación sexual, acoso sexual, agresión sexual, imposición intencionada de angustia emocional y otros delitos, informa Los Angeles Times.
La mujer afirmó que el músico aprovechó su «posición de poder, celebridad y conexiones para explotarla y victimizarla» mientras fue su empleada entre 2010 y 2011. Además, declaró que Manson hizo comentarios inapropiados —como decir que «le encantaba que las chicas parecieran recién violadas» y jactarse que «se había salido con la suya al violar a mujeres«—, y en repetidas ocasiones la ofreció sexualmente a sus amigos y colegas sin su consentimiento.
Walters exige una compensación económica por los daños sufridos, así como un juicio con jurado por los supuestos delitos del artista. Además, solicita que el roquero complete una formación contra el acoso sexual y la violencia sexual, así como que deje de utilizar sus registros personales, sus datos y las fotos de ella.
Por su parte, un miembro del equipo de Manson declaró al periódico que «niegan vehementemente» todas las acusaciones de agresión.
Acusaciones en contra de Marilyn Manson
Walters es la última mujer en denunciar al artista, previamente las actrices Evan Rachel Wood y Esmé Bianco acusaron a Manson de abusos sexuales, psicológicos y físicos.
Entre otros detalles, la actriz dijo que le «lavaron el cerebro» y fue «manipulada» para ser sometida, pero ya no está dispuesta a callar. «Se acabó el vivir con miedo a las represalias, las calumnias o el chantaje. Estoy aquí para desenmascarar a este hombre peligroso y denunciar a las numerosas industrias que lo han permitido, antes de que arruine más vidas», agregó.
Mientras, la estrella de ‘Juego de tronos’, Esmé Bianco, reveló los abusos físicos, psicológicos y sexuales que sufrió por parte del artista durante los dos meses que convivieron en Hollywood, Los Ángeles. «Básicamente me sentí como una prisionera. Iba y venía a su gusto. Controlaba completamente con quién hablaba. Llamaba a mi familia escondida en el armario», describió la británica.