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Explica Gobernador cómo se revisarán indicadores en semáforo de reapertura

El gobernador Javier Corral explicó que la reapertura de actividades en el estado de Chihuahua, se realizará con base en los cuatro indicadores contenidos en el sistema de semáforo COVID-19, de la Secretaría de Salud del Gobierno de la República.

En la entrevista semanal del programa En Línea Directa del Canal 28 de televisión, dijo que tras una reunión virtual sostenida por los gobernadores del país con autoridades federales, acordaron que cada entidad evaluará su situación con base en estos indicadores, para determinar si realiza o no la reapertura.

Detalló que el primero de los indicadores tiene que ver con la disponibilidad de camas en los hospitales; el segundo es la tendencia de hospitalización; el tercero es la medición de los casos activos y el cuarto es el porcentaje de positividad del contagio.

El mandatario informó, que se acordó que a partir del primero de junio se realizará un análisis situacional para cada estado del país, con base en este sistema de semáforo que considera 4 niveles de riesgo (máximo, alto, medio y bajo) para cada uno de los indicadores a revisar.

Javier Corral compartió en la entrevista la tabla de la Secretaría de Salud del Gobierno de México, que detalla el monitoreo que seguirá el sistema de semáforo.

El documento contiene la siguiente información:

Para el indicador 1 (Ocupación hospitalaria de la Red IRAG) se consideran cuatro porcentajes: más de 70%, entre 51 y 70%, entre 31 y 50% y menos de 30%, correspondientes a los cuatro niveles de riesgo: máximo, alto, medio y bajo.

Para el indicador 2 (Tendencia de hospitalización –últimos 10 días–) las fases son: crecimiento exponencial, crecimiento o descenso inicial, descenso continuo y periodo inter-epidémico, con sus respectivos cuatro niveles de riesgo.

Para el indicador 3 (Tendencia síndrome COVID –últimos 14 días–) se consideran las mismas cuatro categorías del indicador 3.

Para el indicador 4 (Porcentaje de positividad COVID) los cuatro niveles de riesgo (de mayor a menor) se distribuyen de la siguiente forma: más de 40%, entre 31 y 40%, entre 21 y 30% y menos de 20%

El gobernador Javier Corral indicó que en el caso del primer indicador, en Chihuahua se considerarán dos puntos, porque aquí están conjugados ocupación de camas COVID-19 en general, y ocupación de cuidados y de terapia intensivos.

“Nosotros vamos a desglosar este indicador y luego, cuál es la tendencia de la ocupación de camas en la última semana epidemiológica, porque vamos a ir midiendo por semana, porque la epidemia se va midiendo semanalmente, son semanas epidemiológicas”, expresó.

Agregó que además se medirá la tendencia semanal de contagios y el porcentaje de positividad, es decir, de todas las pruebas que se hacen y que se diagnostican, qué porcentaje salen positivas, por lo que a partir de estas cifras es que se tomarán decisiones.

Compartió con los chihuahuenses que si la ocupación hospitalaria es de arriba del 70 por ciento y tiene tendencia creciente, y si la tendencia de contagios de COVID-19 tiene un crecimiento exponencial y el porcentaje de positividad está por encima del 40 por ciento, quiere decir que hay riesgo máximo.

“Y entonces ya vienen los otros niveles de riesgo y conforme a estos niveles de riesgo, es como vas reabriendo”, especificó el titular del Ejecutivo estatal.

Consideró que no es posible que haya un solo semáforo a nivel nacional, cuando los estados tienen distintos niveles de transmisión, así como velocidades distintas en el contagio y la diseminación.

“No es lo mismo cómo se propaga en un estado como Tlaxcala, como Colima, a la dispersión y amplitud geográfica del estado de Chihuahua; cuando en un estado como estos que acabo de mencionar, la curva epidémica sube y baja prácticamente en todo el territorio al mismo tiempo, hay estados que por nuestra dispersión territorial, por nuestra dimensión territorial, las curvas epidémicas tienen distintos niveles”, destacó.

Por eso –señaló– el planteamiento fue de un semáforo con una misma metodología, en el sentido de ponerse de acuerdo en qué cosas se debe evaluar para abrir las distintas actividades económicas, recreativas, culturales, deportivas y educativas en las entidades.

“Llegamos a un acuerdo y es que para cambiar de color y empezar a aplicar las medidas de reapertura o mantener las restricciones, habrá una colaboración entre Gobierno Federal y los gobiernos de los estados, y se nutrirá la información del Gobierno Federal de lo que nosotros les vayamos generando”, detalló.

Recordó que la Ley General de Salud en su artículo 7, señala que la coordinación del Sistema Nacional de Salud estará a cargo de la Secretaría de Salud y le corresponde establecer y conducir la política nacional en materia de salud, mientras que los gobiernos estatales como autoridades sanitarias locales, pueden establecer medidas de mayor alcance, en apego a las disposiciones generales establecidas por el Gobierno Federal.

Señaló que esa es la primera premisa: “si el Gobierno Federal determina restricciones, los estados no podríamos ser permisivos o más permisivos, menos restrictivos”.

Previamente, en conferencia virtual con los medios de comunicación, el gobernador había anticipado que el sistema de semaforización comenzará en Chihuahua el 1 de junio en color rojo, es decir, sin ninguna autorización para reaperturas.

“Hay algunas interpretaciones que se han hecho, de que vamos a pasar a partir del 1 de junio ya a el color naranja, en donde ya se reabre un porcentaje de actividades económicas en general o recreativas, o culturales, o sociales. Esto no es así”, observó.

Advirtió que el periodo mínimo que tomará la evaluación será de una semana: “tratando de dar una respuesta, pero forzando una proyección, nosotros tendríamos que evaluar en la primera semana de junio, si podemos cambiar de color en el estado de Chihuahua, del rojo al naranja, y luego entrar de nuevo en el proceso de evaluación en esas siguientes dos semanas, con estos mismos indicadores, para saber si pasamos al amarillo, o nos regresamos al rojo”.

México

“Llamarme ‘Andy’ es quitarme el legado de mi padre”: hijo de AMLO pide que lo llamen por su nombre completo

Ciudad de México.– Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, hizo un llamado público para que dejen de referirse a él con el diminutivo “Andy”, al considerar que esa forma de nombrarlo minimiza su identidad y el legado político de su padre.

Durante su intervención en La Moreniza, programa semanal producido por Morena y conducido por la presidenta del partido, Luisa María Alcalde, López Beltrán expresó su molestia con firmeza: “Yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán, y mi más grande orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país. Llamarme ‘Andy’ es demeritar eso, es quitarme ese legado, quitarme ese nombre”.

La declaración llega en un momento en que López Beltrán, actual secretario de Organización del partido guinda, comienza a tener una presencia más activa en los espacios públicos del movimiento que fundó su padre. El comentario, aparentemente espontáneo, dejó ver una sensibilidad personal, pero también un intento de construir una identidad propia, vinculada directamente al apellido y a la figura presidencial de su padre.

“Les da miedo porque saben lo que vale el nombre y el legado de Andrés Manuel López Obrador”, añadió, al referirse a quienes lo llaman “Andy”, ya sea en medios de comunicación, redes sociales o espacios opositores. “Ojalá dejen de llamarme con diminutivos y nombres que no son el mío”, insistió.

Aunque para algunos el apodo pueda parecer irrelevante, López Beltrán dejó claro que considera el asunto simbólicamente importante: “Andrés Manuel López Beltrán (prefiere ser llamado). No, Andrés López Beltrán. No, ‘Andy’ López. Etcétera”, subrayó.

En un tono más reflexivo, también reconoció que su cercanía familiar con el expresidente lo ha colocado en el centro de críticas mediáticas: “Es evidente que no es conmigo. Es evidente que quien fue el presidente más atacado de la historia, yo creo que hasta más que el presidente Madero, fue Andrés Manuel López Obrador. Y en cierta forma, estoy heredando el trabajo de esos medios de comunicación”.

Las palabras de López Beltrán fueron respaldadas por Luisa María Alcalde, quien coincidió en que existe una campaña persistente de desprestigio contra quienes forman parte del entorno del exmandatario. Alcalde, que ha sido una de las figuras más cercanas a López Obrador tanto en el gabinete como en Morena, no solo lo secundó sino que también dio espacio a que el hijo del expresidente se explayara durante el programa.

La reacción en redes sociales fue inmediata. Mientras simpatizantes aplaudieron la defensa del nombre y el apellido presidencial, sectores críticos ironizaron la declaración y revivieron señalamientos de presunto nepotismo y falta de méritos propios. La etiqueta #Andy se colocó en tendencias durante varias horas, lo que paradójicamente podría intensificar el uso del apodo que busca eliminar.

López Beltrán ha mantenido un perfil relativamente bajo en comparación con otros hijos de figuras públicas, aunque su nombre ha estado presente en controversias mediáticas sobre temas patrimoniales, contratos y vínculos empresariales. Sin embargo, en los últimos meses, ha dado pasos visibles dentro de la estructura de Morena, preparando el terreno para un rol más protagonista dentro del partido.

El mensaje parece entonces apuntar a una estrategia de consolidación: dejar atrás los apelativos informales y posicionarse con su nombre completo como una figura que busca el respeto político y el reconocimiento directo por el linaje que representa.

En tiempos donde los símbolos importan tanto como los hechos, Andrés Manuel López Beltrán quiere ser llamado como tal. No “Andy”.

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