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Salud y Bienestar

Falta de sueño podría alterar la actividad cerebral

La carencia de sueño en humanos podría producir cambios en la actividad cerebral, según un estudio publicado hoy en la revista científica «Nature Communications».

El director de la investigación, Christoph Nissen, y su equipo de la Universidad Médica de Freiburg, en Alemania, compararon la actividad cerebral de un grupo de 20 personas después de una noche de sueño y otra en la que permanecieron sin dormir.

Los científicos examinaron la corteza motora, el área encargada de controlar el movimiento, aplicando pulsos magnéticos para activar las neuronas en los cerebros de los participantes.

El resultado del examen reveló que la fuerza de los impulsos que se necesitan parar producir una respuesta en los músculos de la mano izquierda era inferior para las personas con carencia de sueño, lo que sugiere que el cerebro estaba más alterado después de una noche sin dormir.

Además, los autores del estudio descubrieron que los cambios de conectividad dependiente de la actividad en las neuronas eran más débiles en los participantes con privación de sueño.

Las personas a las que se mantuvo despiertas también actuaron peor en pruebas de memoria y sus muestras de sangre mostraban niveles reducidos de FNDC, factor neurotrófico derivado del cerebro.

Esta molécula regula la plasticidad neuronal, que es la propiedad que emerge del funcionamiento de las neuronas cuando se comunican y que modula la percepción de los estímulos.

Según los investigadores, estos resultados podrían ayudar a esclarecer los mecanismos por los que la carencia de sueño está conectada con cambios en el cerebro y el bajo rendimiento en la memoria.

Fuente: El Comercio

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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