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México

Formal prisión a Jesús Salas Aguayo, ‘El Chuyín’

El juez Sexto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de México, con sede en Toluca, dictó auto de formal prisión en contra de Jesús Salas Aguayo, alias “El Chuyín”, heredero del Cártel de Juárez, tras la captura de Vicente Carrillo Fuentes “El Viceroy”.

Dentro de la causa penal 23/2015, el juez federal consideró que había elementos suficientes para dictar dicha medida por los delitos de delincuencia organizada, contra la salud, portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas, por lo que permanecerá en el penal federal de El Altiplano, en el Estado de México.

El pasado 17 de abril, Salas Aguayo, uno de los 122 objetivos del gobierno federal, fue detenido en un operativo coordinado entre las fuerzas federales y estatales, en el municipio de Ahumada, Chihuahua.

Luego de los trabajo de inteligencia y trabajo de campo por varios meses, se logró ubicar que “El Chuyín” se movía, entre otros puntos, por el municipio de Ahumada, Chihuahua.

Desde temprana hora, varios helicópteros artillados del Ejército sobrevolaban la zona de Villa Ahumada; mientras que por tierra decenas de soldados se desplazaban en vehículos.

Salas Aguayo, uno de los criminales más buscados por la DEA, tomó notoriedad desde octubre del año pasado tras la captura de Vicente Carrillo Fuentes “El Viceroy”. Tras la detención del líder del cártel de Juárez, Salas Aguayo habría asumido el control de la organización.

Fuente: El Siglo de Torreón

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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