CIUDAD DE MÉXICO, 30 de mayo.- Armando Ahued, secretario de Salud del Distrito Federal, lanza la advertencia: “El sistema de salud no aguanta la cantidad de enfermos que se presentan cada año a causa del tabaquismo. Se estima que cada año se gastan 45 mil millones de pesos, cifra conservadora porque en realidad el gasto se eleva a los 100 mil millones de pesos a escala nacional para atender enfermedades relacionadas con esta adicción.”
Según las últimas estadísticas de 2008 del Sistema Nacional de Salud, en el Distrito Federal, la encuesta establece que 53.5 por ciento de la población, de entre 18 y 65 años de edad, ha probado alguna vez un cigarrillo, en su mayoría se trata de hombres.
Y tras el primer contacto con el tabaco, 85 por ciento de ellos se convierte en fumador activo alcanzando un consumo de seis cigarros al día, lo que a la larga desencadena una serie de enfermedades crónicas y mortales.
Raúl Fernández Joffre, director de la Clínica Hospital de Especialidades Toxicológicas Venustiano Carranza, que pertenece a los servicios de salud del Distrito Federal, explicó que los fumadores, en general, poco conocen de los daños que el tabaco causa a su cuerpo y la mayor parte del tiempo escuchan generalidades o situaciones fatales, que consideran muy lejanas, cuando en realidad muchos ya han mermado su salud de manera irreversible.
“Hay que hablarles en un lenguaje muy lógico y decirles que el fumar no es vicio, sino una enfermedad. Las arterias y vasos sanguíneos se empiezan a endurecer a tal grado que se sube la presión y viene una hemorragia cerebral. El fumador va a quedar en coma, o con parálisis, o con discapacidad, se le van a endurecer las paredes del pulmón, va a tener que recibir oxígeno y andar con un tanque colgado para poder medio respirar”, explicó Fernández Joffre.
Cuando el fumador reconoce el daño que se hace ha hecho a sí mismo, y quiere cambiar, el primer paso que debe dar es pedir ayuda profesional, donde le darán toda una serie de pautas a seguir tanto médicas como de hábitos.
De la plática a los desinflamatorios
Para los casos más leves, las pláticas de orientación son suficientes, pero quienes fuman de manera habitual o excesiva, llegando a la adicción extrema, requieren medicamentos, estudios y tratamientos especiales como nebulización, administración de oxígeno con desinflamatorios, terapias ventilatorias y medicamentos que eviten la ansiedad, entre otros.
También atienden su entorno, como por ejemplo la ropa, que con el paso del tiempo se impregna con el olor al tabaco, y que se recomienda lavar intensamente junto con la ropa de cama, baños, recámaras y todos los espacios de la casa donde se haya fumado alguna vez, así como el automóvil, para eliminar cualquier rastro aromático del cigarro con el fin de alejar la posibilidad de una recaída por consumo de cigarro.
Según Fernández Joffre, en la familia está el origen del tabaquismo, así como de la tolerancia a la adicción, ya que medidas y reglas claras al interior harían que se erradicara el consumo.
“Si tú quieres fumar en un restaurante te van a pedir que lo apagues o te ponen a disposición de la policía, pero en casa quién lo regula. La familia tiene que estar al pendiente de esto. Lo primero es la cero tolerancia a menores. No pueden fumar porque están en etapa de desarrollo de actividad neuronal y si se les permite un veneno, como es el cigarro, les haremos daño”, alertó.
Después de que una persona logra dejar el cigarro, superando los retos de las recaídas propias de la enfermedad, debe continuar con la atención de los daños que la adicción causó al organismo.
Los principales se centran en las vías respiratorias, pero la afectación es generalizada causando pérdida del cabello, cataratas, arrugas, pérdida del oído, cáncer de piel, deterioro de la dentadura, mal aliento, además, por problemas de irrigación se gangrenan las extremidades, se causa cáncer de útero, abortos espontáneos, deformación de espermatozoides y psoriasis.
El fumador expone a quienes viven a su alrededor, especialmente niños y mascotas y todos presentan con frecuencia problemas respiratorios o de piel.
Desde hace algunos años la dependencia local habilitó todos sus centros de salud con áreas para la orientación y disuasión de fumadores, cuyos casos severos son referidos al Centro Toxicológico, a la par de clínicas públicas y privadas que también ofrecen sus servicios a los fumadores.
En los diagnósticos médicos el tabaquismo ya está incluido como una patología y no como un dato estadístico, como antes ocurría, lo que obliga a los médicos a mandar a los pacientes a recibir atención especializada cuando el abuso ya es adicción.
Desde 1987
La ONU y sus agencias de salud buscan erradicar la epidemia del tabaquismo:
La Organización Mundial de la Salud celebra el Día Mundial Sin Tabaco, cada 31 de mayo, con el propósito de señalar los riesgos que supone el consumo de cigarro para la salud y fomentar la reducción de su uso.
La Asamblea Mundial de la Salud instituyó el Día Mundial sin Tabaco en 1987 para llamar la atención hacia el tabaquismo, como la llama la OMS, y sus efectos letales.
Esta celebración es una oportunidad para enviar mensajes concretos vinculados con el control del tabaco y observar el Convenio Marco de la OMS para su.
El consumo de tabaco es la principal epidemia prevenible a la que se enfrenta la comunidad sanitaria. Es la segunda causa mundial de muerte tras la hipertensión.
La lucha es desarraigar la nicotina del organismo
Eduardo Hernández tiene 43 años de edad. Nació en la Ciudad de México y es hijo de un padre fumador que murió a los 65 años debido a un cáncer pulmonar provocado por su tabaquismo.
Hasta 2010 Eduardo era un fumador al igual que su hermana. Hoy, ambos desarraigaron la nicotina de todo su organismo.
Alumno de buenos promedios, el afable Eduardo estudió en la Universidad del Valle de México la carrera de Ingeniería Industrial y realizó su maestría en Economía y Negocios en Seúl, Corea del Sur, y hasta 2010 se desempeñó como coordinador de Estrategias para Sectores Emergentes y Políticas Públicas en la Secretaría de Economía del gobierno federal panista.
El primer cigarrillo, a los 9 años
Eduardo, sin ser médico, fundó la Clínica del Tabaco hace aproximadamente dos años como una necesidad para terminar con su tabaquismo.
Comenzó a fumar a los nueve años de edad para imitar a su primo.
“Me gustaba una niña de la cuadra, pero ella sólo se fijaba en mi primo, quien fumaba, y yo pensé que si fumaba ella me haría caso”, contó Eduardo a Excélsior.
Desde la secundaria fumaba una cajetilla diaria.
Dice que eso no afectó sus estudios, incluso logró terminar una licenciatura y hasta maestría con beca en Asia, pero para ese entonces ya fumaba dos cajetillas diarias.
Sobrevivió a dos operaciones de corazón.
Eduardo reconoce que, aunque la primera cirugía no fue derivada de un problema de tabaquismo, le recomendaron abandonar este consumo para evitar riesgos posoperatorios, lo cual no logró hacer.
Empeñado en librarse de la esclavitud del cigarro, explicó que durante su relación con el tabaco probó todos los métodos existentes para abandonar el consumo de nicotina. Parches, chicles, tartrato de vareniclina, disminución de las bocadanas, entre otras muchas pruebas.
Intentar convertirse en un acérrimo rival del cigarro lo llevó a estudiar los procesos fisiológicos involucrados en la ingesta de nicotina, así como el poder de esta droga, la cual, debido a un accidente evolutivo, se fija de una manera extremadamente eficiente en el cerebro.
Así comienza a elaborar un rompecabezas que culmina con la publicación del libro Cómo dejar de fumar definitivamente y prevenir otras adicciones, que comenzará a circular bajo el sello de la editorial Trillas dentro de un mes y medio.
En aproximadamente un año, 120 personas han dejado la adicción con el programa de Eduardo, hecho certificado ante notario público. Su P6P o Programa de 6 Pasos es el responsable de la efectividad en el abandono del tabaco de 90 por ciento de las personas que se acercan a la Clínica del Tabaco.
En el marco del Día Mundial Sin Tabaco, Eduardo Hernández y Gustavo Leal llevarán a cabo la conferencia Cómo dejar de fumar ¡definitivamente! y prevenir otras adicciones.
La cita es hoy a las 19:00 horas en Molinos 31, esquina Guillán.www.clinicadeltabaco.com.mx
¿Quién soy ahora sin fumar un cigarro?
Gabriel cumple hoy 12 días sin una bocanada de humo. Se siente “sorprendentemente bien”
Un ex fumador
El sábado 19 de mayo tenía la cita a las 10:00 horas. Me llamo Gabriel y confieso que, aunque estaba motivado, mi escepticismo era grande. Desde el día anterior había hablado con la madre de mi hijo para informarle que estaría cerca de ocho horas confinado por lo que me sería imposible pasar por el niño.
Algunas veces intenté dejar el cigarro, nunca tuve éxito. Bajándole de a poco, con el chicle de nicotina… Dos semanas antes de mi cita ya me dolía mucho el pecho, sea lo que eso signifique (dicen los que saben que el corazón no duele). Decidí intentarlo de nuevo.
Comencé a fumar a los 14 años. Un primo me invitó a probar. La curiosidad, el saberse transgresor de las reglas es un buen incentivo. Tengo 35 años y consumía entre 25 y 30 cigarrillos al día. El dolor en el pecho me dio el impulso. Miento, el dolor en el pecho arraigó en mí el miedo que me dio el impulso. Fue así, “como cualquier fumador sensato”, que asumí que lo correcto era bajar mi dosis de nicotina. Por una semana dejé de fumar entre 25 y 30 cigarros para pasar entre cinco y siete.
Mi función respiratoria mejoró un poco, pero la ansiedad, la angustia y la depresión me asaltaron. Pero todo era más difícil. Un viernes traté de ir al cine, y no pude. Ni siquiera entré a la sala, porque la ansiedad lo impidió. Me sentía profundamente triste. Cargaba un yunque de 300 kilos en mi pecho.
Decidí marcar
Se lo platiqué a mi jefe. Él recordó haber visto información de algo llamado la Clínica del Tabaco. Me la envió por correo electrónico junto con un teléfono. “¡Llámales, cabrón, quien quita y te ayudan!”, me dijo.
Millones de fumadores entenderán mi escepticismo. Dos cosas eran ciertas: me seguía sintiendo muy mal y poco a poco regresaba a mi consumo habitual de nicotina. Decidí marcar.
“¡Hola! ¿Cómo estás? Soy Eduardo Hernández, de la Clínica del Tabaco. Sé cómo te sientes. Yo puedo ayudarte mediante una plática donde vas a comprender tu adicción a la nicotina. No se trata de hipnosis, agujas, láser, medicamento, etcétera, etcétera, etcétera…”
Hice la cita. Me levanté a las 08:50 horas ese sábado y me bañé. Se me hacía tarde, así que no pude desayunar. Mientras manejaba hacia la zona de Taxqueña prendí un cigarro. Eran cerca de las 9:30 horas.
Llegué a las 10:15 a un inmueble de la colonia Prado Churubusco. Ya me esperaba Eduardo, quien me recibió con buen semblante, y me pasó a una pequeña sala donde tenía conectada una laptop.
La plática comenzó, pero no de manera formal. Eduardo hablaba de su experiencia con el tabaco mientras me hacía algunas preguntas. Me entregó un libro de su autoría y pasaba algunas diapositivas en la computadora. Sin pensarlo ya había pasado una hora. Me explicó cómo funcionaba a nivel molecular mi adicción y por qué la nicotina es tan adictiva.
Dos horas habían pasado, y yo seguía esperando la solución mágica al problema, o quizá “el gancho”, “la movida”, “el engaño”. Nada, conceptos y explicaciones, únicamente. Comenzaba a entender mi problema, pero mi ansiedad iba en ascenso porque ya iba para las 3 horas sin fumar.
“Ya me estás viendo con ojos de pistola”, me dijo Eduardo. Confesé que me sentía incómodo y que no había desayunado. Me alcanzó un jugo de arándano, cinco nueces, cinco almendras, cinco chocolates pequeños y dos tronquitos o ramitas (hoy sé que se llaman orozus). Me explicó por qué esos alimentos en particular, y me pidió comerlos. Me fui calmando y llegamos a la mitad de nuestra plática.
Antes de salir a comer, y con una ansiedad manejable, decidí dejar de fumar. Concluimos la charla y fui al supermercado a comprar algunos de los alimentos que me ayudarían en mi proceso.
Las primeras 72 horas fueron las más complicadas, aunque admito que mucho menos difíciles a como yo las imaginaba. ¿Soy dos personas distintas? ¿El cigarro define quién soy? ¿Es cierto que se puede parar el consumo de nicotina de golpe? Al momento en que ustedes leen esto llevo 12 días sin fumar. La última bocanada la di a las 09:30 horas, el 19 de mayo. Aún trato de entender quién soy y cómo funciono sin el tabaco, pero me siento bien, sorprendentemente bien.
You must be logged in to post a comment Login