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¿Funcionan las pruebas para Covid que se venden en las farmacias?

La variante ómicron del COVID-19 ha incrementado sustancialmente los casos de coronavirus entre los mexicanos. Es común ver largas filas en centros de salud, clínicas del IMSS, ISSSTE y centros de pruebas desplegados por la Secretaría de Salud y las autoridades sanitarias locales para realizarse pruebas, aunque muy pocos tienen éxito.

Ante la incapacidad del sector de salud público para dar abasto a la gran demanda de pruebas COVID, muchos mexicanos han recurrido a buscar esos insumos en laboratorios, hospitales privados, farmacias y hasta en redes sociales.

Así, por ejemplo, el secretario de Coahuila, Roberto Bernals Gómez, dijo que las pruebas de COVID-19 de antígenos son buenas. «Son buenas, cuestan 200 pesos y deja tú que las avale yo, las aprueban las instancias internacionales», dijo.

La prueba de antígeno permite identificar una proteína conocida como “S” o spike del virus SARS-CoV-2, los resultados se obtienen de 15 a 30 minutos. ¿Pero realmente funcionan?

¿Qué dice la OMS sobre las pruebas rápidas de antígenos?

Al respecto, la OMS publica desde 2018 una lista anual de pruebas diagnósticas esenciales en la que figuran las pruebas de diagnóstico in vitro recomendadas que deberían estar disponibles en los puntos de atención y en los laboratorios de todos los países.

La última edición, publicada hace un año, incluye las pruebas de diagnóstico de la COVID-19 recomendadas por la OMS (prueba de PCR y prueba de antígenos).

En México, la Profeco asegura que «El resultado positivo de una prueba de antígenos se considera exacto cuando las instrucciones se siguen cuidadosamente, pero hay más posibilidad de tener un falso negativo, lo que significa que es posible estar infectado con el virus, pero tener un resultado positivo».

De acuerdo con la Secretaria de Salud, las pruebas de detección de antígeno de SARS-CoV-2, son útiles para detectar moléculas específicas del virus, los cuales están presentes cuando existe una infección activa, es decir, cuando la persona está enferma en ese momento.

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Estas pruebas se pueden realizar directamente en el punto de atención de las personas enfermas, como en consultorios médicos, centros de salud, kioscos de atención, entre otros. Estas pruebas son útiles en comunidades de difícil acceso a un laboratorio, y son recomendadas por la Organización Mundial de la Salud para complementar las estrategias de vigilancia epidemiológica de la epidemia por el virus SARS-CoV-2.

El resultado positivo de una prueba de antígeno puede ser utilizado para la confirmación de COVID-19, en personas que cumplen con los requisitos antes descritos y no sustituye la utilidad y uso de las pruebas moleculares (RT-PCR).

Este tipo de pruebas se venden en farmacias y cuestan aproximadamente 200 pesos. Sin embargo, en este momento están agotadas.

Además, también se venden pruebas de anticuerpos por 320 pesos aproximadamente, aunque también están agotadas.

La prueba de anticuerpos, a diferencia de los anteriores, sirven para detectar si una persona ha estado infectada por el virus y ha desarrollado defensas, y si la infección todavía está activa o no. Se analiza la presencia de inmunoglobulinas IgM (que aparecen entre 7 y 10 días después del contacto con el virus) e IgG (que aparecen entre 10 y 15 días después).

Un IgM positivo indica una infección activa, mientras que un IgG positivo significa que la infección está superada. Aunque no se emplea como diagnóstico definitivo, es útil para conocer si has estado en contacto con el virus o para ver la evolución de la enfermedad en caso confirmado.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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