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Revista

Gerardo Ortiz pide perdón a “todas las mujeres” por video que lo tiene con problemas legales

El cantante Gerardo Ortiz se disculpó con “todas las mujeres” que se hayan podido ofender por su polémico video musical Fuiste mía, en el que el artista mata a su novia y al amante de ella tras descubrir la infidelidad, y por el que hay un proceso legal en su contra por apología del delito.

Ortiz grabó el video de la canción Fuiste mía en una finca de Zapopan, en Jalisco, que en noviembre de 2014 fue escenario de una balacera y se descubrió que era usada como casino clandestino.

En ese lugar se encontraba Daniel Quintero Riestra, identificado como uno de los líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación, hoy detenido y relacionado con dos homicidios.

Quería “ofrecer disculpas a todas las mujeres que fueron ofendidas por este video y a todas las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres”, dijo Ortiz en una rueda de prensa en Culiacán, en el noroccidental estado mexicano de Sinaloa.

Sin aceptar preguntas ya que su situación jurídica no se lo permite, el cantante confió en que se resolverá el problema legal que afronta en el estado de Jalisco, en el noroeste mexicano.

“Espero en algún momento resolver mi estado legal. Gracias a Dios, se están arreglando los problemas, seguimos adelante con este caso y en algún momento espero venir a cantar al estado de Jalisco y a mi público de Guadalajara también, y al de Sinaloa también”, remarcó.

“También aclarar que por las ofensas y todos los disparates que se han hecho yo mismo tomé la decisión de remover el video de las plataformas sociales ya que eso esta ocasionando más chismes”, comentó luego de lamentar que si bien ahora su nombre es más conocido, no lo son ni sus “letras ni música”.

El cantante continuará con sus fechas de presentaciones por México y Estados Unidos.

 

Revista

Demasiado pronto para un smartphone: advierten sobre graves efectos en la salud mental de menores de 13 años

Un estudio global reciente ha encendido las alarmas sobre el impacto negativo de los smartphones en la salud mental de niños menores de 13 años. La investigación, publicada en el Journal of the Human Development and Capabilities, analizó respuestas autodeclaradas de casi 2 millones de personas en 163 países y encontró que cuanto antes un menor accede a un teléfono inteligente, más probabilidades hay de que experimente efectos perjudiciales.

Entre los hallazgos más preocupantes están el aumento de pensamientos suicidas, dificultades en la regulación emocional, baja autoestima y desconexión con la realidad. Los efectos fueron especialmente marcados en niñas.

“El uso temprano del smartphone suele implicar acceso prematuro a redes sociales, lo que a su vez puede desencadenar acoso digital, alteraciones del sueño y deterioro de las relaciones familiares”, explicó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de la organización sin fines de lucro Sapien Labs, encargada del levantamiento de datos.

Un llamado urgente a la acción global

La contundencia de los resultados llevó a los investigadores a proponer restricciones internacionales que limiten el uso de smartphones y redes sociales a menores de 13 años. “Se requiere una acción inmediata y global para proteger a los niños de entornos digitales que aún no están preparados para gestionar con madurez”, afirmó Thiagarajan.

El estudio no solo se centró en indicadores comunes como ansiedad o depresión, sino que analizó aspectos menos explorados como la autoimagen y la capacidad de gestionar emociones, revelando una correlación directa entre el uso temprano de dispositivos y el deterioro del bienestar psicológico.

¿Qué pueden hacer los padres?

Expertos como Melissa Greenberg, psicóloga clínica del Princeton Psychotherapy Center, recomiendan iniciar conversaciones comunitarias entre padres para acordar de manera conjunta retrasar la entrega de teléfonos inteligentes a sus hijos. Iniciativas como “Wait Until 8th” («Espera hasta el 8vo grado» – Equivalente a 2do de Secundaria) permiten a las familias comprometerse colectivamente a posponer la entrega de dispositivos hasta después de los 13 años.

Asimismo, sugiere buscar escuelas con políticas estrictas sobre el uso de smartphones en campus o exigir cambios en los reglamentos escolares. Thiagarajan advierte que los padres no pueden enfrentar este problema solos: “Incluso si prohíbo a mis hijas usar redes sociales, estarán expuestas a ellas a través de otros niños en la escuela o eventos extracurriculares. Es un asunto social, no solo familiar”.

¿Y si ya tienen un teléfono?

Greenberg aconseja no caer en el pánico. “Si ya le diste un smartphone a tu hijo, puedes ajustar el rumbo”, asegura. Recomienda establecer controles parentales, desinstalar ciertas apps, cambiar a un teléfono básico o simplemente limitar el uso.

Para aquellos padres que enfrentan resistencia, sugiere esta frase:
“Cuando te dimos tu teléfono, no sabíamos todo lo que ahora sabemos sobre cómo podría afectarte. Los científicos están aprendiendo más cada día, y queremos hacer lo mejor para ti”.

Aceptar que también los adultos luchan contra el uso excesivo del celular puede ayudar a los menores a comprender que es una dificultad compartida.

Un punto de inflexión para la crianza

Investigadores como el psicólogo social Jonathan Haidt, autor del libro “The Anxious Generation”, coinciden en que retrasar el acceso a redes sociales hasta los 16 años es una de las mejores decisiones que pueden tomar los padres hoy.

La evidencia es clara: dar un smartphone a un niño antes de los 13 puede tener consecuencias serias y duraderas. En un mundo cada vez más digitalizado, tal vez la verdadera rebeldía —y protección— esté en apagar el teléfono.

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