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Gobernador de Jalisco matiza postura contra AMLO

El gobernador de Jalisco matizó su postura respecto a que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y su «gente» provocaron los actos violentos en Guadalajara durante la manifestación de este jueves por la muerte de Giovanni López a manos de policías de Ixtlahuacán de los Membrillos.

«Lo que le digo al presidente es que yo sigo creyendo que él es una gente de bien, que él no está dando estas instrucciones, pero también le digo con claridad al Presidente de México que su gente cercana, que gente de su gobierno y gente de su partido está apostando a la violencia como una ruta para mantener el poder, para seguir cuidando sus intereses y sus agendas personales.

En conferencia de prensa, indicó que durante los disturbios no hubo ninguna llamada del gobierno federal para conocer de la situación y recriminó que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, y el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, insistieran en que la detención y muerte de Giovanni López se originara por no portar cubrebocas en la vía pública.

«Lo que hubo fueron más mentiras de la secretaria de Gobernación, lo que hubo fueron mentiras del subsecretario de Derechos Humanos, con ellos no tengo nada que platicar, yo espero hablar con el Presidente de México, y confío en que esto se pueda dar en las próximas horas», dijo.

Argumentó que por la forma de proceder de los funcionarios federales es imposible mantener un diálogo respetuoso, e insistió en que la violencia provocada el jueves y la percepción de que el gobierno estatal tiene algo que ver en la muerte de Giovanni López, es un asunto orquestado desde «los sótanos del poder en la Ciudad de México».

Fuente: informador

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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