La comunidad de Guachochi, en Chihuahua, enfrenta momentos de miedo, coraje e impotencia tras el reciente ataque armado en el que siete personas perdieron la vida, entre ellas una niña y un maestro. El párroco Enrique Urzúa señaló que la violencia ha escalado de manera preocupante, afectando directamente a la sociedad y no solo a los grupos armados que antes se enfrentaban entre sí.
“Los profesores están indignados por la pérdida de su compañero. Esto ya rebasó todo; los grupos armados no miraron a quién disparaban, ahora la sociedad es la víctima”, afirmó el clérigo. Urzúa criticó además la falta de actuación efectiva de las fuerzas de seguridad, señalando que su inoperatividad y la minimización de los hechos generan un sentimiento de desprotección entre los habitantes. Recordó un caso reciente en el que una familia permaneció desamparada durante horas, sin recibir apoyo, evidenciando la insuficiente respuesta de las autoridades.
El sacerdote destacó que algunas familias han optado por abandonar Guachochi y comunidades cercanas debido a la violencia, pero aseguró que la población sigue manteniendo su vida cotidiana, asistiendo a sus trabajos y llevando a los niños a la escuela. “Es nuestro pueblo, nuestra historia y nuestra vida; estos grupos no nos la van a quitar”, enfatizó.
Por su parte, la Fiscalía de Distrito Zona Sur inició la investigación para esclarecer los homicidios. Hasta el momento se han identificado a tres de las víctimas: Luis Ever, de 44 años; Alicia, de 43, y Roberto, de 39. Urzúa lamentó la falta de acercamiento de las autoridades con las familias afectadas, subrayando la necesidad de apoyo oficial y medidas que garanticen la seguridad de la comunidad.
La violencia en Guachochi sigue dejando una huella profunda, mientras sus habitantes intentan mantener la normalidad en medio de la incertidumbre y el temor constante.