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Halla INAH palacio maya de mil años de antigüedad en una zona poco explorada

Los arqueólogos encontraron el edificio de unos 55 metros de largo en el estado de Yucatán, en el sureste de México, y creen que fue construido y utilizado por la civilización maya hace un milenio.

Mide unos 55 metros de largo, 15 metros de ancho y seis metros de alto. Así son las ruinas de un gran palacio que unos arqueólogos descubrieron recientemente en México y que creen que perteneció a la civilización maya, de hace unos 1.000 años.

Los restos de la construcción fueron encontrados en una excavación en el sitio de la antigua ciudad de Kulubá en el estado de Yucatán, en el sureste de México, tal como lo confirmó este jueves el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Los mayas, el pueblo fundamental para Centroamérica que México tardó en valorar (a pesar de su enorme importancia)
En vista de los materiales de construcción, los expertos creen que la estructura fue utilizada durante dos períodos de la civilización maya, a partir del 600 d.C.

La civilización maya vivió su apogeo en territorio del actual México y América Central antes de que España conquistara la región.

Hallazgo “importante”
De acuerdo al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), el edificio prehispánico estuvo en uso en el periodo clásico tardío, entre los años 600 900 d.C. y el clásico terminal, entre el 850 y el 1050 d.C.

El palacio mide unos 55 metros de largo, 15 metros de ancho y 6 metros de alto.

Está ubicado en el oriente de la ciudad de Kubalá y se trata de un descubrimiento arqueológico muy importante, dice el INAH en un video que publicó sobre el hallazgo en YouTube.

“Este palacio que consideramos es de seis cámaras, ya está siendo intervenido para localizar los muros, las escaleras, y luego conservar la estructura”, explica el arqueólogo Alfredo Barrera en el video.

Fuente: Animal Político

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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