La Policía Nacional encontró el pasado lunes por la tarde en el número 5 de la calle San Cugat del Vallés del distrito de Fuencarral (Madrid) el cadáver podrido de Clara Inés Tobón, colombiana de 79 años. Llevaba muerta al menos tres meses y tenía la parte superior del cuerpo devorada por sus siete gatos, cinco de los cuales también habían fallecido por inanición. En principio, la mujer murió por causas naturales aunque se está a la espera de los resultados de la autopsia que hará el antropólogo del Instituto de Medicina Legal con ayuda de los hepatólogos. También se ha ordenado hacer una necropsia a varios de los felinos para confirmar que el cuerpo fue mordisqueado por sus mascotas.
Clara Inés vivía sola en este piso del IVIMA desde 1996. No tenía hijos ni estaba casada. Su familia residía en Colombia y no tenía parientes en España. Sus mejores amigas eran las vecinas del inmueble.
Desde hacía varias semanas algunas de las inquilinas del edificio estaban muy preocupadas por Clara, ya que desde el año pasado estaba enferma y algunos vecinos sospechaban que se podría haber contagiado del Covid. No la veían, pese a que a diario solía salir para dar de comer a gatos callejeros, y también era habitual verla los días de mercadillos recogiendo los restos de fruta y comida que los vendedores dejaban en las cajas de la basura.
Las amigas llamaban al timbre de la puerta, pero la mujer no respondía. También su teléfono móvil figuraba apagado cuando llamaban a su número de la compañía Orange y las cartas ya no cabían en su buzón.
Ante la falta de noticias de Clara, la vecina del primero pensó que podía estar ingresada en el cercano hospital de La Paz. «Un día que fue a hacerse una prueba en el médico preguntó por ella en recepción y le dijeron que allí no estaba ingresada», cuenta una de las residentes.
También los vecinos relatan que llamaron sin éxito al IVIMA por si sabían algo de ella y que el administrador de la finca hizo alguna gestión sin conseguir respuestas.
La intranquilidad estalló cuando el vecino del cuarto A comentó que salía un fuerte hedor de la casa y que empezaba a ver muchas moscas. «A veces olía mal por los gatos y las cajas de comida que subía, pero estaba vez había una peste muy fuerte», indicó un vecino.
El pasado lunes por la tarde la vecina del bajo decidió llamar al 091 para advertirles de que igual Clara había fallecido dentro de la casa. Los agentes de la comisaría de Fuencarral acudieron al aviso y, por el olor de rellano de la escalera del cuarto piso, enseguida sospecharon que podría haber una persona muerta dentro. Los vecinos indicaron a la Policía en primer momento que podría llevar muerta un mes y que no tenía familia.
Al no poder abrir la puerta se avisó a los bomberos del Ayuntamiento de Madrid que desplegaron una autoescala para poder entrar por una de las ventanas de la casa, según Emergencias Madrid.
En una de las habitaciones encontraron el cadáver de Clara en avanzado estado de descomposición y con parte del cuerpo mordido por los gatos. Clara podría sufrir el síndrome de Diógenes porque cuando abrieron los agentes se encontraron gran cantidad de basuras y excrementos felinos.
El Sevemur (Servicio Veterinario Municipal de Urgencias del Ayuntamiento) descubrió en la casa cinco gatos muertos y dos vivos. Los dos que aún respiraban estaban en muy malas condiciones y fueron trasladados al Centro de Protección Animal, según explicó un portavoz municipal.
Una vecina señaló que uno de los agentes le dijo que la mujer fue comida cintura para arriba por los gatos. «Un policía nacional nos contó que era lo peor que había visto desde que trabajaba», señaló.
Un portavoz del antiguo IVIMA de la Comunidad de Madrid, ahora Agencia de Vivienda Social, detalló ayer que se le giraban «todos los pagos y que no había nada que hiciese pensar que hubiera fallecido puesto que todo iba normal».
Los vecinos ahora están muy intranquilos, ya que hay muchas moscas en el edificio y en las partes superiores hay un olor nauseabundo. Quieren que alguien puede proceder a su limpieza. De momento, la puerta de la vivienda de Clara está precintada y nadie ha vuelto a entrar en el piso desde que se fue la Policía el pasado lunes.
Fuente: El Mundo