La industria del cine en Estados Unidos enfrenta una nueva polémica: la aparición de una actriz generada con inteligencia artificial que desató críticas de actores y cineastas, preocupados por el avance de la tecnología en terrenos que consideran propios de la creatividad humana.
Se trata de “Tilly Norwood”, un personaje digital con apariencia de una joven de cabello castaño ondulado y piel clara, que desde febrero se presenta en Instagram como cualquier otra influencer de la Generación Z. Publica sobre su supuesta carrera actoral e incluso alardeó de haber hecho pruebas de pantalla. Sin embargo, Tilly no existe; fue creada por Eline Van Der Velden, fundadora de la startup Particle6, que desarrolla contenido digital para cine y televisión.
La controversia estalló luego de que se difundiera que agencias de talento y algunos estudios de Hollywood estarían considerando a Tilly como “actriz”. Figuras reconocidas expresaron su rechazo: Sophie Turner, estrella de Game of Thrones, comentó “wow… no gracias”; Cameron Cowperthwaite (Shameless, American Horror Story) calificó el proyecto como “perturbador”; mientras que Ralph Ineson, actor de Nosferatu, lanzó un tajante insulto en redes.
Ante la ola de críticas, Van Der Velden defendió su creación al señalar que Tilly no busca reemplazar a los actores humanos, sino abrir nuevas posibilidades narrativas, comparándola con técnicas como la animación o el CGI. “Es una obra creativa, una pieza de arte”, aseguró en un comunicado.
No obstante, para muchos artistas esta explicación resulta insuficiente. Señalan que proyectos como Tilly se nutren del trabajo de miles de profesionales cuyas imágenes y aportaciones fueron utilizadas para entrenar a los modelos de IA sin consentimiento ni pago. “Ustedes no hicieron esto. Lo hicieron fotógrafos, camarógrafos, actores, trabajadores reales. Solo tomaron su trabajo y se lo apropiaron”, denunció la actriz Mara Wilson (Matilda).
El debate sobre la inteligencia artificial en Hollywood no es nuevo. En 2023, las huelgas de guionistas y actores tuvieron como uno de sus ejes centrales la exigencia de limitar el uso de esta tecnología. Aunque los sindicatos lograron acuerdos con los grandes estudios, no pueden impedir que empresas externas desarrollen personajes digitales o contenidos inspirados en actores y obras existentes.
La tensión ha escalado al terreno legal. Disney y Universal demandaron en junio a la compañía Midjourney por entrenar su IA con material protegido y generar imitaciones de personajes como Bart Simpson o Wall-E. Warner Bros. presentó una querella similar semanas atrás.
Mientras tanto, OpenAI anunció ajustes en su generador de video Sora para evitar la recreación de artistas vivos o de figuras públicas sin autorización, además de ofrecer a los titulares de derechos la opción de excluir su material del entrenamiento.
La llegada de Tilly Norwood, lejos de ser un experimento aislado, reaviva el temor de que la inteligencia artificial transforme radicalmente la forma en que Hollywood crea, contrata y cuenta historias, poniendo a prueba los límites entre innovación y explotación creativa.