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Hombre cae desde tercer piso de plaza comercial en Nuevo León

Un hombre en estado inconveniente, quien iba vestido de playera verde, camisa blanca y pantalón negro, se cayó este sábado 25 de diciembre desde un tercer piso de la plaza comercial Paseo La Fe, en el municipio de San Nicolás de los Garza, Nuevo León.

De acuerdo con Protección Civil de Nuevo León, el hombre se encontraba realizando destrozos al interior de un negocio y cuando intentaban detenerlo brincó, pero en la maniobra quedó suspendido en una pérgola de plástico de un segundo piso.

Varias personas le gritaron que no se moviera, pues la pérgola de plástico casi terminó por ceder. Incluso, una mujer se asustó, luego de que el sujeto intentara levantarse sin éxito.

En otro de los videos, se observa a este mismo sujeto sosteniéndose con sus manos, casi a punto de caer, ante el esfuerzo de varias personas que se encontraban en la plaza comercial de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, y quienes intentaron ayudarle acercándole una escalera para que pudiera asirse a ella.

“Es mucho cuerpo, amachínalo fuerte, fuerte, se va a caer hasta abajo, jálalo de allá”.

Estas expresiones se escuchan en la grabación, mientras el sujeto sigue luchando por sostenerse, mientras se escucha el tronido de la pérgola de plástico.

Un joven de nombre Toño, con cubrebocas, vestido de pantalón azul y camisa negra, bajó a auxiliar a este sujeto colocando con cuidado sus pies en las trabes de metal.

“Toño, ten cuidado no te vayas a caer ¡Aguas, aguas, que no se suelte del brazo, dile, agárralo, agárralo!


Por un momento, Toño jala con una de sus manos a este hombre y parece que va en ascenso; sin embargo, éste se vuelve a soltar, lo que causa pánico y gritos en los testigos presentes en la plaza comercial Paseo La Fe de en San Nicolás de los Garza, Nuevo León.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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