Con el fin de contrarrestar la baja natalidad en Japón, existe una nueva opción para que los hijos de los funcionarios sean atendidos mientras ellos trabajan.
El gobierno japonés experimenta ahora en la zona de Tokio, donde se encuentran los edificios del gobierno, con la instalación de “viveros”, como se conoce en este país a las guarderías.
El recinto visitado por Excélsior tiene capacidad para 24 niños, pero ante una mayor demanda podría aceptar seis más. La cuota por el cuidado de un recién nacido oscila alrededor de los 50 mil yenes (unos tres mil 583 pesos) al mes.
En ese “vivero”, donde los pequeños pueden estar a partir de los 57 días de nacidos y hasta los seis años, una de las normas más importantes es que no puede haber más de tres bebés de cero años. Este diario pudo comprobar que las instalaciones son seguras.
Por ejemplo: no se permite tomar fotografías, existen varios filtros de seguridad para entrar y, sobre todo, está diseñado para los menores. No hay nada improvisado: las profesoras que trabajan en ese lugar deben contar con un alto grado de capacitación.
La encargada del “vivero” hizo énfasis en que para prestar este servicio ordinario a 24 niños se necesita una alta capacitación, aunque dejó claro que hace falta más gente titulada para ese ramo. Un bebé puede estar desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche; además, las instalaciones cuentan con videovigilancia, mediante la cual los padres pueden observar las actividades de sus hijos desde sus puestos de trabajo.
Este programa busca incentivar a los japoneses en edad productiva a tener hijos y con ello enfrentar la baja natalidad en el país. En Japón, al igual que en otras economías avanzadas del mundo, las mujeres profesionistas buscan primero consolidarse en sus trabajos y después piensan en crear familias.
De acuerdo con algunas estimaciones, hasta 70% de las japonesas deja sus trabajos después de tener al primer hijo. El Foro Económico Mundial afirma que Japón es uno de los peores países en igualdad de género en el trabajo.