NUEVA DELHI (AP) — Seema Gandotra, enferma de COVID-19, jadeó en busca de aire dentro de una ambulancia durante 10 horas mientras se intentaba, sin éxito, encontrarle una cama disponible en seis hospitales de la capital de la India. Cuando finalmente fue ingresada, ya era demasiado tarde, y la mujer de 51 años falleció unas horas más tarde.
Rajiv Tiwari, cuyos niveles de oxígeno empezaron a bajar después de arrojar positivo al nuevo coronavirus, tuvo un problema completamente opuesto: Encontró una cama disponible, pero el residente de Lucknow, en Uttar Pradesh, no pudo llegar. “No hay ninguna ambulancia que me lleve al hospital”, comentó.
Ese tipo de tragedias son similares a las ocurridas durante los repuntes de infecciones en otras partes del mundo, pero no eran muy conocidas en la India, que pudo evitar el colapso de su sistema sanitario el año pasado a través de un estricto confinamiento. Ahora, esos son sucesos cotidianos en el extenso país, que atraviesa su mayor incremento de infecciones hasta el momento y ve como se desmorona un sistema de salud mal financiado.
Los resultados de las pruebas diagnósticas están demorados. El oxígeno médico es escaso. Los hospitales tienen poco personal y están desbordados. Las unidades de terapia intensiva están llenas. Casi todos los respiradores están en uso, y los muertos se acumulan en crematorios y cementerios. La India registró más de 250.000 casos nuevos y más de 1.700 decesos en las últimas 24 horas. En tanto, Gran Bretaña anunció esta semana una prohibición de viaje a la mayoría de los viajeros procedentes del país asiático.
En total, la India ha registrado más de 15 millones de casos y unas 180.000 muertes por coronavirus, y los expertos aseguran que es muy posible que las cifras reales sean mucho mayores.
“El repunte de infecciones ha llegado como una tormenta y nos espera una gran batalla”, dijo el primer ministro Narendra Modi en un discurso a la nación el martes por la noche.
La oleada de casos en la India está contribuyendo a un alza de infecciones a nivel mundial debido a que muchos lugares están registrando crisis cada vez más profundas, como Brasil y Francia, provocadas en parte por variantes nuevas y más contagiosas, incluida una detectada por primera vez en la India.
Más de un año después del inicio de la pandemia, las muertes a nivel global rebasan los 3 millones y aumentan de nuevo a un promedio de casi 12.000 por día. Al mismo tiempo, las campañas de vacunación en diversas latitudes enfrentan inconvenientes que se han agravado debido a los casos en India: El país es un importante productor de vacunas pero se ha visto obligado a aplazar envíos para atender únicamente su demanda interna.
Bhramar Mukherjee, bioestadístico de la Universidad de Michigan que ha dado seguimiento a la pandemia en India, dijo que el país no aprendió de los súbitos incrementos en otros lugares ni adoptó medidas preventivas.
Cuando el número de nuevas infecciones comenzó a caer en septiembre, las autoridades pensaron que lo peor de la pandemia había pasado. El ministro de Salud, Harsh Vardhan, incluso declaró en marzo que el país había llegado a la “parte final” cuando se estaba muy lejos de la curva: El promedio semanal de casos en el estado de Maharashtra, donde se ubica la capital financiera de Mumbai, se triplicaron durante el mes anterior.
Mukherjee fue de los que solicitó a las autoridades que aprovecharan la poca cantidad de casos a principios del año para intensificar la vacunación. Sin embargo, las autoridades dudaron en restringir las grandes aglomeraciones durante los festivales hindúes y se rehusaron a posponer las elecciones en el estado oriental de Bengala Occidental, donde los expertos temen que las grandes multitudes sin mascarillas en los diversos actos contribuyan a una gran propagación del virus.
Ahora las dos ciudades más grandes de India han impuesto estrictos confinamientos, lo que afectará de manera desmesurada a los pobres. Mucha gente ya ha abandonado las grandes ciudades por temor a que se repita lo sucedido el año pasado, cuando un abrupto confinamiento costó el empleo a millones de trabajadores migrantes en las ciudades y obligó a muchos a regresar a sus localidades de origen o arriesgarse a morir de hambre.
En su discurso, el primer ministro Modi pidió a los estados evitar los confinamientos y que en su lugar creen zonas de microcontención para controlar los brotes.
Nueva Delhi, la capital, está convirtiendo en forma apresurada las escuelas en hospitales. Los hospitales de campo en las ciudades afectadas que fueron desmantelados están siendo instalados nuevamente. India intenta importar oxígeno y ha comenzado a desviar suministros de gas de la industria al sector salud.