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INM y Guardia Nacional disolvieron a la primera caravana migrante de 2022

Las autoridades mexicanas disolvieron la primera caravana migrante del año, que partió desde la ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas y estaba conformada por unas 300 personas, informó el Instituto Nacional de Migración (INM).

“El INM, de la Secretaría de Gobernación, informa que esta mañana (viernes 21 de enero) fue disuelta la caravana de personas migrantes que partió ayer (jueves) de la ciudad de Tapachula, Chiapas, y que anunció tener como destino la frontera con Estados Unidos”, indicó el organismo en un boletín.

Detalló que a primera hora de este viernes, sobre la carretera que une la ciudad de Tapachula y el Ejido Álvaro Obregón —a unos 15 kilómetros de distancia— fue identificado un primer contingente de 281 personas migrantes extranjeras, en su mayoría originarios de Centroamérica, Haití y Venezuela.

“En una acción paralela en caminos secundarios del perímetro se localizó un segundo grupo integrado por 38 personas migrantes de diferentes nacionalidades”, señaló el texto.

El Instituto Nacional de Migración aseguró que “con apego a los derechos humanos fueron trasladadas en autobuses a sedes migratorias de la entidad, donde se revisa su situación”.

En tanto, precisó que quienes viajaban en núcleo familiar quedaron bajo la tutela del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en el estado.

Los migrantes, que avanzaron apenas 15 kilómetros antes de ser contenidos por los elementos del INM y de la Guardia Nacional, participaron el jueves en una marcha por calles de Tapachula exigiendo a las autoridades que les permitan transitar libremente hacia Estados Unidos.

El activista Luis García Villagrán, organizador de estas caravanas, responsabilizó al INM de provocar el éxodo al no resolver a tiempo los trámites de los extranjeros, que buscan regularizar su situación migratoria en México.

“Golpearon y subieron a los autobuses a mujeres y niños”, dijo a la AFP al condenar el operativo de seguridad.

Esta es la primera caravana del 2022 que salió de Tapachula, una ciudad que lleva meses siendo reflejo de la crisis migratoria que vive la región.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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