Por alguna u otra razón, Chihuahua siempre ha de tener un tema de polarización social. Apenas pasaron las elecciones, los agarrones y las desconocidas, y ya está la chirinola otra vez, ahora con el matrimonio igualitario, ante el cual varios grupos de la sociedad, especialmente panistas y religiosos, se rasgas las vestiduras y aseguran, casi casi, que causará la condenación eterna de nuestro estado.
Por un lado, grupos de defensa de los derechos de la comunicad LGTTTBI no sólo celebran el reconocimiento de sus plenos derechos como ciudadanos, sino que desafían a los grupos renuentes a aceptar este tipo de uniones con desfiles, eventos y campañas en redes sociales, que están causando un impacto profundo y mayor al esperado.
Aldo Núñez Caro, del comité de la diversidad sexual de Chihuahua, y Roberto Granados, presidente del Centro de Estudios Cheros, han sido de los activistas más activos, valga la redundancia, y han recibido una calurosa acogida en muchos sectores, mientras que en otros quisieran colgarlos o, cuando menos, quemarlos en leña verde.
Pero más allá de si dejan que las parejas sexualmente diversas se casen o no, hay factores de fondo que polarizan aún más el asunto y una muy importante es la partidista, pues el PAN ha hecho de la cruzada contra los gays su bandera y pretende sacarle jugo político.
Es por eso que el PAN ha unido esfuerzos y movilizado a toda su maquinaria, no para exigir un alto a la violencia, tampoco para pedir cuentas al gobernador por los actos de corrupción que se le acusa. No. El objetivo es hacer ver a los diputados tricolores como impulsores del matrimonio gay en Chihuahua y tratar de robarles al menos unos poquitos votos para ver si así pueden ganarles otro distrito en la siguiente elección, pues el PRI tiene la obsesión del carro completo.
Otro factor notable es el enfrentamiento generacional. Los jóvenes y sectores con mayor nivel educativo se inclinan por apoyar el matrimonio igualitario, mientras que los chihuahuenses de mayor edad suelen estar más opuestos, aunque el debate es más bien artificial ya que al grueso de la sociedad ni le va ni le viene lo que otros hagan en la cama o en su vida, lo que preocupa a la mayoría es el desempleo, la inseguridad, los servicios públicos y el calorón.
Llamó la atención que entre quienes encabezan las acciones contra el colectivo LGTTTBI se encuentra Ana Luisa Almeida de Blanco, esposa del diputado electo Juan Blanco. La señora, quien siempre ha mantenido un perfil bajo, se indignó tanto al ver que los gays pretenden casarse que consiguió los celulares de los diputados del PRI y armó una campaña en Whatsapp pidiendo a sus amigos que les llamen para que les hagan bullying.
En fin, toda esta rebatinga tiene más bien fines propagandísticos, pues la aprobación del matrimonio igualitario es un hecho, como parte de una tendencia mundial encabezada por los países desarrollados y que gana peso en todo el mundo ante la pérdida de vigencia de los esquemas tradicionales de la sociedad y la llegada de otros nuevos. Los tiempos han cambiado y no hay marcha atrás.
Pero detrás del teatrito que pretenden montar contra las uniones gays, se encuentra otro tema que importa mucho más a los partidos: la modificación a la Ley Orgánica del Poder Legislativo, pues aunque ya fue cabildeada a nivel nacional por las fuerzas políticas y podría pasar por unanimidad en el Congreso local, hay un punto que está álgido: el porcentaje que deben llenar los partidos parásitos para seguir mamando del erario.
Y es que luego de que la ciudadanía les dio la espalda en los pasados comicios, en especial a rémoras como el PT y el PRD, estos no se han planteado ni por error el delinear una estrategia para granjearse a los electores, pues les parece más sencillo rogar al PRI para que les bajen el mínimo al 2 por ciento, un porcentaje que podrían llenar hasta con compadres y compas.
Al PRI le conviene, pues cada minipartido que conserve es la oportunidad de robarle una plurinominal o algunos votos a la oposición, y a los minipartidos les encanta la idea pues así podrán cobrar millonarias prerrogativas a los ciudadanos que nada quieren saber de ellos. Sin embargo, la tienen difícil, pues la Suprema Corte ya dijo que debe ser el 3% y por mucho que mayoriteen en lo local, la jurisprudencia nacional se impone.
Pero quizá ningún tema encienda más al Congreso que la minigubernatura, propuesta por la complaciente Hortensia Aragón, diputada perredista, quien busca como sea agradar al gobernador César Duarte para tratar de salvar el pellejo en Chihuahua, donde militantes y ciudadanos le han dado la espalda. Total, la mira de la legisladora y sobre todo de su sobrina están en Michoacán, con Silvano Aureoles.
Habrá que ver cómo vota el PRI esta propuesta, pues ya de entrada hay siete votos en contra de los panistas, los cuales por sí solos no alcanzan para nada, pero hay otros actores en pugna como los priístas malqueridos por la actual corriente en el poder, y así diputados como Eloy García Tarín podrían hacer su chiripiorca.
El que hizo su chiripiorca, pero hace mucho, fue el panista José Antonio López, quien ha permanecido alejado de su partido y eso, en vez de afectarlo, podría beneficiarlo pues se habla de un grupo de empresarios chihuahuenses interesados en su perfil para lanzarlo como independiente a la alcaldía de Chihuahua.
Difícil que se la compren. López ha sido ya candidato a la alcaldía por el albiazul y tiene un perfil de derecha, peinado de ladito, cristiano devoto, rezongón… vaya, un panista para enmarcar. Aún así podría contar con suficientes canicas para tener una aspiración seria.
Donde perdieron la seriedad fue en el equipo de Liz Aguilera, donde la impugnación que presentó tras perder por más de 10 mil votos ante Blanco no sólo causó carcajadas a los panistas, sino molestia a los priístas, quienes no están de acuerdo con esa acción infundada y que algunos califican de ridícula, la cual de plano los hace ver mal, sobre todo cuando andan muy inflados por la victoria aplastante en el estado. “Sin llorar, Liz”, le mandaron decir.
Pero en el PRI no es la única que quiere llorar. Los aspirantes a la gubernatura andan que no se aguantan ante la cargada de canicas hacia Enrique Serrano, alcalde de Juárez, y la dirigente estatal del PRI ya no halla cómo hacerle para conciliar los apetitos de unos y otros, sobre todo en un ambiente tan desigual. Hoy Serrano anda en Chihuahua en plena precampaña, destápese y destápese, a ver si no le entra un resfrío.
El que también se destapó, ya no para la gubernatura, sino para la dirigencia nacional del PAN, fue el senador Javier Corral, quien ha visto que en Chihuahua su liderazgo nada más no prende y por eso buscará hacerle mosca a Ricardo Anaya, delfín de Gustavo Madero, para que no vaya libre por esa posición.