Acarreos, menudazos, tablets… quizá nada hubiera hecho falta. La victoria de Ricardo Anaya sobre Javier Corral fue contundente, a pesar de que la mitad del panismo prefirió abstenerse, a pesar del cochinero que se volvió con prácticas propias del PRI.
Con Anaya no gana Anaya, sino Madero, quien ha operado bien el teje y maneje del partido a su favor, pues ha sabido dividir y sepultar a sus adversarios, aunque con un costo político para el instituto, que se encuentra en sus momentos de mayor debilidad.
Así, la llamada ‘rebelión de las bases’ de Javier Corral nada más no pegó, al igual que la mayoría de sus movimientos políticos, que si bien logran resultados, es porque Corral sabe moverse en altos vuelos, pero eso de conectar con la raza, con el pueblo, con las bases, nada más no se le da.
Corral es de los pocos políticos medianamente honestos, de los que anteponen la ética a la conveniencia, y eso le ha costado caro, sobre todo dentro de un partido salpicado por la corrupción donde pocos valoran el tesón moral y muchos prefieren apostarle a la eficacia electoral, a los acuerdos convenientes, al ‘ganar, ganar’.
Así, Corral está peleado con moros y con Cristianos. La corriente calderonista, enemiga de Madero, lo dejó sólo. Ni la alianza con Cordero lo rescató, y era de esperarse. Recordemos el agarrón que se dio con el presidente Felipe Calderón al fin de su sexenio, un agarrón que el chaparrito no olvida ni olvidará, la víscera es lo suyo.
El PAN se colocó en medio de dos posturas diametralmente opuestas: Por un lado Corral, quien considera que la razón de ser del PAN es castigar al PRI, y Anaya, quien es más pragmático y considera que a los rivales hay que aplaudirles, acompañarles y si sirve de algo atacarlos, todo de acuerdo al momento y a la conveniencia. Ninguno ofrecía una oposición responsable, no más allá de discursos y palabras.
Anaya ahora tiene el reto de llevarse bien con el PRI, pero sin que se note. Es probable que comience con agarrones simulados, con oposición de a mentiritas, mientras por debajo de la mesa impulsa con todo el paquete de reformas que faltan y refuerzan las que ya están desbaratándose.
También hay que reconocer, de nuevo, el tino político de Gustavo Madero, así como la astucia de Ricardo Anaya, quien es un político joven y sólido que tiene un gran futuro por delante, y a quien le sobra lo que a Corral le falta: Carisma, ese que no tuvieron Bravo Mena, Calderón ni Madero como dirigentes. También le falta lo que a Corral le sobra: convicciones y honestidad.
En el terreno puramente electoral, Anaya era sin duda la mejor opción. Más allá de qué gane, de los medios que utilice para ganar, sin duda el queretano es mejor operador electoral y, con cochinero incluido, será el más eficaz para llevar a su partido a competir duro por el 2018. En la política mexicana la moral es un árbol que da moras, todo lo demás tiene que ver con éxito, y el panismo lo sabe.
Gran parte del éxito de Anaya dependerá de su habilidad para desmarcarse o simular desmarcarse del PRI, reunir a los mejores cuadros para construir opciones sólidas electorales y aprovechar el espaldarazo que le dio su partido. Ni el PRI con Beltrones, su candidato de ‘unidad’, podría presumir de un bloque tan sólido de respaldo. Ahora veremos si sus inclinaciones son hacia el PRI-Gobierno o tiene el interés de ganarse a la sociedad y presentar una alternativa de gobernar. Si no castiga los moches y la profunda corrupción (algo que ni en sueños ocurrirá), será simplemente más de lo mismo.
Sin embargo, lo cierto es que Javier Corral nunca soñó ni en sus más dulces letargos el llegar a la presidencia del PAN, pero esperaba contar con un capital político fuerte para negociar dentro y fuera del partido. No le alcanzó. Anaya sabía que tenía la victoria en la bolsa, pero aún así redobló esfuerzos para que su victoria fuera aplastante y no diera lugar a disidencias.
Aunque no obtuvo los resultados que esperaba, Corral también acabó ganando. Ese 16% de panismo que lo apoya no es de despreciarse, sobre todo porque incluye a la vieja guardia, esos que no tienen grupos, dinerales ni jalan votos, pero que son el sustento moral del partido, entre los que se cuentan personajes como Francisco Barrio, Felipe González, Alberto Cárdenas y Fernando Canales Clariond.
Ahora, Corral enfila sus baterías hacia su verdadero objetivo: la gubernatura de Chihuahua, esa a la que siempre le ha echado ojitos y que pretende conquistar capitalizando la animadversión hacia el gobernador César Duarte. También hay quien dice que algún vez soñó con coordinar a los senadores azules… y hoy se ve muy pelón que eso ocurra.
Pasando al terreno local, Mario Vázquez, dirigente estatal panista, salió muy raspado. Toda su operación y el apoyo de los dhiacos no le bastó para asegurarle el triunfo a Corral al menos en su estado natal, el que de veras le importaba, lo cual muestra que Mario ya no manda ni en su casa, donde él mismo tiene que ir por las sodas.
La que brilló fue Rocío Reza, quien sacó el colmillo político y jaló las simpatías del panismo deliciense, ese que quiere la gubernatura y que no piensa cederla al juarense Corral, quien, por cierto, en Juárez sí ganó. Nada más en Juárez. Rocío así repunta sus esperanzas por la alcaldía, esa que ya sentía en la bolsa Maru Campos, quien junto con el Pony Lara, Tere Ortuño, Arturo García Portillo y Adriana Díaz, vio perder a su grupo, así como a los miembros de la ‘familia feliz’, encabezados por Blanca Gámez y Memo Luján.
César Jáuregui también ha visto como se complica su objetivo de dirigir al PAN cuando salga Mario Vázquez, pues no cree que de aquí a principios de 2016 pueda revertir la situación adversa dentro del panismo. Quisieron demostrar la fuerza del Dhiac… y no les alcanzó.
Otra que también tiembla en sus aspiraciones es Daniela Álvarez, a quien el amor de Vázquez no le alcanzará para ser la próxima candidata a la alcaldía de Juárez, esa donde el PAN trae buenas posibilidades si empresarios y algunos sectores estratégicos los apoyan.
También se hizo efectiva la revancha que le tenían prometida a Corral sus archienemigos Carlos Borruel y Cruz Pérez Cuéllar, quienes sacaron toda su furia y se fueron a dormir muy contentos con la derrota de su adversario. Miguel La Torre también se sacó un 10 con su acarreo y menudazos, los cuales, de que funcionaron, funcionaron.
Sin embargo, Corral no perdió por mucho y ganó Juárez. Sus proyectos no están sepultados ni de lejos, y dependerá mucho de la actuación de Anaya el que Corral siga adelante o de plano tenga que pararle. Para el panismo chihuahuense la moneda sigue en el aire.
Pasando a las filas tricolores, la suerte no sólo parece haberse salido de Balleza para irse a Delicias, sino que hasta a los de Cuauhtémoc les está yendo bien, pues podría ser que el amparo por el caso Aeroshow, olvidado por el lamentable accidente que sufrió el gobernador, su esposa y la periodista Lolita Ayala, ya está en los juzgados federales.
Así, el amparo que promovió el exalcalde podría blindarlo de la lluvia de fuego desatada desde Palacio y el Congreso, pues su buena estrella llevó el caso al Juzgado Octavo de Distrito, donde podrían darle palo a la inhabilitación que, dicen, va redactada más con el hígado que con la cabeza y así el ‘corralito’ del PRI podría tener más suerte en eso de ir contracorriente. Pasado mañana será la primera audiencia del juicio, y de ahí será una pataleada jurídica con pronóstico reservado.