La reina falleció este jueves 8 de septiembre. Sus personales testimonios sobre su fe en Cristo brillan más que nunca en estos momentos. Incluso el Papa Francisco, en un conmovido telegrama, quiso rendir homenaje a «su ejemplo de entrega al deber, su inquebrantable testimonio de fe en Jesucristo y su firme esperanza en sus promesas».
Para los súbditos de la reina protestante Isabel II, desde el comienzo de su reinado en 1952, el mensaje de Navidad de la reina ha sido un evento particularmente solemne. Igual que los católicos siguen la retransmisión de la bendición Urbi et Orbi del Papa, millones de británicos no se pierden nunca este momento televisivo para escuchar con emoción a su reina y cabeza de la Iglesia de Inglaterra.
En 2017, Catherine Pepinster de The Guardian analizó el «giro deliberado hacia la religión» de la reina en sus discursos de Navidad, que destacaron algunas citas clave que nos gustaría compartir a continuación, junto con algunas otras que reflejan su fe y algunas reflexiones sobre su significado. Son particularmente notables porque reflejan los pensamientos personales de la reina de una manera especial.
Inicialmente transmitido por radio, luego televisado en 1957, el discurso de la reina es la única ceremonia en la que se dirige a la nación «sin que el gobierno lo escriba».
De hecho, como apunta The Guardian, las únicas personas que siempre estuvieron pendientes del texto que preparaba la reina fueron su secretario privado, el asesor teológico designado por la familia real; y, por supuesto, su marido, el príncipe Felipe, fallecido el pasado 9 de abril de 2021.
¿Por qué esta excepción? Probablemente porque sus reflexiones sobre la importancia de la fe cristiana en su vida tienen una evidente dimensión personal.
Con su acceso al trono, la reina también se convirtió en cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra. Como todos los monarcas británicos, Isabel II fue coronada y consagrada por el Arzobispo de Canterbury en una ceremonia que tiene su origen en la coronación de los reyes de Francia. Como tal, es «Reina por la gracia de Dios, defensora de la fe» (Dei Gratia Regina Fidei Defensor).
Muchas celebraciones religiosas dieron forma a su vida pública como «gobernante suprema de la Iglesia de Inglaterra», pero ha sido su mensaje anual de Navidad el que reveló claramente su relación con Dios y su fe personal. Esta conexión era visible incluso antes de que fuera coronada:
Quiero pedirles a todos, cualquiera que sea su religión, que oren por mí en ese día, que oren para que Dios me dé sabiduría y fortaleza para cumplir las solemnes promesas que haré, y para que pueda servir fielmente a Él y a ustedes, todos los días de mi vida. Jesucristo es el gran Rey.
Hizo esta petición de oración en su primer mensaje de Navidad en 1952, seis meses antes de su coronación el 2 de junio de 1953 en la Abadía de Westminster en Londres.
La fe, «ancla de su vida»
Sus discursos de Navidad año tras año revelan una cierta evolución en la forma en que evoca su fe personal y valores cristianos como el perdón, la reconciliación, el amor y su sentido de servicio.
Durante los últimos 22 años de su reinado, como destaca The Guardian en su artículo de 2017, sus mensajes han tomado un tono diferente, casi íntimo. A la reina le gusta hablar de su fe como “el ancla de su vida”. En efecto, como señala Pepinster, desde el año 2000, Isabel II ha decidido dedicar su mensaje de Navidad a la historia de la vida y enseñanza de Cristo:
Para muchos de nosotros, nuestras creencias tienen una importancia fundamental. Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad personal ante Dios proporcionan un marco en el que trato de llevar mi vida. Yo, como muchos de ustedes, he obtenido un gran consuelo en tiempos difíciles de las palabras y el ejemplo de Cristo.
Su discurso abiertamente cristiano adquirió un tono aún más personal en 2014:
Para mí, la vida de Jesucristo, Príncipe de la Paz, cuyo nacimiento celebramos hoy, es una inspiración y un ancla en mi vida. Un modelo a seguir de reconciliación y perdón, con sus manos extendidas en amor, aceptación y sanación. El ejemplo de Cristo me ha enseñado a buscar, respetar y valorar a todas las personas de cualquier fe o de ninguna fe.
Dos años después, la reina explicó a través de su testimonio personal cómo encuentra en Cristo la «luz que guía» su vida.
… [Miles de] millones de personas ahora siguen sus enseñanzas y encuentran en él la luz que guía sus vidas. Yo soy una de ellas, porque el ejemplo de Cristo me ayuda a ver el valor de hacer las cosas pequeñas con gran amor, las haga quien las haga y crea lo que crea.
Finalmente en 2020, en Nochebuena, desde el Castillo de Windsor, donde se aisló con el Príncipe Felipe a causa de la pandemia del COVID-19, prometió sus oraciones tras evocar la parábola del Buen Samaritano:
Por supuesto, para muchos, esta época del año estará teñida de tristeza: algunos llorarán la pérdida de sus seres queridos y otros extrañarán a amigos y familiares distanciados por seguridad, cuando todo lo que realmente querrían para Navidad es un simple abrazo o un apretón de manos. Si usted está entre ellos, no está solo, y permítame asegurarle mis pensamientos y oraciones.
Su credo personal
¿Qué ocasionó este mayor enfoque en la fe en su mensaje anual de Navidad? La periodista de The Guardian, Pepinster, dice que, según algunos observadores reales, fue claramente en el 2000 aniversario del nacimiento de Cristo cuando la reina decidió hablar más abiertamente sobre su fe.
Otros, dice, ven detrás la mano de George Carey, entonces arzobispo de Canterbury.
Para Ian Bradley, profesor de historia en la Universidad de St. Andrews y autor de God Save the Queen – The Spiritual Heart of the Monarchy, es más probable que sea la influencia directa del príncipe Felipe: «Después de su relato muy personal en 2000, ella se animó a continuar porque me dijo que recibió 25 veces más cartas de lo habitual del público en respuesta a ese mensaje de Navidad que a otros, y contó con un gran apoyo del duque de Edimburgo», dijo Bradley a Pepinster.
Lo que llama la atención es este detalle que cambia: en su primer mensaje Isabel II pedía orar por ella. En el que pronunció en vísperas de su jubileo de platino, aseguró a sus súbditos sus propias oraciones. Una señal de que la sabiduría, el sentido del servicio y la búsqueda de Dios de Isabel II han seguido creciendo y uniéndose, convirtiéndola en una de las soberanas más radiantes y queridas, mucho más allá del Reino Unido.
Caleb Ordoñez