Antes de convertirse en el sospechoso principal del asesinato de una jovencita, Javier Méndez Ovalle, de 22 años de edad, tenía un futuro promisorio. Era considerado genio de la física aplicada y destacaba como pasador en el equipo de futbol americano de su universidad.
Algo que peritos psicólogos aún no se explican sucedió el 27 de junio de este año, Javier citó a Sandra Camacho, de 19 años de edad, en el Metro Tlatelolco, con la promesa de conseguirle un empleo, pero varios días después fue hallado el cuerpo descuartizado de la chica en varios puntos de la Delegación Cuauhtémoc.
Según la averiguación previa, Javier contactó a Sandra por Facebook. Luego de varios días captó su interés y le aseguró que le podía conseguir un empleo como edecán, con un buen sueldo y viajes, por lo que la convenció que viajara desde Ixtapaluca, Estado de México, de donde era originaria, hasta el Distrito Federal.
La tarde de ese jueves 27 de junio Sandra salió de su casa. Al parecer, no le contó a su familia que tenía planeado ir al Distrito Federal. A las 4:00 de la tarde llegó al metro Tlatelolco y ahí se reunió con el joven. A esa hora dos testigos los vieron salir de la estación y fue la última ocasión que se le vio a Sandra con vida.
Su familia no tenía idea de lo que había pasado, cuando no regresó aquella noche comenzaron a preocuparse. Al día siguiente, en las calles de Ixtapaluca, su familia comenzó a pegar carteles con sus datos y su fotografía. También se difundió en redes sociales una foto que ella misma se tomó con su teléfono celular.
La mañana del domingo 30 de junio, vecinos de Tlatelolco llamaron a la Policía tras encontrar una bolsa en las escaleras de un edificio, con una pierna derecha cercenada en el interior. Por la tarde de ese mismo día, en la jardinera de otros edificios, fue encontrada otra bolsa de plástico con el torso y la cabeza de la joven.
En el expediente, Javier es el único sospechoso, lo delataron los videos de las cámaras del Metro Tlatelolco, el repentino abandono del apartamento donde vivía y la evidencia que fue hallada dentro del inmueble por los peritos durante un cateo que hicieron al lugar, además de un testigo que lo vio con el rostro arañado.
Extremadamente callado, así lo describen sus conocidos, “arrancarle un saludo era más que complicado”. Iba y venía por los pasillos de Tlatelolco como un fantasma, más en los días antes del asesinato. Según las investigaciones, sus padres se mudaron en abril y lo dejaron solo en el departamento, que estaba cerca de su escuela.
Apenas el año pasado Javier Méndez había sido condecorado con la medalla de bronce en las Olimpiadas Internacionales de Física, en Estonia. Ahora pesa una orden de aprehensión contra él ya que los peritos encontraron indicios de sangre y piel dentro de su departamento.
Todo indica que allí golpeó y terminó con la vida de Sandra, la seccionó con precisión de cirujano, el tronco y la cabeza fueron dejados en una bolsa de plástico en un lugar que se ve perfectamente desde el apartamento de Javier. Luego encontraron una pierna en otro lugar, pero sus dos brazos y la otra pierna no han sido localizados.
El porqué Javier se volvió un asesino sigue siendo un misterio. En el expediente quedaron asentadas las entrevistas a sus padres. El papá trabaja como taxista, la mamá es ama de casa. Negaron saber qué pasó con su hijo único, a quien toda la vida le pagaron clases de Taekwondo y el Futbol Americano.
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