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Julio se despide con luna azul

El fenómeno se da debido a las diferencias entre los calendarios. Por ejemplo, el calendario gregoriano tiene una duración entre 28 y 31 días dependiendo del mes y el año. En el caso de los meses lunares, el ciclo es siempre de 29,5 días aproximadamente. Cada cierto tiempo, dos lunas llenas pueden coincidir en un mismo mes.

El hecho que un mes tenga una segunda luna no cambia su color. La mayoría de las lunas azules se ven pálidas y blancas, al igual que cualquier otra noche. Sin embargo, en raras ocasiones puede volverse azul.

Para que la luna se vea realmente azul se necesita generalmente una erupción volcánica. En 1883, por ejemplo, se vieron lunas azules casi todas las noches después que el volcán indonesio Krakatoa explotara con la fuerza de una bomba nuclear de 100 megatones. Penachos de ceniza se elevaron hasta la cima de la atmósfera de la Tierra y la Luna se volvió azul.

Algunos de los penachos estaban llenos de partículas de 1 micra de ancho, lo que es prácticamente igual a la longitud de onda de la luz roja. Las partículas de este tamaño especial son ideales para dispersar la luz roja, mientras que permiten el paso de la luz azul. De esta manera, las nubes del Krakatoa actuaron como un filtro azul, así lo informa MiamiDiario.com.

También se observaron lunas azuladas en 1983 después de la erupción del volcán El Chichón, en México. Y existen informes de lunas azules causadas por el monte Santa Helena, en 1980, y por el monte Pinatubo, en 1991.

La próxima luna azul se podrá visualizar el próximo 31 de enero 2018.

Fuente: El Nacional

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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